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Biden propone para 2025 unos Presupuestos de gasto social sufragado con subidas de impuestos a los ricos

La propuesta, de 7,3 billones de dólares, tiene pocas probabilidades de lograr la aprobación de la Cámara, en manos republicanas

El presidente Joe Biden explica su propuesta de ayudas familiares, este lunes en Goffstown (New Hampshire).
El presidente Joe Biden explica su propuesta de ayudas familiares, este lunes en Goffstown (New Hampshire).Kevin Lamarque (REUTERS)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Subida de impuestos a las empresas y las rentas más altas, más gasto en programas sociales y una amplia gama de medidas para favorecer a la clase media. Los Presupuestos del presidente Joe Biden para el año fiscal 2025, que comienza en octubre, suenan a música conocida, pero también a reclamo electoral, al marcar con claridad las diferencias que separan al demócrata de los republicanos. Biden ha enviado este lunes su propuesta, de 7,3 billones de dólares —bastante más que los 5,8 billones de 2023—, al Congreso, aunque es de prever que la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, aún escasa, vuelva a frenarla, como hiciera con los Presupuestos del año anterior.

Biden recupera no solo el tono del arranque de su mandato, en 2021, con su magno programa de inversiones, su apuesta por la producción en EE UU y su combate del cambio climático, también el impulso que definió su discurso del Estado de la Unión, el jueves pasado: un alivio para los demócratas, que temían la imagen del anciano desmemoriado que proyectaban los sondeos y que, al contrario, se encontraron con un líder enérgico dispuesto a dar la batalla.

La propuesta de la Casa Blanca solo incluye cambios relativamente pequeños respecto al plan presupuestario presentado el año pasado y que no llegó a ninguna parte por la oposición republicana en el Congreso. El texto reitera su petición de que los legisladores aprueben unos 100.000 millones de dólares para reforzar la seguridad fronteriza y ayudar a Israel y Ucrania. De nuevo, la mayoría de las medidas previstas para 2025 no tienen prácticamente ninguna posibilidad de convertirse en ley este año, dado que los republicanos se oponen rotundamente a su agenda fiscal. La semana pasada, los republicanos de la Cámara aprobaron una propuesta presupuestaria cuyas prioridades distan mucho de lo que solicitan los demócratas.

Tras dos años de inflación en máximos, y pese al buen rumbo de la economía, los votantes siguen considerando que la situación de sus finanzas no es buena. La clase media es hoy la espina dorsal de su programa económico y social, como lo fuera en sus promesas electorales en 2020, de ahí los abundantes guiños a las clases bajas y medias bajas. “A demasiadas familias trabajadoras les cuesta demasiado encontrar un buen hogar, por lo que estamos trabajando para reducir los costes y aumentar la oferta de viviendas en todo el país”, dice Biden. El Presupuesto, añade, “restablece la ampliación de la desgravación fiscal por hijo que promulgué, que redujo la pobreza infantil casi a la mitad en 2021; y garantiza a la gran mayoría de las familias una atención infantil de alta calidad por no más de 10 dólares al día, al tiempo que aumenta el salario de los trabajadores de la atención infantil. Ofrece preescolar gratuito universal para los cuatro millones de niños estadounidenses de cuatro años”, una medida que choca, por ejemplo, con la retirada de subvenciones a ese tramo escolar en ciudades demócratas como Nueva York.

Según la propuesta de nuevos Presupuestos, los padres obtendrían una mayor desgravación fiscal por hijos, reduciendo los impuestos en una media de 2.600 dólares para 39 millones de familias de ingresos bajos y medios. La Administración demócrata pretende también reforzar el crédito fiscal en la declaración de la renta de los trabajadores con bajos salarios que no están criando a un niño en su casa, reduciendo los impuestos en una media de 800 dólares al año para 19 millones de personas o parejas trabajadoras. La desgravación social por hijos y el cuidado de estos no son cuestiones accesorias, pues están en la raíz de fenómenos tan dramáticos como la pobreza infantil, que ofrece cifras tan alarmantes como la realidad del 25% de los menores de Nueva York en situación de indigencia.

Los últimos presupuestos del primer mandato de Biden, redactados para ganar las elecciones, contemplan también consagrar algunas protecciones de la ley de Asistencia Sanitaria Asequible, la conocida como Obamacare, que expiran el año que viene, algo que ya esbozó en el discurso del jueves. Otro de los asuntos que abordó en ese mensaje fue el tope en el coste de los medicamentos, y en consonancia, vuelve a pedir al Congreso que el límite de 2.000 dólares en el coste de los medicamentos y de 35 dólares en insulina —algo de capital importancia para los millones de diabéticos de EE UU— se aplique a todos, y no solo a los beneficiarios de Medicare, la cobertura sanitaria pública para los mayores de 65 años. El borrador incluye también una amplia gama de medidas para combatir los elevados costes de vivienda y matrículas universitarias, tras su apuesta por condonar o cuando menos reducir la deuda universitaria que mantiene maniatados durante décadas a muchos licenciados. Casi todos los puntos que ahora figuran negro sobre blanco en la propuesta de Presupuestos fueron citados en su alocución del jueves.

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Donde más difícil lo va a tener Biden para sacar adelante el programa de máximos que son todos los presupuestos es en el impuesto de sociedades y a las rentas más altas, con una recaudación prevista de cinco billones de dólares a lo largo de una década gracias a esas nuevas tasas. Funcionarios de la Administración demócrata explicaron este lunes que ese objetivo se dividiría a partes iguales entre las empresas y las rentas más altas del país, y que los estadounidenses que ganan menos de 400.000 dólares al año disfrutarían de recortes fiscales por un total de 750.000 millones de dólares.

Pocas de las propuestas de los Presupuestos 2025 constituyen una novedad. El programa Made in America de la campaña electoral de 2020, dio paso en su agenda de gobierno a Invertir en América, pero los objetivos eran, y son hoy, los mismos: promover la creación de empleo, reforzar las cadenas de suministro y la seguridad nacional para superar la dependencia estratégica de China, impulsar el liderazgo estadounidense en la fabricación y la innovación —un guiño a su apuesta por la fabricación nacional de microchips o coches eléctricos—, y hacer frente a la crisis climática, el objetivo de su ambiciosa Ley de Reducción de la Inflación (IRA, en sus siglas inglesas). Antes de las elecciones de medio mandato de noviembre de 2022, Biden logró sacar adelante, con relativas dificultades, sus magnos planes de inversión, pero desde que los republicanos se hicieran con el control de la Cámara, sus esfuerzos se han vuelto aún más ímprobos.

El triple guiño de Biden cuando afronta el final de su primer mandato está ahí, en las farragosas páginas de unos Presupuestos: a la vez legado, programa electoral y hoja de ruta de gobierno si en noviembre logra imponerse a Donald Trump en las urnas. Si todos los años la presentación del documento acapara titulares, este año lo hace con letras de molde.

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