Guerra de guerrillas en Gaza: así rebrota Hamás en territorios que Israel daba por controlados
Las tropas de ocupación están lejos de someter a la resistencia armada palestina, cuyos batallones resurgen en zonas de la Franja donde se dieron por desactivados, tras casi diez meses de guerra
Cuando en la tarde del viernes Israel confirmó que había matado a Ayman Showadeh, apodado Abu Ahmed (padre de Ahmed), uno de los jefes de Hamás en el barrio de Shujaiya (Ciudad de Gaza), las redes sociales palestinas llevaban más de un día alumbrando condolencias, loas y homenajes. Unos, los israelíes, cantaron victoria por haber logrado eliminar a un mando enemigo. Otros, los palestinos, también, porque un nuevo mártir de la causa ya había dado el salto al “paraíso”.
Para unos, Showadeh era subcomandante del grupo armado en esa zona, un “terrorista” que ha protagonizado numerosos ataques contra tropas israelíes y, además, participó a nivel de dirección en la matanza de unas 1.200 personas el 7 de octubre en territorio israelí. Para los otros, se trataba de un histórico combatiente contra la ocupación que, en efecto, participó en los asesinatos de octubre, “venerable caballero” hijo de un exministro de Justicia, un “héroe temido” que ha “combatido por los callejones (de Shujaiya) hasta encontrarse con Dios”.
Tras más de nueve meses, la guerra, la más larga y mortífera que sufre Gaza, parece haberse cronificado. Los batallones de Hamás resurgen en puntos donde habían sido dados por liquidados. De forma paralela, el ejército israelí ha instalado bases y montado infraestructuras que indican que no tiene previsto salir en el corto y medio plazo. Hasta ahora, solo ha habido un alto el fuego y fue la última semana de noviembre, al principio del conflicto.
“Para Israel esto ya es un desastre”, opina el analista militar Jesús Manuel Pérez Triana. Cree que el Estado judío partió de una estrategia equivocada desde el principio, se marcó unos objetivos inalcanzables, no tenía un calendario ni plan de retirada y, ahora, lo está pagando. “La única forma que tenía Israel de plantearse una campaña victoriosa era establecer unos objetivos limitados. Vamos a volver a traer a todos los rehenes a casa. Vamos a reducir en una cantidad significativa la infraestructura, los medios, la capacidad de Hamás, pero sabiendo que iba a ser siempre un objetivo limitado”, señala en conversación telefónica.
Pero el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha insistido e insiste en que busca eliminar de manera absoluta toda capacidad militar y política de Hamás, algo que hasta su propio ejército cree que no es factible. Por tanto, entiende Pérez Triana, el problema no viene únicamente de la capacidad de la resistencia palestina, sino de que Israel “tenía que haber acabado esta guerra hace ya mucho tiempo”.
En esos callejones de Shujaiya, a veces horadados con túneles como gran parte de la Franja, los combates han sido intensos en las dos últimas semanas. El ejército israelí, que parece haberse retirado en las últimas horas, se vio obligado a regresar al barrio tras haber dado por eliminado al batallón local de Hamás, que ha acabado por rebrotar y hacerles frente con numerosas emboscadas. Lo mismo ha ocurrido en otros puntos de Gaza que, en los últimos meses, habían sido dados por sometidos. Shujaiya es uno de los bastiones de la resistencia donde Hamás planta cara a un ejército que le supera por mucho en número de hombres, en armamento y en tecnología. Pero las tácticas de la guerra de guerrillas en un entorno urbano que los autóctonos conocen al dedillo hacen que, a veces, las fuerzas no sean tan dispares.
“Una falsa sensación de control”
Para Pérez Triana, el ejército acaba teniendo “una falsa sensación de control durante una semana. Luego, por los huecos, se vuelven a colar (los milicianos) y entonces empieza el goteo de una bomba aquí, un francotirador allá y llegan las bajas”. Y pone como ejemplo la batalla de Faluya que libraron en Irak las tropas de ocupación estadounidenses hace dos décadas.
Los milicianos palestinos, como los militares israelíes, graban cada día sus ofensivas contra las tropas de ocupación en una operación propagandística que tiene gran impacto sobre todo en medios árabes —no existen para los medios israelíes— y en redes sociales, con el consiguiente impacto que eso tiene en generaciones futuras de activistas. Se les ve preparando bombas que entierran en las calles o colocan en edificios y después hacen estallar al paso de los tanques, las excavadoras, los blindados enemigos o los soldados de infantería.
