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El rearme europeo para sobrevivir en el nuevo orden mundial aboca a más deuda y ajustes fiscales

La necesidad de aumentar el gasto en defensa fuerza a la UE, los Estados miembros y otros socios a cambios profundos en sus cuentas públicas y en sus planes presupuestarios en el futuro inmediato

Desde la izquierda: los presidentes del Consejo Europeo, Antonio Costa, de Ucrania, Volodimir Zelensky, y de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.Foto: Stephanie Lecocq (REUTERS) | Vídeo: EPV
Manuel V. Gómez

Las carreras armamentistas se pagan con mucho dinero público. Las ansias imperialistas de Rusia y el cambio de inquilino en la Casa Blanca han forzado a Europa a entrar en esa competición de una vez por todas. Los gobiernos, por tanto, van a tener que hacerle un hueco más grande en los presupuestos a la partida militar en forma de cientos de miles de millones de euros. La idea general es la misma en toda Europa, pero se modula con distintos matices en cada capital: las emisiones masivas de deuda, como ya pasó durante la pandemia, aparecen como la primera opción en Berlín o Bruselas; París ha dejado claro que piensa en más impuestos; Londres ha anunciado que habrá recortes en unos capítulos —la ayuda al desarrollo— para pagar los gastos en seguridad y defensa.

“Tendremos que tomar nuevas decisiones presupuestarias y realizar inversiones adicionales que ahora se han convertido en esenciales”, explicó el presidente francés, Emmanuel Macron, un día antes del Consejo Europeo de este jueves, en el que la UE ha solemnizado este salto histórico para Europa. En ese encuentro, Macron propuso a los otros 26 Estados miembros “el famoso impuesto digital que se viene barajando desde hace varios años”, en sus propias palabras. La idea tiene mucho de simbólica, porque él lleva años impulsando esta iniciativa, que ya se encontró con el rechazo y las amenazas de Donald Trump durante su primer mandato. Y es ahora, precisamente a raíz de la vuelta del republicado al poder, que Europa se autoimpone el rearme.

De cómo ha crecido el sentimiento de amenaza existencial para Europa en las últimas semanas da cuenta que en una sola tarde y sin oposición inicial —habrá que esperar a ver los detalles— se aplaudiera en la cumbre la propuesta de la Comisión de un fondo con deuda común de 150.000 millones para gastar en defensa. Llegar al acuerdo político de crear el Fondo de Recuperación en plena pandemia, con miles de muertos al día, llevó cinco días de negociaciones en Bruselas.

Daniel Fuentes, profesor de Economía en la Universidad de Alcalá, admite que hay un consenso para incrementar la partida militar, pero resalta el contraste con situaciones críticas parecidas vividas hace no muchos años: “Llevamos 15 años sufriendo shocks [crisis financiera, pandemia] y cada vez que se ha hablado de aumentar el gasto público, han aparecido condiciones y exigencias aparejadas. Ahora, no”. Y a continuación advierte: “Vemos claro que hay que gastar en defensa, Bruselas suspende las reglas fiscales para esto. Vale. Pero esa decisión, política o administrativa, no convierte automáticamente en sostenible la deuda ni los déficits”.

Países con poco margen fiscal

Fuentes expone las tres vías de financiación esbozadas en las tres grandes capitales europeas: aumentar los ingresos con impuestos, emitir deuda o recortar en unas partes del presupuesto para hacer más hueco a la defensa. Aunque se pueden combinar, una no excluye a las otras. Y, además, hay otro factor: ¿a cuánto ascenderá finalmente la deuda común que emita la UE y si todo será para dar préstamos a las capitales o también habrá transferencias? Que Macron y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, apuesten con fuerza por el presupuesto común para financiar la defensa tiene una explicación clara: dirigen gobiernos sin mucho margen fiscal. Que Bruselas se hiciera cargo de más parte de la financiación les libraría a ellos de hacer ajustes o, al menos, reducirlos, y emitir menos bonos.

