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Guerra de Rusia en Ucrania
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El general ‘Espartaco’, en defensa de los gladiadores rusos

Las críticas del destituido alto cargo militar Iván Popov se suman a otros brotes de insatisfacción entre las tropas rusas por la falta de medios adecuados para combatir en Ucrania

Soldados rusos en el Día de la Victoria de Moscú
Soldados rusos durante el desfile del Día de la Victoria sobre los nazis, el 9 de mayo en Moscú.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)
Pilar Bonet

La protesta por las condiciones en las que discurre la guerra en Ucrania ha subido de nivel en Rusia después de que el general Iván Popov se haya sumado a ella. Este oficial de 48 años ha sido apartado de modo fulminante del mando del 58º Ejército (que combate en Ucrania) por sus críticas a la falta de equipamiento y la pérdida de vidas humanas en el frente.

Según el relato de los boenkor (los corresponsales militares rusos que actúan desde Telegram y las redes sociales), el jefe del Estado Mayor, Valeri Gerásimov, se irritó después de que Popov pidiera una rotación para los soldados en primera línea de frente y enumerara los problemas de los combatientes rusos.

Popov amenazó con dirigirse al comandante en jefe, el presidente Vladímir Putin, tras lo cual Gerásimov consiguió que el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, firmara una disposición por la que, en menos de un día, se apartó del mando a uno de los más brillantes oficiales del ejército.

En una grabación de voz difundida el martes, el general se dirige a sus camaradas de armas para explicarles que, tras sus críticas, los altos mandos creyeron ver “un peligro” en él. El oficial afirmaba haber planteado de forma muy dura a sus superiores lo que, según él, es la “principal tragedia de la guerra actual”; a saber, la ausencia de equipo de respuesta a la artillería del contrario, la falta de estaciones de reconocimiento para detectarla y la muerte masiva de los combatientes rusos, víctimas de los ataques ucranianos.

Iván Popov
El mayor general Iván Popov.

En su alocución, Popov se mostró muy empático con sus camaradas, desde los soldados rasos a los generales que luchan en el frente, los llamó “mis queridos gladiadores” y se despidió de ellos refiriéndose a sí mismo como “Espartaco” (ese era el nombre de un esclavo que dirigió un levantamiento de gladiadores contra Roma). La grabación fue divulgada el martes por el diputado de la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento) Andréi Guruliov, el militar que precedió a Popov al frente del 58º Ejército.

El general Popov no es un pacifista y no se manifiesta contra la guerra, sino que argumenta para que esa guerra se ajuste a criterios profesionales, disponga del equipamiento adecuado para combatir y para que sean valoradas y protegidas las vidas de los soldados. El general es el cargo militar ruso de mayor graduación cuyas quejas se han filtrado a la opinión pública.

La guerra en Ucrania ha generado protestas aisladas de diverso signo en Rusia. Unos se manifiestan contra la contienda por razones pacifistas y otros no la cuestionan como tal, pero se muestran críticos por la forma en que esta se desarrolla.

Entre quienes se posicionan en contra de la misma guerra están los activistas condenados a largas penas de cárcel por los llamados bulos contra el ejército y también por intentos de desacreditarlo. Ambas cosas ―bulos y acciones de descrédito— son interpretadas de forma laxa por los tribunales y constituyen infracciones tipificadas en marzo de 2022, poco después de la invasión de Ucrania.

Entre los que quieren una guerra con mejores medios están los soldados que, apoyados a menudo por sus familias, protestan desde el frente o en ruta hacia el frente por las condiciones inhumanas en las que son lanzados al combate, por la falta de entrenamiento y de equipo, por el mal abastecimiento y por la ligereza con la que son tratadas sus vidas. Las protestas se dan de forma dispersa, carecen de coordinación o de carácter estatal y se pierden en los vastos espacios de Rusia.

Entre los brotes de insatisfacción registrados hasta ahora está el de los soldados procedentes de Samara que se dirigieron a Putin y al ministro Shoigú para denunciar la negligencia de los mandos y exigir el retorno a sus hogares de los soldados del regimiento 1444, que había sido diezmado en la localidad de Makeievka (en la autodenominada República Popular de Donetsk o RPD) por un ataque ucraniano en la noche de fin de año. Los supervivientes de aquella carnicería, decían, eran transportados de un lugar a otro, faltos de un destino claro, y tenían que pagarse ellos mismos el sustento sin que nadie llevara la contabilidad de sus jornadas de combate (por las que se abonan pluses).

También protestaron los movilizados de una unidad motorizada procedente de Tatarstán por haber sido subordinados a los dirigentes militares de la RPD, quienes los habían enviado al ataque prácticamente sin armas. La Fiscalía de Tatarstán, a la que se dirigieron los familiares de estos soldados, se inhibió alegando que la RPD no era Rusia.

Contra los militares de la RPD se quejaron también los movilizados de la república siberiana de Tuvá en un vídeo en el que acusaban a sus anfitriones de Donbás de burlarse de ellos y de amenazarles con que no iban a salir nunca de allí. Por su parte, soldados procedentes de la república de Chuvashia se rebelaron por no estar recibiendo la paga de 195.000 rublos mensuales prometida por Vladímir Putin.

Las quejas del general Popov coinciden en parte con las de Yevgueni Prigozhin, el jefe del cuerpo de mercenarios Wagner, pero se expresan sin aspavientos ni juramentos. Ambos apuntan contra el ministro Shoigú y su jefe del Estado Mayor. Pero así como la queja de Popov parece no tener dobleces, las de Prigozhin dan la impresión de ser solo un aspecto conflictivo ―entre varios otros― en su relación con Putin, en opinión de un veterano observador militar en Moscú.

Putin reconoció hace unos días que los Wagner habían sido financiados por el presupuesto del Estado (sin especificar de qué partida ni cómo), pero el jueves el presidente afirmó que estos no existen jurídicamente, expresando así conceptos que, a primera vista, parecen incongruentes. La financiación de un grupo de mercenarios ―que oficialmente no existen― por el presupuesto del Estado suscita muchas preguntas a las que los analistas no pueden dar respuesta, pero las operaciones opacas e incontroladas socavan las ya frágiles instituciones del Estado ruso y evocan el estilo de las dictaduras tribales.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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