El caso de Bertín Osborne: ¿Puede un padre negarse a ejercer su paternidad?
El artista afirma que se hará la prueba para establecer si hay filiación con el hijo de Gabriela Guillén, pero no será una figura paterna activa. Los expertos explican que cuando los tests son positivos un padre no puede evadirse de cumplir con sus obligaciones paternales
Dentro del mundo de la llamada prensa rosa se dan muchas situaciones que son absolutamente usuales en la vida de cualquier otro ciudadano. Una mujer que se queda embarazada de su pareja, o de quien ella considera que lo es, y que, sorpresivamente, cuando le da la noticia de la futura paternidad este rompe la relación y pone en duda tener algo que ver. Esto es lo que ha pasado con el cantante Bertín Osborne, cuya presunta paternidad del hijo de Gabriela Guillén está llenando las páginas de la crónica social desde hace meses.
El pasado 3 de enero, el mismo día que se conocía el nacimiento del hijo de Guillén, el artista declaraba en una exclusiva a la revista ¡Hola! que no desea ejercer como padre de ese niño, aunque sí reconocía que se va a someter a las pruebas de paternidad. Por su parte, la madre de la criatura ha declarado que le pondrá sus apellidos, es decir, manifiesta que, dolida con las dudas del progenitor, prefiere seguir su maternidad en solitario. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Puede la madre de motu proprio decidir su maternidad en solitario? ¿Tiene derecho el padre a solicitar una prueba de paternidad? ¿Qué obligaciones tendrá si esta es positiva?
“Osborne tiene derecho a pedir las pruebas de paternidad en el juzgado, puesto que la propia Guillén ha dicho que él es el padre”, explica Delia Rodríguez, abogada de familia en Vestalia Abogados. Según detalla, el cantante podrá instar dicha acción en el plazo de un año, el cual comienza a contabilizarse desde el momento en que haya tenido conocimiento de su presunta paternidad. La demanda de impugnación de la filiación, según describe la letrada, consiste en que el progenitor puede recurrir a todo tipo de pruebas a fin de demostrar que él no es el padre del recién nacido, entre las cuales destaca la posibilidad de solicitar la práctica de una prueba biológica. “Esta prueba biológica consiste en un análisis químico mediante la extracción de una muestra de sangre, o de cualquier otra muestra biológica —como la saliva, líquido amniótico, uñas, incluso colillas, chicles o cepillos de dientes— a ambos, supuesto padre y bebé”, agrega Rodríguez. La abogada explica que, en estos casos, lo ideal es que la prueba se haga con el consentimiento de ambos progenitores, evitando así posibles cuestionamientos posteriores relativos a la validez de la misma.
Guillén ha comentado a diversos periodistas que pondrá sus apellidos a su hijo, pero ¿puede negarse a una prueba de ADN si el padre lo solicita? La respuesta es que no. “Si un juzgado admite la solicitud de parte, la madre no podrá negarse a que dicho análisis sea practicado”, incide Rodríguez. Según explica la letrada, algunos progenitores impugnan la prueba, argumentando que se trata de “tortura” y de “falta de respeto a la integridad corporal o física” del menor en cuestión. Pero la realidad, según informa, es que el análisis de cualquier resto orgánico hace posible identificar la existencia o inexistencia de una filiación: “El Tribunal Supremo siempre se ha inclinado a favor de la práctica de la prueba biológica por entender que, en ningún caso, se está menoscabando la integridad física del menor, ni tampoco se le está torturando, ya que cualquier muestra corporal es suficiente para obtener un resultado certero”.
Si una vez hecha la prueba el resultado concluye que efectivamente es el padre, él tendrá las obligaciones propias de cualquier progenitor con respecto a su hijo y “estarán sujetas a un pacto entre ambos progenitores, siempre que estos lo alcanzasen, que se concretarían en un convenio regulador”. Rodríguez puntualiza que este acuerdo no solo afecta a la pensión alimenticia, sino también al régimen de guarda y custodia, de visitas o de periodos vacacionales que el menor pasaría con cada uno.
En cuanto a la parte psicológica, es muy importante recordar que los niños desarrollan una experiencia de vida muy ligada a sus circunstancias. Joanaina Barceló, educadora social y experta en relaciones tóxicas, considera que los adultos deben reconocer sus responsabilidades no solo a nivel económico, sino en cómo afecta emocional y psicológicamente esta situación a los hijos involucrados: “Entender que son los progenitores los que deben dar protección, cuidar, mimar, querer y no eludir sus responsabilidades”. Además, según agrega, desde una perspectiva más psicológica, la ausencia de una figura paterna, especialmente cuando es pública la situación y marcada por el rechazo, puede tener consecuencias emocionales significativas para el niño —como puede ser padecer ansiedad, tristeza, sensación de abandono o de ser diferente, entre otras—.
Para la educadora social, declaraciones y actitudes como las de Bertín Osborne se pueden percibir como evasivas de la responsabilidad parental y un reflejo de normas de género desactualizadas, donde se asume que la crianza y el cuidado son principalmente responsabilidades de la madre. Barceló añade, además, que el lenguaje utilizado por el artista —quien en marzo del año pasado compartió en su Instagram un vídeo en el que mostraba su indignación ante la decisión de una profesora de no celebrar el Día del Padre con sus alumnos, sino el Día de la Persona Especial— para describir a la madre en la entrevista, refiriéndose a ella como “una chica muy decente”, puede interpretarse como paternalista y reduccionista, perpetuando así los estereotipos de género.
Cuando tu padre no te reconoce como hijo
La psicóloga infantil Carmen Romero añade que hoy en día el término familia supone muchas realidades diferentes: “Por ejemplo, antiguamente no se contemplaba una en la que no hubiera padre, salvo que este hubiera fallecido. Cualquier otra variación era señalada con el dedo. Sin embargo, la sociedad ha ido evolucionando y la forma de pensar, también”. “Parejas heterosexuales, homosexuales, familias monoparentales”, ejemplifica, “ya sea por decisión propia o por problemas devenidos después de la concepción o parto del hijo”.
Romero establece que cuando un padre abandona su papel no tiene que ser vivido como un drama: “Lo que realmente importa es que este niño pueda sentir que tiene conexión emocional con su cuidador, en este caso, la madre, y que sienta que hay un esfuerzo por parte del adulto en hacer las cosas bien, sobre todo por amor”. Cuando surgen las dudas, que serán inevitables, según la psicóloga, los padres pueden errar y dar respuestas poco adecuadas, por eso lo mejor es explicar a los hijos que la familia que tienen, sea como sea, es una familia de entrega y respetuosa y que lucha para que cada uno de sus miembros sea feliz. La psicóloga considera que es esencial que ese cuidador que se queda, como podría ser el caso de Guillén, “aunque sienta el abandono de esa pareja, tome la decisión de olvidar que la situación que está viviendo es una desgracia”. Es importante, prosigue, “que la madre se adapte a la nueva situación y transmita al hijo que así también pueden ser felices como tantas otras familias”. Para Romero, lo fundamental es conectar con las necesidades del pequeño a lo largo de la crianza, y aunque sea difícil hacerlo solo, siempre es mejor que forzar una estructura de dos cuidadores cuando el ambiente está totalmente decaído. La psicóloga sostiene que los niños son grandes detectores de los momentos de tensión: “Por lo que no les hace ningún bien mantener la pareja por encima de todo, pensando que es lo mejor para el menor, porque no suele serlo”.
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