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EE UU castiga el sector de armamento de Moscú con sanciones a entidades rusas y chinas

Biden firmará este jueves un acuerdo bilateral de seguridad con Ucrania durante una reunión con Zelenski antes de la cumbre del G-7 en Italia

Un soldado ucranio en una unidad de defensa antidrones aguarda la llegada de un posible ataque en la zona de Jersón
Un soldado ucranio en una unidad de defensa antidrones aguarda la llegada de un posible ataque en la zona de JersónIvan Antypenko (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere aprovechar la cumbre del G-7 en Apulia, en Italia, para enviar un firme mensaje de apoyo a Ucrania y aumentar la presión contra Rusia y China. El inquilino de la Casa Blanca se reunirá apenas aterrizado el jueves en suelo italiano con el presidente Volodímir Zelenski, con quien firmará un acuerdo de seguridad. Y, según despegaba el avión Air Force One rumbo a la reunión de países industrializados, el Departamento de Estado daba a conocer nuevas sanciones contra 300 individuos y entidades dentro y fuera de Rusia, para golpear la economía de ese país y, más concretamente, su industria de armamento.

Entre las sanciones se encuentra un veto a empresas chinas que han suministrado semiconductores a la industria militar rusa, en un intento de paralizar lo que Washington percibe como un creciente -y preocupante- aumento de las exportaciones chinas de uso dual hacia su vecino para permitirle una modernización a marchas forzadas de su capacidad de producción armamentísticas.

El nuevo acuerdo bilateral con Kiev busca reforzar la “capacidad de defensa de Ucrania” y subrayar que el apoyo de Washington al país invadido “continuará a largo plazo en el futuro… especialmente en el área de la Defensa y la seguridad”, ha apuntado el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, en declaraciones a bordo del Air Force One.

“Al firmarlo, enviaremos a Rusia una señal de nuestra determinación. Si (el presidente ruso), Vladímir Putin, piensa que aguantará más que la coalición que respalda a Ucrania, está muy equivocado”, agregaba el principal asesor de política exterior del presidente Biden. Otros quince países han firmado ya acuerdos similares de seguridad con Ucrania, después de acordar el año pasado durante la cumbre de la OTAN en Vilna respaldar a Kiev con ese tipo de iniciativas.

El encuentro entre ambos líderes precederá a una reunión del G-7, el grupo de naciones industrializadas, que tendrá uno de sus grandes pilares en el alarde de la solidaridad hacia Ucrania cuando Kiev, debilitada por los meses de retraso en el envío de armamento estadounidense, trata de resistir los nuevos embates de Moscú. Los líderes tienen previsto anunciar nuevas sanciones contra Rusia, después de las anunciadas este miércoles desde Washington.

“Las designaciones tiene como objetivo a productores, exportadores e importadores de productos fundamentales para la base industrial militar rusa”, ha indicado el Departamento de Estado en un comunicado para anunciar los nuevos castigos. “Nos preocupa especialmente la amplitud y diversidad de exportaciones de bienes de uso dual desde la República Popular de China”, puntualiza.

Es algo en lo que Washington viene incidiendo en lo que va de año. Al principio de la guerra aseguraba que no detectaba una colaboración tangible de China para ayudar militarmente a Rusia; el apoyo de Pekín a Moscú parecía más limitado a declaraciones más o menos ambiguas. Pero ahora asegura que, si bien parece que la República Popular no envía armamento a su vecino, sí crece el envío de productos de uso dual: semiconductores, sistemas ópticos para drones y otros componentes.

“Rusia sigue logrando evadir sanciones y dar rodeos para hacerse con componentes como productos microelectrónicas, que utiliza para fabricar armamento. Las importaciones desde China llenan huecos en el ciclo de producción de defensa de Rusia, intensifican la producción militar y dan un impulso a su base industrial militar”, denuncia el departamento.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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