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Los liberaldemócratas del Reino Unido luchan por resurgir de sus cenizas en las elecciones

El partido británico más europeísta impulsa la figura de su líder, Ed Davey, para tratar de recuperar la relevancia política

Ed Davey, con una tabla de 'paddle surf', el pasado día 26 en Streatley (Inglaterra).Foto: Jonathan Brady / AP
Francisco Peregil (ENVIADO ESPECIAL)

El líder del Partido Liberal Demócrata, Ed Davey, de 58 años, ha logrado llamar la atención de los medios británicos en su campaña para las elecciones generales del próximo jueves 4 de julio. Davey ha asumido el riesgo de rozar casi el ridículo y se ha montado, junto a decenas de jóvenes, en una montaña rusa. Se ha caído —o ha fingido caerse— desde una tabla de surf en el lago Windermere, durante un acto donde cargó contra el nivel récord de aguas residuales sin tratar vertidas sobre ríos y mares. Y se ha tirado por un tobogán acuático para abogar por la salud mental de los menores. Davey esgrime que los políticos se toman demasiado en serio a sí mismos y que él prefiere tomar en serio a los votantes.

El portavoz de su formación, Lord Richard Newby, líder de los demócratas liberales en la Cámara de los Lores, asegura a este diario que la campaña para unos comicios en que todas las encuestas pronostican una victoria rotunda de los laboristas, tras 14 años de gobiernos conservadores, está dando buenos resultados. “Si Ed va a una escuela o a una fábrica y habla con el director o con los trabajadores, la cobertura es nula. Podría quedarse en casa. Pero si haces algo que es visual, entonces te sacan en un reportaje que te permite después hablar sobre el contenido importante que subyace detrás de esa imagen”, explica mediante entrevista telemática.

Los llamados lib dems han ido casi siempre justo por detrás de laboristas y conservadores, a causa de un sistema electoral en el que solo el ganador en cada circunscripción obtiene representación. Eso favorece el bipartidismo. El declive para este grupo comenzó después de que en 2010 cosechase uno de sus mejores resultados, con 57 escaños, —en una Cámara de los Comunes de 650 diputados— y aceptara gobernar en coalición con los conservadores. En los siguientes comicios, de 2015, obtuvieron solo ocho escaños y perdieron su eterno tercer puesto al ser superados por los independentistas del Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés). En los comicios de 2017 y 2019 solo remontaron hasta los 12 y 11 diputados, respectivamente. Y continuaron en cuarto lugar. Ahora, varias encuestas les otorgan más de 50 diputados.

El profesor Andrew Russell, coautor del libro sobre los liberaldemócratas titulado From hope to despair to where? (Desde la esperanza a la desesperación, ¿hacia dónde?), se muestra cauto respecto a los resultados que puede obtener la formación en escaños. “Porque debido a nuestro sistema electoral, el partido depende de las debilidades de laboristas y conservadores. No obstante, el partido está en una posición mucho mejor de lo que se habría atrevido a soñar hace seis meses”.

Russell ve probable que la formación recupere el tercer puesto. Y cree que para los liberaldemócratas es algo muy importante. “Lo que les sorprendió en 2015, cuando cayeron al cuarto lugar, es que solo tenían derecho a plantear preguntas al primer ministro una vez cada cuatro semanas. Los terceros, sin embargo, pueden hacerlo de forma semanal. Así que ahora mismo no tienen la exposición mediática que solían tener. Y eso es duro para un partido minoritario”.

En su lucha por resurgir de las cenizas, el partido no ha dudado en exponer la historia humana de su líder para ganar presencia. Ed Davey se quedó sin padre cuando tenía cuatro años. Y sin madre en plena adolescencia, con 15 años. Se ocupó de ella durante el cáncer que la postró en la cama. Y después, de su abuela convaleciente. Ahora cuida, junto a su esposa, Emily Gasson, de su hijo mayor, John, quien padece graves incapacidades físicas y neurológicas. En el vídeo que el partido ha difundido con la historia de Davey, el líder de la formación relata que pasó muchas horas hablando con la madre mientras estaba en cama y que ella, antes de morir a los 46 años, le preguntó: “¿Qué será de ti?”. Ed Davey llora cuando le preguntan, bajo un fondo musical melancólico, si la madre se sentiría orgullosa de él. Y cuando se recompone, contesta que le gustaría pensar que sí.