La deuda es también la primera opción de Sander Tordoir, economista jefe del Centro para la Reforma Europea: “Tiene sentido financiarlo con deuda, sobre todo porque la amenaza es existencial y los beneficios económicos potencialmente elevados. Además, avivará la demanda industrial”. Pero este investigador advierte que después “habrá que pagar impuestos”. “Creo que los recortes en gastos sociales en este momento desestabilizarían el tejido social de la UE cuando ya hay mucho miedo”, continúa en referencia al aumento del respaldo a la ultraderecha, cercana a Putin y Trump.

Tordoir se distancia de su compatriota Mark Rutte, secretario general de la OTAN, organización que pide a sus miembros (casi todos los países europeos) un gasto mínimo del 2% del PIB al año en defensa. “Por término medio, los países europeos gastan fácilmente hasta una cuarta parte de su PIB en pensiones, sanidad y protección social, y solo necesitamos una pequeña fracción de eso para reforzar mucho más la defensa”, declaró el también ex primer ministro holandés en enero.

Pero, por ahora, los recortes de una parte del presupuesto para financiar la seguridad no parecen la opción favorita de los gobiernos. La mayoría se inclinan por subir impuestos (Estonia, país que ya gasta el 3,5% del PIB en defensa, lo ha hecho) y, sobre todo, por emitir deuda. Las negociaciones para formar Gobierno en Alemania ya han dado un primer resultado: se aliviará el freno de la deuda para crear un fondo de medio billón de euros para invertir en relanzar la economía alemana y en defensa en 10 años. Tanto ese horizonte temporal como que Berlín esté reclamando que Bruselas plantee una nueva reforma de las reglas fiscales porque no basta con la suspensión temporal propuesta demuestra que el probable próximo Ejecutivo alemán está pensando que el cambio que se avecina es estructural.

Los mercados han recibido este anuncio encareciendo los bonos, tanto los alemanes como los del resto. Pero no se ha desatado ninguna tormenta. Las primas de riesgo se han mantenido estables. Los informes emitidos por analistas de UBS, Goldman Sachs o Bank of America creen, al menos para el caso de la primera economía europea, que el estímulo que supondrá esa inyección de dinero impulsará una economía ahora mortecina. También un documento emitido este viernes en Kiel (Alemania) por el Instituto para la Economía Mundial concluye que los inversores han recibido bien el anuncio porque “interpretan que estas medidas como un estímulo económico y no como un riesgo fiscal”.

Se sale de esta línea de análisis Carsten Brzeski, economista jefe de ING: “El aumento propuesto del gasto europeo en defensa puede ser un ‘momento decisivo’, según Von der Leyen. Y en un momento en que la economía de la eurozona ha vuelto a caer en el estancamiento, podría pensarse que cientos de miles de millones de gasto fiscal adicional bastarán para reactivar las estancadas economías europeas. Pero tenemos dudas. Aunque el gasto adicional puede marcar la diferencia en el crecimiento, no va a ser inmediato y el impulso final al PIB será moderado en los próximos años”, escribe en una nota de este viernes.

También muestra algunas dudas Carlos Martínez Mongay, antiguo alto cargo de la Comisión. Él no ve mucho problema en que se emita deuda, “otra cosa es qué países la emiten”. Este economista mira así a las distintas posiciones fiscales de Alemania, muy holgada, frente a la de países como Francia y, sobre todo, España e Italia. Por eso, muestra más interés en cómo se articulará el fondo de 150.000 millones que en la suspensión temporal de las reglas fiscales.

Para conocer los detalles habrá que esperar. No así para saber que la carrera armamentista contra Rusia está lanzada. Lo dejó claro Donald Tusk, primer ministro de Polonia, el país que más gasta en defensa de la OTAN, en un mensaje en X antes de empezar el Consejo Europeo de este jueves: “La nueva carrera armamentística iniciada por Putin no ha dejado a Europa otra opción. [...] Europa se armará con más sabiduría y más rapidez que Rusia”.



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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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