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El Gobierno británico, en el centro de las críticas tras cerrar más de un centenar de colegios por peligro de derrumbe

Profesores, padres y sindicatos cargan contra el Ejecutivo de Rishi Sunak por provocar la alarma y alterar los planes escolares a tres días del inicio del curso

Rishi Sunak Reino Unido
El primer ministro británico, Rishi Sunak, durante un acto oficial, el martes 29 de agosto en el número 10 de Downing Street, en Londres.HOLLIE ADAMS (REUTERS)
Rafa de Miguel

La cruda realidad de la política la expresó a principios de la década de los sesenta el entonces primer ministro conservador del Reino Unido, Harold Macmillan. Preguntado por un periodista cuál era el mayor desafío para un hombre de Estado, respondió: “Los acontecimientos, mi querido joven. Los acontecimientos”. En definitiva, los problemas inesperados. Como la necesidad urgente de cerrar de modo provisional más de 150 colegios por todo el país ante un riesgo de derrumbamiento del edificio, que ha puesto contra las cuerdas a Rishi Sunak y al Partido Conservador, justo en el comienzo de un año electoral clave para esta formación.

La mayoría de los alumnos regresan a las aulas el próximo lunes, y el Gobierno ha esperado hasta el último momento para transmitir a los centros educativos el riesgo detectado en decenas de ellos. Los técnicos han alertado del peligro que encierra el hormigón celular curado en autoclave (RAAC, en sus siglas en inglés), un material de construcción usado habitualmente entre la década de los cincuenta y los noventa en muchos edificios públicos. Se trata de un material prefabricado, casi tan liviano y maleable como la madera. Se ha destinado durante estos años a techos, paredes, suelos y revestimientos.

Ha habido tiempo para actuar, pero el Gobierno conservador, que después de más de una década en el poder sufre su propia fatiga de material, ha retrasado la solución al último minuto. El 7 de julio de 2018, el techo de la sala de profesores del Colegio de Educación Primaria Singlewell, en la localidad de Gravesend, se derrumbó. Afortunadamente, era un sábado. No había nadie en la instalación. Pero la señal de aviso se extendió como la pólvora por la comunidad educativa y las oficinas administrativas, sin que se tradujera en una respuesta concreta.

“Las instalaciones de RAAC están ya en fase de caducidad y son susceptibles de derrrumbarse. Ya ha ocurrido al menos en dos centros sin apenas aviso previo”, dijo en septiembre del año pasado la Oficina de Patrimonio del Gobierno, el organismo encargado de respaldar al sector público en el mantenimiento de sus instalaciones. En abril de este año, el Instituto de Ingenieros Estructurales publicó una guía que explicaba cómo detectar y solucionar el problema. Algunos colegios se pusieron manos a la obra en junio, pero fueron una minoría. Para entonces, la Oficina Nacional Auditora, que supervisa el gasto de los distintos departamentos del Gobierno, alertó de que al menos 70.000 alumnos acudían a centros necesitados de reformas estructurales urgentes. Si en su momento se señalaron 65 colegios, el Ministerio de Educación ha aumentado esta semana la cifra hasta los 156. De ellos, 52 sufren riesgo serio de derrumbamiento, ha señalado el Gobierno. El número total de centros escolares, solo en Inglaterra, es de más de 20.000.

En una mezcla de confusión, incertidumbre y respeto a la autonomía escolar, el Gobierno ha decidido que no publicará el listado completo de centros afectados hasta que cada colegio evalúe la gravedad de su situación y comunique el cierre provisional y planes alternativos de alojamiento a los padres. “Los colegios están hablando directamente con ellos. Queremos que sean la primera fuente de información, y no que se enteren de todo a través de los medios”, ha defendido el secretario de Estado de Educación, Nick Gibb. El Gobierno ha reconocido ahora que la caída este verano de una viga de un colegio que, en apariencia, era segura, activó finalmente la necesidad de una respuesta urgente.

Los responsables de Educación confiaban además en que, al no publicar la lista de centros afectados, aquellos padres que no hubieran tenido noticias de sus respectivos centros llevarían con normalidad a los niños el próximo lunes. La enorme difusión de la noticia en todos los medios este viernes ha mostrado que la intención era ingenua. El Partido Laborista ha reclamado que se sepa cuanto antes los nombres de los colegios.

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“Los cimientos del sector público se derrumban”

“Después de 13 años de fracasos conservadores, los cimientos de nuestro sector público se están literalmente derrumbando”, ha señalado el principal partido de la oposición, que se ha lanzado de inmediato a la metáfora perfecta para golpear al Gobierno de Sunak. “Tan solo imaginen la rabia de los padres por todo el país al descubrir, a pocos días de que den comienzo las clases, que los colegios van a permanecer cerrados (...) Podrían haber tomado medidas nada más comenzar las vacaciones”, ha acusado al Ejecutivo Steve Reed, el portavoz de Justicia del Partido Laborista.

Julie McCulloch, la directora de Políticas Educativas de la Asociación de Líderes de Colegios y Universidades, se ha unido a las críticas: “El Gobierno ha tardado demasiado tiempo en actuar ante un riesgo tan grave. El follón que supone ahora contactar con todos los centros afectados, ante la inminencia del nuevo curso, es enorme. Pero lo peor serán la obras de reforma que deberán hacer, que supondrán una grave alteración y preocupan a alumnos, familias y profesores”.

Las autoridades británicas han señalado además cinco centros hospitalarios que también necesitarán obras urgentes de reparación.

El Gobierno se ha comprometido a asumir todos los costes de reforma y realojamiento provisional de los centros afectados. Más difícil será asumir el coste político de este acontecimiento, más imprevisto que inesperado, para un Partido Conservador al que las encuestas retratan en caída libre.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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