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Richard Newby asegura que la principal cualidad de Davey es su humanidad. “Ed tiene que levantarse muy temprano y pasar una hora sacando a su hijo de la cama y preparándolo para el desayuno. Ha estado haciendo eso durante años. Y eso le da una comprensión muy clara de las dificultades que muchas personas tienen en sus vidas”. Newby pone en contraste la figura de Davey con la de Rishi Sunak, el primer ministro y candidato conservador. “Da la impresión de que [Sunak] es una persona muy acomodada y mimada que no comprende realmente los problemas de la gente”.

Davey asumió el liderazgo del partido en 2020, en plena pandemia. En aquel momento, los liberaldemócratas llevaban por bandera el mensaje de que si ganaban anularían el Brexit. Cuatro años después no han renunciado a esa idea. Abogan por la vuelta al mercado único europeo. Pero esa promesa no ocupa gran espacio en su campaña. Y tampoco han querido comprometerse con ninguna fecha para una posible vuelta de lleno a la Unión Europea. “Es que eso no depende de nosotros”, esgrime Newby, “depende de la UE”. “Tenemos que reconstruir la confianza. Y hacerlo paso a paso. Cualquier otra cosa, en nuestra opinión, no es una política práctica, aunque yo personalmente me uniría mañana mismo”.

Diferencias con los conservadores

La principal divergencia de los liberaldemócratas respecto a los conservadores, según Newby, es precisamente la visión sobre la Unión Europea. “La segunda gran diferencia”, prosigue, “es que los conservadores ponen mucho énfasis en la reducción de impuestos. Mientras nosotros pensamos que el énfasis debería estar en mejorar los servicios públicos, en particular, la sanidad y la asistencia social. Pero también la educación. Y creemos que hay que invertir más en una transición hacia una economía verde. También pensamos que los miembros de la Cámara de los Lores, y yo soy uno de ellos, tienen que ser elegidos y no designados. Y estamos en contra de la demonización de los inmigrantes. Y nos oponemos a la deportación de inmigrantes a Ruanda”.

El semanario The Economist, que en 2019 pidió el voto para los liberaldemócratas, esta semana lo reclamó para el líder laborista. Y zanjó: “Los demócratas liberales no aspiran a ser un partido de gobierno creíble; apenas son creíbles como liberales”. Newby replica que su partido a menudo se ha visto luchando en solitario contra las “medidas antiliberales” del Gobierno conservador. “Lo hemos hecho, en particular, en materia de inmigración y asilo. Pero también en las medidas en las que han tratado de restringir el derecho a manifestarse”.

En cuanto a la principal diferencia respecto a los laboristas, Newby destaca también la visión sobre la Unión Europea: “A ellos les preocupa el hecho de que si son más proeuropeos perderán mucho apoyo. Y eso no lo compartimos”.

“La victoria de la moderación”

El portavoz de la formación aventura incluso la opción del segundo puesto, algo improbable. “Los conservadores siempre se han opuesto a la representación proporcional en el Parlamento porque el sistema actual los beneficia a ellos y al Partido Laborista. Pero es muy posible que este mismo sistema los derrote por completo. Y eso sería muy irónico”.

En cualquier caso, concluye Newby, lo “interesante” de estas elecciones es que tanto los laboristas como la formación liberal son dos partidos “moderados”. “Y en términos generales podemos decir que el 60% de los británicos probablemente votarán a partidos progresistas y liberales, incluyendo el Partido Nacional Escocés (SNP) y los Verdes. Frente al 40% que se inclinarán por opciones conservadoras. Yo creo que estas elecciones traerán la victoria de la moderación”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil (ENVIADO ESPECIAL)
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.
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