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Israel revoca la acreditación a ocho diplomáticos noruegos tras el reconocimiento del Estado palestino

“Aquellos que nos atacan pagarán un precio”, asegura el ministro de Exteriores. Oslo, que en mayo dio el paso de reconocer al Estado de Palestina junto con España e Irlanda, adelanta que la decisión del Gobierno de Netanyahu tendrá “consecuencias”

Per Egil Selvaag
Per Egil Selvaag, embajador de Noruega en Israel, ve junto con las embajadoras de España e Irlanda un vídeo de Hamás llevando durante su ataque del 7 de octubre contra Israel, el pasado mayo en Jerusalén.Ammar Awad (REUTERS)
Antonio Pita

El pasado mayo, España, Irlanda y Noruega reconocieron el Estado de Palestina. Israel calificó la decisión de “recompensa a Hamás”, difundió vídeos de burla (en los que el grupo islamista les agradecía la decisión) y mostró a los embajadores de los tres países una desagradable grabación del secuestro de soldadas durante el ataque del 7 de octubre de 2023. “La decisión tendrá consecuencias más graves para nuestras relaciones”, advirtió entonces el director general de la diplomacia israelí, Yaakov Blitshtein.

Con el paso de los meses, la polémica se enfrió. Hasta este jueves, cuando el ministro de Exteriores, Israel Katz, ha anunciado que dejará de acreditar a diplomáticos noruegos ante la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y que revocará dentro de una semana el estatus diplomático a los ocho que tratan con la ANP. Su visado, que expide Israel, tendrá tres meses de validez, para preparar su marcha. “Aquellos que nos atacan y llevan a cabo una política parcial contra nosotros pagarán un precio”, ha señalado el ministro en la red social X.

El embajador noruego en Tel Aviv, Per Egil Selvaag, recibió la nota diplomática este jueves en la sede de Exteriores. El detonante parece haber sido la presentación por Noruega, tres días antes, de sus observaciones de amicus curiae (cuando un país, persona u organización ofrece su ayuda, sin ser parte del caso) ante el Tribunal Penal Internacional (TPI). En ellas, subraya que los Acuerdos de Oslo (que ayudó a forjar) no limitan de modo alguno la jurisdicción del tribunal sobre los crímenes cometidos en Palestina. El fiscal jefe del TPI, Karim Khan, pidió el pasado mayo a los jueces órdenes de detención por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu; su ministro de Defensa, Yoav Gallant; y tres dirigentes de Hamás, de los que Israel solo da por vivo al recién nombrado líder político, Yahia Sinwar.

En su mensaje, Katz desglosa la lista de agravios hacia Oslo: “En lugar de luchar contra el terrorismo palestino después del 7 de octubre y apoyar a Israel en su guerra contra el eje del mal iraní, Noruega optó por recompensar a los asesinos y violadores de Hamás reconociendo un Estado palestino. Pero no se detuvieron allí: también se unieron a la demanda infundada contra nosotros [por genocidio] en el Tribunal Penal Internacional, solicitando órdenes de arresto para el primer ministro y el ministro de Defensa. Noruega ha seguido una política parcial en la cuestión palestina y, por lo tanto, quedará excluida de cualquier participación en ella”.

La medida supone previsiblemente el fin de la representación diplomática tanto ante la ANP como en Israel, para no mantener una sin la otra. El ministro de Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide, ya la ha calificado de “acto extremo” que “afecta a la capacidad del país para ayudar a la población palestina” y tendrá “consecuencias en la relación con el Gobierno de Netanyahu”. También la ha interpretado como una nueva muestra de que el primer ministro israelí “trabaja de forma activa en contra de una solución de dos Estados”. El ministro, al que la diplomacia israelí rechazó el mes pasado una petición de visita, no especificó las medidas que tomarán. Solo dijo que las están estudiando.

Dos representaciones

Noruega tiene una Embajada en Israel (en Tel Aviv) y otra en Al Ram, entre Jerusalén y Ramala, que lleva las relaciones con la Autoridad Nacional Palestina, gestiona los visados de los palestinos y presta servicio a sus nacionales. Las de Eslovenia e Irlanda, que también han reconocido este año al Estado palestino (lo hacen ya 144 de los 193 países miembros de Naciones Unidas), están en Ramala, donde se encuentra la famosa Muqata (la sede presidencial) y los ministerios de la ANP.

Sus casos son diferentes al de España, que ejerce esas funciones por medio del consulado general en Jerusalén, uno de los ocho considerados históricos en Tierra Santa. Data de 1853 ―de la época de la reina Isabel II, un siglo antes del nacimiento del Estado de Israel― y gestiona la Obra Pía, el patrimonio del Estado español en la zona. Las relaciones con Israel van a través de la Embajada en Tel Aviv.

El pasado mayo, el ministro Katz prohibió al consulado español en Jerusalén “prestar servicios a los palestinos” en Cisjordania, en represalia por el reconocimiento del Estado palestino y por el empleo por parte de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de la frase “Desde el río hasta el mar”.

Noruega tiene una particular vinculación con el conflicto de Oriente Próximo. Su capital da nombre a los acuerdos más importantes firmados entre israelíes y palestinos, en 1993. En enero, Oslo usó su rol para facilitar un mecanismo puente que desbloquease la entrega a la ANP de fondos que Israel recauda y está obligado a transferirle, en virtud de dichos acuerdos. El ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, venía reteniendo la parte destinada a los salarios de los funcionarios en Gaza y la ANP se negaba a aceptar solo una parte, aunque acabó cediendo.

En mayo, cuando Noruega reconoció al Estado de Palestina, Smotrich pidió deshacerse del mecanismo. La pasada semana ya arañó 100 millones de séquels (unos 24 millones de euros) de la suma que corresponde legalmente a la ANP, para dárselos a familiares de víctimas del terrorismo.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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