Doireann Ní Ghríofa, poeta: “El parto es un género literario propio: es una historia de vida o muerte, es sangre y mierda”
La ensayista irlandesa relata en su último libro, ‘Un fantasma en la garganta’, lo que cambia la vida de una mujer con la maternidad, cómo se siente sola y vive con carga las tareas invisibles de la crianza
Un fantasma en la garganta (Sexto Piso, 2022), el premiado debut en la narrativa de la ensayista y poeta Doireann Ní Ghríofa (Galway, Irlanda, 42 años), podría definirse de forma muy reduccionista como la historia de una obsesión: la de Ní Ghríofa con una escritora del siglo XVIII, Eibhlín Dubh Ní Chonaill, autora del considerado como el poema británico más relevante de su época, el Caoineadh Airt Uí Laoghaire (Lamento por la muerte de Art, por su traducción al español).
“Podría dedicar mis días a descubrir los suyos/, me digo / Podría y voy a hacerlo”, escribe Ní Ghríofa. La ensayista irlandesa explica a EL PAÍS que el poema de Eibhlín Dubh se convirtió en un consuelo para ella en un momento de su vida en el que estaba inmersa en las tareas del cuidado de sus hijos: “Había dado a luz a cuatro hijos en seis años y, aunque rara vez estaba sola, a menudo me sentía aislada. El Caoineadh Airt Uí Laoghaire me transmitió la voz de Eibhlín Dubh tan vívidamente que sentí casi como si me estuviera haciendo compañía en la monotonía de las tareas domésticas”. También explica que Eibhlín Dubh estaba embarazada, como ella, cuando pronunció este canto por primera vez: “Cuanto más tiempo pasaba con su voz, más curiosa me volvía acerca de su vida”.
Además del citado relato de una obsesión —casi una posesión— que atraviesa las más de 200 páginas su libro, Un fantasma en la garganta es muchas otras cosas. Por un lado, una reivindicación de las mujeres que, como Eibhlín Dubh Ní Chonaill, han sido borradas de una historia escrita por hombres. “Caoineadh Airt Uí Laoghaire ha sido aclamado en Irlanda durante generaciones y, como tal, es ampliamente estudiado y un tema frecuente de traducción, adaptación y estudio académico. Sin embargo, se sabe sorprendentemente poco de la poeta misma”, argumenta la autora. “Ni siquiera sabemos cuándo murió o dónde está enterrada. Así que, a pesar del merecido reconocimiento a su legado poético, la mujer detrás del poema fue desatendida, incluso dentro de su archivo familiar”, denuncia.
Por otro lado, su libro es una loa de las labores domésticas y de los siempre minusvalorados trabajos de cuidados, entre ellos, cómo no, el ejercicio de la maternidad. “Compuse este libro como una canción en alabanza a la miríada de tareas invisibles que implica cuidar a los demás. El libro fue escrito dentro de ese mundo de cuidado y, en lugar de pasar por alto estos momentos, los incluye”, afirma Ní Ghríofa. Su inclasificable trabajo, de hecho, arranca con una interminable lista de tareas domésticas y de cuidados, propias de cualquier madre con hijos pequeños a cargo. “(…) Siento una enorme satisfacción cada vez que me quito una tarea de en medio. En ese tachón radica la felicidad”, escribe la autora, que entiende que a determinadas personas les pueda resultar extraño llevar una lista de todas las labores que comprende una mañana en casa con niños pequeños. No obstante, en su opinión, ese listado también puede ser un recordatorio de que el trabajo de cuidados es digno e importante por derecho propio: “Algo que puede olvidarse fácilmente en el torbellino de esos días”.
Encontrar lo ordinario en lo extraordinario
Esa reivindicación de la dignidad y la importancia de labores y trabajos que se dan por sentados y que, como tales, parecen carecer de épica también la aplica Ní Ghríofa a la maternidad. “Al decidir llevar a término un embarazo, una mujer entrega su cuerpo con una generosidad tan ordinaria que pasa desapercibida, incluso para ella misma”, escribe en las páginas de Un fantasma en la garganta, en lo que para la poeta es una meditación de asombro ante el acto ordinario (y, sin embargo, extraordinario) de la maternidad. “La gestación y el nacimiento, así como los primeros meses de la maternidad, demandan tanto física y psicológicamente... El acto de cuidar con ternura a un bebé durante un período como este, de tal nivel de agotamiento, me parece milagroso. Los esfuerzos de la maternidad temprana son un logro formidable que merece reconocimiento”.
Ese reconocimiento se expresa en el libro a través de un retrato luminoso de la maternidad y la crianza que contrasta con la tendencia literaria actual a mostrar los lados más oscuros de la experiencia de ser madre. “Yo también he notado este fenómeno y lo encuentro fascinante”, afirma Ní Ghríofa, que considera que los lectores solo se pueden enriquecer si existe una multiplicidad de voces y experiencias. “Encontrarnos con una variedad de representaciones de la maternidad nos permite comprender y empatizar con lo diferente que puede ser cada experiencia individual. En el trabajo de [la escritora italiana] Elena Ferrante, por ejemplo, el personaje de Leda en La hija perdida es bastante distante de mi propia experiencia personal. Sin embargo, gané mucho al involucrarme con su ambivalencia materna. Leda se quedó conmigo. Ese es el poder de la literatura”, reflexiona.
Una literatura cuyos cánones han menospreciado tradicionalmente la experiencia y el relato de la maternidad (“es a la vez una vergüenza y una pérdida”). También los relatos del parto, como el que Ní Ghríofa narra de forma cruda y poética. “El parto es un género literario propio. Cada caso avanza a su manera y, sin embargo, todos comparten ciertos elementos: un paisaje emocional en el que se mezclan la conmoción, la alegría y el miedo. Además, hay mucho en juego: es una historia de vida o muerte, es sangre y mierda, es profundamente humana y transformadora. ¿Te imaginas una historia de parto aburrida? ¡Imposible! Las experiencias de dar a luz son metal fundido, y cuando esculpimos literatura a partir de ellas, siempre estamos llevando a cabo un acto radical”, señala.
Un acto tan radical y revolucionario como hacer de la lactancia materna casi una protagonista más de la novela. La leche con la que Ní Ghríofa amamanta a sus hijos salpica casi cada página de Un fantasma en la garganta, inspirada por la noción de “escribir con tinta blanca”, articulada por la escritora, filósofa y dramaturga Hélène Cixous. “La producción de leche era una fuerza tan propulsora en mi vida en ese momento que no podía imaginar borrarla de la narración”, explica la poeta irlandesa.
“¿Qué va a ser de mí en ausencia de esta tarea, de todo este cultivar y cosechar? Sin leche, ¿cómo veré? Sin leche, ¿quién seré?”, se pregunta la ensayista en el tramo final del libro, cuando está meditando destetar a su hija pequeña. Resulta casi imposible no trasladar a la autora la pregunta, ahora que ya han pasado tres años desde la publicación de su libro en Irlanda: “Mis largos días de bebés, amamantando y persiguiendo el fantasma de una poeta muerta hace mucho tiempo que quedaron atrás y, aunque a veces extraño esos días, probablemente puedas adivinar qué me estaba esperando: en una vida sin leche, ahora dedico todas mis horas a escribir mi próximo libro”.
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