Joe Biden evita proclamar su victoria y llama a la conciliación
El demócrata afirma que logrará 300 votos electorales: “Los números son claros, vamos a ganar esta carrera”
El anunciado como discurso a la nación de Joe Biden se convirtió el viernes en la tercera apelación a la calma y a la legalidad del escrutinio en tres días mientras el conteo de los votos continúa y afianza el avance del demócrata, que tiene en estos momentos una significativa ventaja en Pensilvania, Arizona y Nevada y se mantiene en cabeza en Georgia (bastión republicano que no ha votado a un presidente demócrata desde 1992). Sin darse ya por ganador, el candidato demócrata se mostró confiado: “Los números son claros. Vamos a ganar esta carrera”.
Sesenta y dos horas después del cierre de las urnas, una inyección de alegría, orgullo y alivio sacudía Wilmington (Delaware), una vez confirmado que el candidato demócrata superaba a su rival en Georgia y Pensilvania. Sus seguidores se concentraron en el aparcamiento inhóspito de un centro de convenciones a cuyo escenario, cobijado por una gigantesca bandera estadounidense, el más que probable presidente electo de EE UU subió con tres horas de retraso sobre el horario previsto, al filo de las once de la noche (hora de la Costa Este del país, cinco de la madrugada hora peninsular española). Sus fieles se habían ido congregando en el lugar desde primera hora de la tarde para oírle cantar victoria. Wilmington ansía poder coronar por fin a uno de los suyos como presidente electo.
“Vamos a ganar esta carrera”, dijo Biden. “No vamos a declararnos vencedores aún. Vamos a ganar en Pensilvania, ya controlamos Arizona y Nevada, pero los números son claros, vamos a ganar esta carrera con clara mayoría, en la senda de los 300 votos electorales”. Esos 300 votos son treinta más de los 270 necesarios para proclamarse ganador (el viernes contaba con 253).
En un mensaje más institucional que los anteriores, Biden afirmó que afrontará la crisis sanitaria del coronavirus, la recuperación económica, el cambio climático y el racismo sistémico sin esperar el resultado definitivo para ponerse a trabajar. “Desde el primer día [en la Casa Blanca] aplicaremos nuestro plan para controlar la pandemia, que es cada día más inquietante, pero también abordaremos la recuperación económica, que se está ralentizando”, añadió.
“Espero poder dirigirme a los estadounidenses mañana [por este sábado]” para anunciar el resultado definitivo, afirmó, no sin lanzar un guante a su beligerante rival: “Es hora de que nos unamos como nación“. Biden hablaba de sanar las heridas de un proceso convulso por las acusaciones de fraude de Trump, sus demandas contra el escrutinio en algunos Estados y su negativa a aceptar la derrota. “Somos oponentes, no enemigos, somos americanos, y da igual por quién hayas votado”, declaró. ”Podemos dejar atrás el odio y la demonización [del contrincante]. No va a ser fácil, pero cuando gobierne, lo haré para todos los estadounidenses".
Tímidos aplausos coronaron su intervención, en la que estuvo flanqueado por Kamala Harris, la que se espera que sea su vicepresidenta. Lo tardío de la hora y la larga espera de sus simpatizantes habían hecho mella en el ánimo de los espectadores.
Riadas de personas, en su mayoría familias, enfilaban a primera hora de la tarde entre cortes de tráfico y controles policiales el aparcamiento del Chase Center. “Aquí el 99,9% de la gente le conoce, a él o a algún miembro de su familia”, explicaba Christina, que dirige una ONG de apoyo a la investigación del cáncer de mama. “Tenemos mucho trato con [su esposa] Jill, que está muy implicada en nuestra iniciativa y cuya defensa nos han dicho que asumirá como primera dama, junto con otras causas. Conocíamos mucho a Beau [el fallecido hijo de Biden], tuvimos mucho contacto durante su época como fiscal general de Delaware, y a la pequeña, Ashley, que trabaja en una ONG contra la pena de muerte; la hemos visto crecer. Es uno de los nuestros, estamos tremendamente orgullosos de verle en la Casa Blanca y de que lleve el nombre de Wilmington y Delaware por el mundo. ¡Nos van a conocer en todas partes!”.
“Yo tengo un subidón desde el momento en que la marea roja [color del Partido Republicano] empezó a teñirse de azul [demócrata] a medida que avanzaba el escrutinio, ahí empecé la fiesta", afirmaba Kevin Morgan, un joven informático afroamericano que debe su formación, aseguraba, a una de las becas impulsadas por Biden. "No sé si esta noche habrá una gran celebración, es probable que no, por la pandemia. Pero da igual, ¡estoy tan orgulloso de que nuestro vecino llegue a la Casa Blanca! Es el líder que este país necesita justo cuando deberíamos ser referencia y modelo para el resto del mundo en la lucha contra la pandemia, y sin embargo hemos dado un espectáculo bochornoso por culpa de Trump… La victoria de Biden demuestra que hasta lo más difícil es posible”. Efectivamente, no hubo fiesta, pero la celebración iba por dentro.
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