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El palestino exhibido por soldados israelíes sobre el capó de un ‘jeep’: “Se los veía muy orgullosos de lo que hacían”

Myahed Abadi cuenta en el hospital de Yenín las tres horas de angustia que vivió antes del momento que capta un vídeo que se hizo viral y causó indignación generalizada

Myahed Abadi, en el hospital de la ciudad cisjordana de Yenín en el que se recupera de las heridas, este lunes.Foto: ANTONIO PITA | Vídeo: EPV
Antonio Pita

Las imágenes, grabadas con un teléfono móvil, captan apenas 25 segundos de tres horas que al palestino Myahed Abadi se le hicieron “interminables”. Pero son tan impactantes que dieron la vuelta al mundo, cosechando indignación y condenas, incluida la del portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller, que las llamó “absolutamente inaceptables”. En el vídeo se ve a un vehículo militar israelí avanzar por Wadi Burqin, un pueblo a las afueras de Yenín, en el castigado norte de Cisjordania, con Abadi ―exhausto y herido de bala― sobre el capó. Los soldados lo habían arrestado en una de las incursiones que lanzan a diario en localidades de Cisjordania, ocupada militarmente desde 1967, y se dirigían a entregarlo a la Media Luna Roja Palestina, a la que había impedido antes acceder al lugar con ambulancias.

Al difundirse las imágenes, se asumieron dos cosas: que el joven iba atado al vehículo y que estaba siendo usado como escudo humano, para que ningún otro palestino se atreviese a tirar piedras o abrir fuego contra los jeeps durante la retirada. “Lo que iba es agarrado con toda mi fuerza a la reja que protege la luna delantera del jeep. Y no creo que me usasen como escudo humano, porque no estaba pasando nada. No había jóvenes [milicianos], ni nadie les disparaba. Creo que solo querían mostrar su fuerza”, asegura a este periódico postrado en una cama de Ibn Sina, el hospital de Yenín en el que se recupera de las heridas, rodeado de familiares y visitantes que no paran de entrar y salir. Es el mismo al que fuerzas especiales israelíes entraron el pasado enero, disfrazadas de mujer y personal médico, para asesinar a tres milicianos.

Abadi, de 22 años, cuenta que estaba con sus sobrinos en casa de su tío y se enteró por un grupo de WhatsApp de que las tropas israelíes estaban haciendo una redada en Wadi Burqin. Fue el pasado día 22, mientras los bombardeos dejaban más de 100 muertos en Gaza, en una de las jornadas más letales en semanas. Salió del inmueble con uno de sus sobrinos y otro joven (ambos hoy arrestados y también heridos) “para ver qué pasaba”. “Pensábamos que estarían más lejos. Al salir, vi de repente a los soldados justo en el edificio de enfrente. Cuando me quise dar cuenta, recibí un disparo en un brazo. Sentí cómo se me caía, cómo se quedaba sin fuerza”, recuerda. Es el derecho, el que tiene vendado y con señales de sangre, pendiente de una operación en los próximos días. En el vídeo se ve cómo agarra la reja del vehículo militar con el otro, el izquierdo.

Corrió entonces a protegerse tras un todoterreno aparcado frente a la casa. Justo antes de llegar, sintió cómo otra bala penetraba en su pierna derecha y comenzaron dos horas angustiosas. Estaba solo, sangrando detrás del vehículo y sin poder recibir ayuda. Los militares acercaron un dron con altavoz (que suelen emplear cuando quieren evitar riesgos para las tropas) para exhortarle repetidamente a salir de inmediato. “Gritaba que estaba herido, que de verdad no me podía mover y que necesitaba ayuda porque estaba sangrando, pero no me hacían caso”, protesta.

Fue entonces cuando entró en escena el jeep militar que aparece en el vídeo. Se fue acercando a él. Tanto que Abadi está convencido de que intentó atropellarle y que no pasó porque ―pese a las heridas de bala en brazo y pierna y la sangre perdida― se movió para esquivarlo. “De allí salieron cuatro o cinco soldados. El primero llegó y, sin mediar palabra, me dio con la bota en la cara. Comprobó dónde estaba herido y empezó a mover, justo allí, para que me doliese más, mientras me decía ben zoná (hijo de puta, en hebreo)”, relata.

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Abadi cuenta que el soldado se dirigió a un compañero y lo levantaron entre los dos: uno lo cogía de los dos brazos; el otro, de las piernas. Lo movieron de derecha a izquierda para que cobrase impulso y lo lanzaron contra el capó del vehículo, señala. “La primera fallaron y acabé en el suelo. En la segunda, sobre el capó. Uno de ellos, no recuerdo cuál, me sacó una foto y me preguntó el nombre”.

El capó quemaba su espalda, protegida solo por una camiseta. Las temperaturas superan estos días los 30 grados a esa hora. La sensación se le ha quedado muy grabada, porque la menciona hasta tres veces, más que el dolor por los disparos o la humillación del momento.

“Mi obsesión era no caerme”

El vídeo, explica, solo muestra el final, los momentos previos a su entrega. No lo que Abadi describe como entre 15 y 20 minutos en los que el conductor avanzaba acelerando y frenando bruscamente para intentar tirarlo al suelo. “Mi obsesión era no caerme, porque estaba seguro de que acabaría frente a las ruedas y me atropellarían, porque ya lo habían intentado antes. Así que puse todas mis energías en agarrarme con toda mi fuerza, y no soltarme en ningún momento”. Los soldados lo transportaron a una casa donde había más tropas, comprobaron sus datos (si fuese mínimamente sospechoso, estaría arrestado, en vez de en el hospital) y lo entregaron a la Media Luna Roja.

El ejército israelí emitió ese mismo día un comunicado en el que admitía la veracidad del vídeo, que llevaba horas circulando por redes sociales y medios de comunicación: “Durante operaciones antiterroristas para detener a sospechosos buscados en la zona de Wadi Burqin, unos terroristas abrieron fuego contra las tropas del ejército israelí, que respondieron con disparos. Durante el tiroteo, uno de los sospechosos resultó herido y detenido. En violación de las órdenes y los procedimientos operativos estándar, las fuerzas se llevaron al sospechoso mientras estaba atado en la parte superior de un vehículo. La conducta de las fuerzas en el vídeo del incidente no se ajusta a los valores del ejército israelí. El incidente será investigado y tratado en consecuencia. El sospechoso fue trasladado a la Media Luna Roja para recibir tratamiento médico”. Preguntado si ha adoptado desde entonces medidas disciplinarias con los militares involucrados en el incidente, el ejército israelí remitió al mismo comunicado.

Abadi sigue sin entender qué pasaba por la cabeza de los soldados en ese momento. “Yo, lo único en lo que pensaba entonces era en si acabaría vivo o muerto. Lo que sí tengo claro”, sentencia, “es que se los veía muy orgullosos de lo que hacían”.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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