También localizan pisos y edificios en los que se ocultan los francotiradores israelíes y les enfocan antes de dispararles con rifles o lanzagranadas. Se les ve incluso en medio de los escombros con chancletas y camiseta mientras tuestan pan en una precaria candela y compartir té entre operación y operación. Adornan esos vídeos con una banda sonora rimbombante, y deforman las voces y ocultan los rostros de los protagonistas para tratar de no ponérselo fácil a los servicios secretos israelíes.
“Francotiradores, emboscadas, edificios llenos de explosivos que son detonados cuando entran los soldados israelíes y colapsa el edificio. En fin, no es que nos esté sorprendiendo que este tipo de cosas sucedan en combate urbano”, señala Pérez Triana. Cree que es muy complicado consolidar el control “casa a casa y barrio a barrio” en una zona tan densamente poblada como Gaza. Recuerda, además, la vulnerabilidad ante la acción de la resistencia de los tanques y los vehículos blindados en esas zonas estrechas de las ciudades, como se puede observar en los vídeos de Hamás.
Coincidiendo con el noveno mes de guerra tras el ataque de Hamás que mató en Israel a unas 1.200 personas, el pasado 7 de octubre, el portavoz del grupo, Abú Obeida, aseguró que mantienen la resistencia a lo largo de toda la Franja. La batalla por Rafah, en el sur, o Shujaiya, en el norte, son, según él, muestras de ello. Añadió que, pese a las bajas, siguen reclutando miles de combatientes e, incluso, reutilizando armamento no detonado del enemigo. Dijo, además, que tiene documentos que harán en su día, cuando los publiquen, daño a Israel y que los rehenes israelíes en Gaza se han convertido en un “juguete” en manos de Netanyahu.
Con más de 38.400 muertos y un altísimo nivel de destrucción en Gaza, la contienda se adentra en su décimo mes. En este tiempo, Israel no ha logrado desactivar esa resistencia armada palestina, liderada por las brigadas de Ezedín Al Qassam, el brazo militar de Hamás al que pertenecía Showadeh.
Los más altos responsables del grupo en la Franja, con Yahia Sinwar a la cabeza, siguen sin ser capturados o asesinados. Israel aseguró que el objetivo del ataque de este sábado, en el que mató al menos a 71 personas en la zona de acampada de civiles de Al Mawasi, en el sur de la Franja, era Mohamed Deif, jefe militar del grupo en el enclave palestino. No hay confirmación de que esté entre los muertos o los heridos.
Las autoridades de Gaza, donde Gobierna Hamás desde hace casi dos décadas, no distinguen en la lista de muertos locales entre milicianos y civiles, aunque sí insisten en que la mayoría de esas víctimas son mujeres y niños. Israel no da tampoco una cifra exacta de cuántos efectivos de los grupos armados palestinos ha logrado aniquilar, pero el primer ministro Benjamín Netanyahu estimó en mayo que estaban en torno a la mitad de los que sus tropas habían matado en Gaza.
Tel al Hawa es otro de los barrios de Ciudad de Gaza donde los combates han sido intensos en los últimos días. En lo que parece una aparente y nueva retirada de las tropas de ocupación, los servicios de emergencia, el igual que en Shujaiya, han encontrado decenas de cadáveres en calles y edificios, según el cuerpo de Defensa Civil.
Al brazo armado de Hamás se unen otros grupos de menor entidad, pero con experiencia también en anteriores guerras en la Franja. El principal de ellos es las brigadas Al Quds, del grupo Yihad Islámica. Estas facciones colaboraron también en el ataque del 7 de octubre y en el mantenimiento de los 250 rehenes capturados aquel día, de los que quedan todavía en la Franja más de cien, aunque, al menos, 40 estarían ya muertos.
“Hay que tener un plan de salida”, afirma Jesús Manuel Pérez Triana para insistir en la falta de planificación israelí. Por eso, ahora, con Hamás plantando cara todavía al ejército y más de cien rehenes en Gaza, da la impresión de que Israel “está rebajando sus propias expectativas y buscando no una victoria, sino el premio de consolación”.
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