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Sunak y Starmer usan el último debate para acusarse mutuamente de falta de integridad

Impuestos, inmigración y Brexit: los dos rivales chocan en los tres asuntos clave

Rishi Sunak (derecha) y Keir Starmer, este miércoles en Nottingham.
Rishi Sunak (derecha) y Keir Starmer, este miércoles en Nottingham.Phil Noble (REUTERS)
Rafa de Miguel

Rishi Sunak y Keir Starmer se han visto por última vez las caras en un debate electoral televisado este miércoles, y ambos han decidido desde el primer minuto que su estrategia pasaba por cuestionar la integridad y el liderazgo de su rival. Laboristas y tories han quedado salpicados por el escándalo de las encuestas, con candidatos que intentaban lucrarse apostando a la fecha electoral, aunque Starmer, el líder de la oposición, ha intentado dejar claro en su primera intervención que la diferencia en la respuesta había sido notable: “En cuanto supe de nuestro candidato, ordené su suspensión. El primer ministro se demoró y demoró en dar una respuesta. Y además, no es la primera vez. El partygate [el escándalo de las fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento] provocó el mismo tipo de respuesta esquiva. Son 14 años de gobiernos conservadores sin la menor integridad”, ha atacado Starmer.

“Me considero una persona con liderazgo, que toma las decisiones que debe tomar y es consecuente. Mi rival no ha dejado de cambiar de opinión en ningún momento”, respondía el primer ministro Sunak, que siempre recuerda al laborista su empeño pasado en lograr un segundo referéndum sobre el Brexit.

El debate de la BBC, celebrado en Nottingham, ha sido la última oportunidad del primer ministro británico, Rishi Sunak, de modificar unas encuestas que han permanecido inalteradas durante toda la campaña. Los británicos parecen decididos a pasar página, después de 14 años de gobiernos tories. La ventaja del líder laborista, Keir Starmer, se ha mantenido por encima de los veinte puntos porcentuales en todos los sondeos.

Sunak ha repetido una y otra vez la amenaza de que un Gobierno laborista subirá irremediablemente los impuestos y permitirá que los inmigrantes irregulares crucen con facilidad las fronteras del Reino Unido. Starmer intentaba una y otra vez dejar claro que las afirmaciones del primer ministro eran mentira, frente a un candidato conservador con las consignas finalmente bien aprendidas, que no callaba.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, durante su intervención en el debate celebrado este miércoles en la BBC.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, durante su intervención en el debate celebrado este miércoles en la BBC. Phil Noble (REUTERS)

La irrupción del populista Nigel Farage, que se decidió finalmente a entrar en la competición electoral como candidato del partido que él mismo contribuyó a fundar, Reform UK, ha triturado las expectativas de Sunak. Algunas empresas sociológicas dan incluso más porcentaje de apoyo a la formación de derecha extrema que a los tories. En el sistema electoral mayoritario británico, que solo premia con escaño al partido más votado en cada circunscripción, la formación de Farage puede provocar un daño de proporciones históricas a los conservadores.

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Su candidato, Sunak, que intentó presentarse desde un principio como el único contendiente capaz de ofrecer estabilidad económica y seguridad al Reino Unido durante la incertidumbre actual, ha demostrado a lo largo de estas semanas una notable torpeza estratégica, a la que ha acompañado una considerable dosis de mala suerte.

Desde el propio anuncio del adelanto electoral, a las puertas de Downing Street, en el que acabó empapado bajo una lluvia intempestiva antes siquiera de concluir su discurso, a la torpeza de abandonar a medias las celebraciones en Francia del desembarco de Normandía por atender una entrevista electoral, el primer ministro ha demostrado durante la campaña una falta de destreza política que ha sido aprovechada por sus rivales.

El escándalo de las apuestas, que para muchos críticos de los conservadores supuso la prueba definitiva de la falta de moralidad y ética del partido, fue la gota que colmó el vaso: el único momento de la campaña en que Sunak mostró una irritación de la que hasta entonces no había hecho gala. Prometió todo el peso de la ley, y la expulsión del partido, para los diputados y personal del conservadurismo que hubieran intentado lucrarse con apuestas sobre la fecha de las elecciones, echando mano de información privilegiada. Al menos hay cinco investigados.

Keir Starmer junto a Rishi Sunak, este miércoles durante el debate en la BBC.
Keir Starmer junto a Rishi Sunak, este miércoles durante el debate en la BBC. Phil Noble (REUTERS)

La batalla de los impuestos

En el primero de los dos únicos debates televisivos que han enfrentado a los dos principales candidatos, Sunak y Starmer, el primer ministro logró un golpe de efecto que animó al campo conservador. Basándose en cálculos y análisis del Departamento del Tesoro encargados por el propio Gobierno sobre el coste que supondrían las medidas electorales propuestas por el Partido Laborista, Sunak anunció en la cadena ITV que su rival iba a gravar con 2.000 libras extras (unos 2.360 euros) cada hogar británico. El candidato laborista, descolocado, fue incapaz de dar una respuesta contundente a la acusación, y se limitó a murmurar que se trataba de una tontería. El principal partido de la oposición dedicó los días siguientes todos sus esfuerzos en explicar a los medios que la cifra esgrimida por Sunak era falsa. Y los propios funcionarios del Tesoro no se hicieron responsables de los cálculos esgrimidos por el candidato tory.

Sunak ha repetido su exitosa estrategia en el segundo debate, incluida de nuevo la acusación de las 2000 libras.

Keir Starmer y Rishi Sunak, durante el debate este miércoles.
Keir Starmer y Rishi Sunak, durante el debate este miércoles. Phil Noble (REUTERS)

Fuera de ambos debates ha estado una discusión en profundidad sobre las consecuencias del Brexit, el gran ausente en una campaña en la que ninguno de los candidatos ha querido resucitar el asunto. Sunak, porque ha jugado durante todo este tiempo a vender la idea de que la salida de la UE ha comenzado ya a proporcionar ventajas al Reino Unido —que el primer ministro es incapaz de concretar—. Starmer, porque todavía teme que la menor sugerencia de un mayor alineamiento de Londres con Bruselas espante a todos aquellos votantes de tradición histórica laborista que en 2019 dieron la espalda al partido y ofrecieron a Boris Johnson su apoyo electoral.

Han tenido que ser los ciudadanos que han participado en los dos debates, y han arrojado preguntas directas a ambos candidatos, los que han puesto el asunto del Brexit sobre la mesa. Y ha quedado claro que es una patata caliente para ambos candidatos: a lo más lejos que se ha atrevido a llegar Starmer este miércoles es a prometer que intentará mejorar las relaciones comerciales con la UE, pero sin precisar qué está dispuesto a ofrecer a cambio.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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