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Crianza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

15 indicios para saber que lo estás haciendo bien como padre

El gran temor de muchos progenitores es estar haciéndolo mal o no lo suficientemente bien en la crianza, y que esto provoque una infancia medio traumática para los hijos

Martín Piñol

Muchas de las conversaciones que tengo con padres amigos tratan sobre crianza. Nos desahogamos, nos preguntamos consejos y, sobre todo, nos vamos comparando para ver si estamos todos en la misma sintonía paternal. Porque el gran temor pocas veces reconocido es estar haciéndolo mal o no lo suficientemente bien, y que esto provoque una infancia medio traumática para nuestros hijos.

Cuando otros críos están en el mismo momento o situación que los tuyos, te consuelas y te alivias. “No la estaré cagando tanto o, por lo menos, no soy el único”, piensas. Y pocas veces, sin ironía alguna, nos atrevemos a confesar: “Pues creo que lo tengo controlado y que soy un buen padre”.

Por lo tanto, para darnos un poco de autoestima, esta columna propone un listado de varios aspectos que son un particular test de buena crianza. Esperemos cumplir muchos de estos puntos.

1. Te preocupa hacerlo bien y te agobia no estar a la altura. Es una señal clara de que tienes tu corazón y tu cabeza dedicados a tus hijos. Solo siente el síndrome del impostor quien se preocupa de hacerlo bien y aspira a la excelencia. De hecho, si te has enganchado a las columnas de Mamas&Papas es porque quieres mejorar constantemente.

2. Ya puestos, tienes sentimiento de culpa por no dedicarles más tiempo. Y, a la vez, vives atrapado en una rueda de hámster donde no das abasto y llegas tarde a todas partes.

3. Estás. Parece algo muy básico, pero estar presente es de primero de crianza. Puedes trabajar muchísimas horas para comprarles lujos y caprichos y llevarlos a grandes viajes, pero en el fondo tus hijos simplemente necesitan que estés con ellos a su lado, saber que pueden contar contigo. Por supuesto, si estás trabajando para llegar a final de mes y que puedan tener una vida decente sin agobios, no te tortures con este punto que ya bastante haces.

4. Siempre priorizas a tus hijos. Y esto va desde dedicarles tiempo y energía aunque estés agotado o enfermo hasta darles tu agua o tu comida cuando van de Gremlins para arriba u olvidarte de tus propios intereses y pasar los fines de semana o las vacaciones haciendo planes infantiles caros y agotadores, como si fueras un guía turístico. Esto, claro, con cierta moderación, porque una cosa es priorizar a tus hijos y la otra que te anulen o te esclavicen.

5. Buscas la conciliación por encima del sueldo o de la promoción de tu carrera. Porque sabes que el tiempo no se recupera, que los niños van creciendo sin parar, y que al final todos esos jefes o clientes, que ahora ocupan tanto tiempo de tu vida, de aquí a unos años ni los verás ni te importarán, mientras que tus hijos acusarán toda la vida el impacto de que hayas estado por ellos o los hayas dejado más abandonados.

6. Les enseñas con el ejemplo. Intentas ser el padre que ellos necesitan, un modelo más o menos ejemplar para que tengan en su vida un referente válido y realista para imitar.

7. Les escuchas y les acompañas en su día a día, dándoles espacio suficiente para que resuelvan ellos sus retos con autonomía. Quizá la clave está en acompañar sin resolver, en apoyar sin hacer los deberes, en dejarles ser quien son, pero, al mismo tiempo, evitar que se dispersen demasiado.

8. Les das amor y seguridad. Besos y abrazos aunque se aparten, palabras de entusiasmo y ánimo constante, que sepan siempre que le importan a alguien de manera entusiasta y total. Que en el caos que significa crecer ahora siempre te tendrán en sus gradas, animando, aunque el partido de la vida lo tengan que jugar ellos

9. Crees en ellos y se lo haces saber ahora y cada día, y no esperas que se den cuenta a los 40 años cuando tengan una crisis de identidad.

10. Te pones de su parte. Les escuchas con atención y confías en su versión, aunque siempre está bien contrastarla si suena muy fantasiosa o exagerada. Si dicen que un profesor les tiene manía, no les sueltas “pues algo habrás hecho tú”, sino que intentas mediar en el asunto. Y esto desarrolla la autoestima día a día, porque saberse escuchados y comprendidos desde pequeños lo es todo.

11. Intentas educar y enseñar desde los límites y el respeto, aunque se te escape algún grito de vez en cuando.

12. Vigilas su equilibrio nutricional, aunque a ti el cuerpo también te pida pizza. Porque te toca predicar con el ejemplo y porque sabes que su cuerpo está más limpio y puro que el tuyo y será mucho más fácil que adquieran buenos hábitos desde pequeños.

13. Deseas muy fuerte que se duerman ya de una puñetera vez porque necesitas un respiro… y entonces te pasas una hora viendo vídeos o fotos de lo tiernos que son y los despertarías para abrazarlos aún más rato. Porque cuando son monos y adorables, los mirarías cada momento del día, pero cuando están despiertos, intensos y agotadores, necesitas mirar Netflix para escapar.

14. El algoritmo de Instagram no para de enseñarte vídeos de crianza. Y el algoritmo sabe lo que necesitas.

15. Ves claro cuál es tu propósito concreto en el mundo ahora mismo. Con esto no digo que hayamos nacido solo para ser padres o madres, pero cuando hay unas personitas que te necesitan y te dan amor día a día sabes que tu existencia tiene un sentido, aunque sea para esos pocos. Y muchos días eso es más que suficiente.

Y para ti, ¿cuáles son los signos imprescindibles de una buena paternidad?

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Sobre la firma

Martín Piñol
Escritor, humorista, guionista de televisión y profesor de escritura y comedia. Autor de 35 libros, varios de ellos premiados y traducidos, escribe como colaborador en la sección Mamás&Papás de EL PAÍS desde 2016. En lo relativo a la crianza, no es ni pediatra ni psicólogo ni experto en nada, pero tiene dos hijos y se fija mucho.
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