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Un diálogo a tres bandas, el riesgo del ‘teléfono roto’ sobre Ucrania

Estados Unidos coordinará este domingo y lunes las negociaciones con Rusia y Ucrania en Arabia Saudí para sellar un alto el fuego de 30 días

El presidente Zelenski visitaba este sábado la región de Donetsk, en una imagen oficial.
Cristian Segura

La escena puede ser una de esas ocasiones excepcionales que sirven de inspiración para thrillers políticos del cine y la literatura. En una sala estará la delegación ucrania y en otra, la rusa. Entre las dos irán moviéndose los representantes de Estados Unidos, transmitiendo a una parte la posición de la otra. Así contempla la Casa Blanca que se desarrolle el lunes en Riad una negociación a tres bandas que debe sellar el alto el fuego por el cual Ucrania y Rusia dejarán de atacar sus infraestructuras energéticas durante un mes. También se discutirán los pormenores de una tregua marítima para que se reactiven las exportaciones ucranias en el mar Negro. La complejidad de la reunión, con dos enemigos que se odian y un mediador imprevisible (Donald Trump), pondrá a prueba un diálogo marcado hasta ahora por amenazas y malentendidos.

Keith Kellogg, emisario del presidente de EE UU para Ucrania, explicó el jueves que el formato pensado para la cita del lunes sería esta suerte de “diplomacia de lanzadera”, como él la ha definido. Ni los rusos ni los ucranios lo han confirmado. Kiev sí rechaza que su delegación tenga contacto directo con los representantes del país invasor. Lo único cierto es que los equipos de los tres Estados estarán en Riad. Está previsto que la delegación de Trump se reúna también el día anterior, este domingo, con los enviados del Kremlin.

Zelenski junto a Keith Kellogg, en Kiev (Ucrania), el 20 de febrero.

Algo parecido sucedió en julio de 2022 en Estambul, con la mediación del Gobierno turco y de Naciones Unidas, cuando los dos enemigos firmaron por separado el llamado Acuerdo del grano, por el que Rusia permitió durante un año que los mercantes ucranios zaparan con cereales en el mar Negro. Las únicas negociaciones directas entre ambos bandos se llevaron a cabo en febrero y marzo de 2022, al inicio de la invasión, cuando representantes de Zelenski y del líder ruso, Vladimir Putin, buscaron en Bielorrusia y en Turquía un cese de las hostilidades.

Teléfono roto

Las negociaciones a tres bandas sobre una hipotética paz en Ucrania han tenido situaciones que recuerdan al juego del teléfono roto. La lógica del juego es sencilla: una persona susurra unas frases al oído de otra; el segundo participante transmite en voz baja a un tercero lo que ha escuchado y así sucesivamente. En muchos casos, lo que recibió el último participante termina siendo diferente de lo que dijo el primero.

Esta semana se han producido dos momentos de gran relevancia en los que los jugadores del teléfono ucranio han interpretado a su manera, según sus intereses, lo que les transmitía su interlocutor. El presidente de EE UU y su homólogo ruso se entrevistaron telefónicamente el 18 de marzo. La Casa Blanca y el Kremlin emitieron diferentes comunicados interpretando cada uno el contenido de la llamada. La parte rusa afirmó que Putin había hecho saber que su exigencia para proseguir con futuras negociaciones es que Ucrania deje de recibir asistencia militar internacional. Trump aseguró a los medios que no habían hablado de esto. Al día siguiente, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, subrayó que los dos mandatarios sí habían tratado este veto armamentístico.

El teléfono volvió a romperse el 19 de marzo, esta vez en la conversación que mantuvieron Trump y Zelenski. La portavoz de la Casa Blanca aseguró que el presidente había propuesto a su homólogo ucranio que este traspase la titularidad de las centrales nucleares de su país a empresas estadounidenses, como la manera más efectiva de garantizar su seguridad. El líder ucranio explicó en una rueda de prensa a última hora de ese 19 de marzo que solo habían debatido la posibilidad de invertir en la planta atómica de Zaporiyia, la mayor de Europa y actualmente bajo ocupación rusa. Al mismo tiempo, el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, y su consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, emitían un comunicado que desacreditaba a Zelenski: “Trump dijo que EE UU podría ser de gran ayuda gestionando estas centrales con su electricidad y experiencia. La propiedad americana de estas plantas sería la mejor protección para estas infraestructuras”.

El momento quizá más embarazoso en este juego del teléfono roto se produjo el 11 de marzo en la reunión entre las delegaciones estadounidense y ucrania en Yeda, Arabia Saudí. De esta cita salió la propuesta conjunta de un alto el fuego total durante 30 días, una idea que Putin no ha querido suscribir. Andrii Yermak, mano derecha de Zelenski, afirmó que no habían abordado la cuestión más espinosa de un posible fin de la guerra, el control de los territorios ocupados. Pocas horas después, Waltz explicó que por supuesto que habían discutido el asunto, y que incluso él había puesto sobre la mesa un mapa de Ucrania para dibujar sobre este el posible reparto de territorios.

El acuerdo de los minerales ha sido otro foco de desencuentros. Este tratado entre Washington y Kiev, todavía pendiente de firmar, establece que EE UU tendrá el control de un fondo común que gestionará los ingresos procedentes del 50% de los minerales estratégicos, el petróleo y el gas natural ucranios. Las maneras de descifrar la letra pequeña, en lo que concierne a la ayuda en defensa que daría a cambio el Pentágono, ha dado material para un culebrón de desencuentros.

Este pacto ha sido una exigencia de Trump para plantear cualquier asistencia futura a Kiev. Cuando se anunció la entente sobre los minerales, el 26 de febrero, la primera voz oficial en explicar su contenido fue el primer ministro ucranio, Denis Shmihal. En un intento de vender la idea de que Ucrania se había salido con la suya y que el pacto no era abusivo, Shmihal afirmó en la televisión estatal que con un párrafo del texto Washington se comprometía en materia de defensa. Un poco más tarde era el propio Zelenski quien dejaba a su primer ministro en evidencia: el documento no incluía ninguna garantía en este sentido.

Los tira y afloja han sido constantes desde entonces. Mijailo Podoliak, asesor de la oficina del presidente ucranio, explicó el 7 de marzo a EL PAÍS que el pacto de los minerales contará con una cláusula específica sobre defensa. Pero la Casa Blanca ha negado hasta ahora que esto sea así porque se tratará en un acuerdo aparte.

Los analistas ucranios entrevistados esta semana por este diario coinciden en que el principal interrogante, la pieza que falla en el juego del teléfono, es saber de qué parte está Trump. “EE UU es sobre el papel un aliado estratégico de Ucrania, pero lo cierto es que se están aprovechando de nuestra debilidad”, afirmó Mijailo Gonchar, director del centro de estudios políticos Strategy XXI. Iliya Kusa, analista del Instituto Ucranio para el Futuro, dio por hecho el 17 de marzo unas jornadas en Kiev que EE UU persigue construir una alianza estratégica con Rusia y que el futuro de Ucrania es secundario en este proceso.


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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa y en 2025, el premio internacional de periodismo Julio Anguita Parrado.
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