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Beneficios de que los bebés pasen tiempo descalzos: mejor desarrollo cognitivo y estimulación sensitiva

Los expertos recomiendan que sus primeros pasos los den sin calzado o con calcetines antideslizantes que no limiten la movilidad para desarrollar la musculatura del pie

Bebes descalzos
Los bebés se quitan los zapatos y los calcetines para tocarse los pies y explorar esta parte de su cuerpo.Catherine Delahaye (Getty Images)

Uno de los mitos más extendidos sobre cómo los bebés y los niños se resfrían es el que lo relaciona con los pies descalzos. Pero los virus no entran por los pies, como se decía antiguamente. “Los menores se constipan cuando tienen contacto con un virus y se contagian”, explica Pepe Serrano, secretario general de la Sociedad Catalana de Pediatría y autor del libro Bebepedia: Guía imprescindible para sobrevivir a la crianza con humor y rigor (Roca, 2024). A pesar de la insistencia de los pediatras por desmentirlo, suele ser una de las principales razones de los progenitores para tapar los pies de sus hijos con calcetines y zapatos. Sin embargo, la ciencia recomienda dejar descalzos los pies de los bebés no andantes e incluso de los niños hasta los 3 años.

El estudio Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes, de Isabel Gentil García, doctora en la Universidad Complutense de Madrid y profesora en la Escuela Universitaria Enfermería, Fisioterapia y Podología en el mismo centro, y publicado en la Revista Internacional de Ciencias Podológicas en 2019, afirma que “coger con sus manos sus propios pies produce experiencias sobre los límites del propio cuerpo, nuevas sensaciones y, en consecuencia, desarrollo cognitivo”. E incide, en concreto, en las bondades de llevarse los pies a la boca, gesto muy habitual en los bebés. “A los 7 u 8 meses, que es cuando los niños manipulan sus pies con las manos o con la boca, están aportando un importante estímulo para el desarrollo sensorial”. La opinión de la neuropediatra Itxaso Marti Carrera, miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), va en la misma dirección: “Los bebés aprenden principalmente a través de la exploración, interactuando y explorando con el mundo que les rodea. Durante los primeros meses, el juego se basa en tocar, chupar, mover, sacudir los objetos. Es la forma de aprender cómo son las cosas. Por eso también se quitan los zapatos y los calcetines, para tocarse los pies, explorar esta parte de su cuerpo y ver qué pasa cuando lo hacen”, explica. La experta recuerda que, además, los pies tienen 19 músculos, 17 de ellos en la planta y que son un órgano “muy inervado de terminaciones sensitivas y nos transmite la sensibilidad superficial o tacto, la propiocepción o sensibilidad postural del cuerpo, la temperatura y el dolor”. Y es así tanto si se los tocan con sus propias manos como cuando están en contacto directo con el suelo.

Todo ello lleva a Gentil García a asegurar en su estudio que es necesario que la planta del pie de un niño se ponga en contacto con superficies irregulares a fin de estimular las sensaciones cinestésicas y los reflejos posturales: “El niño necesita el estímulo táctil, de presiones, de irregularidades del terreno para desarrollar la propiocepción, mejorar la posición de articulaciones, reforzar la musculatura”. En definitiva, es adecuado que los bebés pasen tiempo descalzos, según sostiene también Pepe Serrano, para que tengan contacto directo con el suelo y así ayudar a que el pie se desarrolle mejor, que toda la musculatura y los tendones de la zona aprendan a manejar el equilibrio de cada una de las partes de manera individualizada, en lugar de hacerlo de manera uniforme con la suela del zapato. “Siempre y cuando la climatología lo permita, antes de comenzar a caminar, los bebés deben estar siempre descalzos. Los padres no deberían tapárselos, ni con calzado ni con calcetines, ni privarles de experimentar esas sensaciones tan beneficiosas”, asegura el experto.

Para los expertos, hasta que los niños no andan bien y no salen a caminar a la calle no deberían llevar zapatos.
Para los expertos, hasta que los niños no andan bien y no salen a caminar a la calle no deberían llevar zapatos. tomazl (Getty Images)

“Hasta hace unos años, la recomendación solía ser que los niños utilizaran calzado rígido para ayudarles en la marcha. Sin embargo, hoy sabemos que no es lo más adecuado, ya que puede deformar el pie o atrofiar algunos músculos, que es importante que se desarrollen adecuadamente”, explica Itxaso Marti Carrera, Para Serrano es fundamental que sus primeros pasos los den estando descalzos. “Hasta que no andan bien y no salen a caminar a la calle no deberían llevar zapatos. Se les puede poner calcetines antideslizantes para atenuar la sensación de frío que pudieran tener, sin limitar su movilidad”, sugiere. “A partir de que caminen, la recomendación es que lleven siempre calzado que sea cómodo, con suela flexible, que por la parte de atrás sujete el talón y por la de delante sea lo más ancha posible, para permitir la movilidad de los dedos y que el pie siga notando sensaciones. También es buena idea que los zapatos tengan un poquito de tacón, no demasiado, para facilitar la deambulación”, detalla Serrano cómo deben ser los primeros zapatos. El pediatra lanza además otra recomendación: “Dejar los pies libres de calzado en distintos entornos, siempre y cuando sean superficies seguras, como la arena de la playa o el césped de un jardín sin posibilidad de peligros. De esa forma, el pie sigue forzando su musculatura y ganando en agilidad”.

Aunque hay una corriente que afirma que pasar tiempo con los pies al aire libre puede llegar a favorecer la inteligencia de los niños, Marti Carrera insiste en que no hay estudios científicos de calidad que avalen esta teoría: “Es cierto que los niños aprenden interactuando con el entorno, y, por tanto, exploran de manera segura y mejoran su aprendizaje, pero relacionar el andar descalzos con ser más inteligente es excesivo”. Sí hay investigaciones en las que se pone de manifiesto que cuando los alumnos están sin calzado en los centros educativos tienen mejor comportamiento y mejores resultados académicos. Uno de los gurús de esta escuela es el reputado experto en innovación educativa Stephen Heppell, quien reconoce en su blog que desconoce el motivo por el que los alumnos trabajan mejor en esta situación, pero “la realidad es que funciona sorprendentemente bien: mejor aprendizaje, mejor comportamiento, menos estrés para todos, menos ruido, mantenimiento más barato, mejor compromiso...”.

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