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La comisionada rusa del menor rechaza la acusación del traslado forzoso de niños ucranios: “Es un cuento de hadas”

El Tribunal Penal Internacional emitió en marzo una orden de arresto contra María Lvova-Belova por la presunta deportación de menores de zonas ocupadas en Ucrania

Maria Lvova Belova
La defensora del Menor de Rusia, María Lvova-Belova, el 13 de junio en la Cámara Cívica de la Federación de Rusia, en Moscú, durante la entrevista.Dmitri Bárjatov
Javier G. Cuesta

La comisionada de la presidencia rusa para los derechos del niño, María Lvova-Belova (Penza, 38 años), está en el punto de mira por las denuncias de Ucrania por el traslado forzoso de menores del país a Rusia. Pesa contra ella, como en el caso del presidente ruso, Vladímir Putin, una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional (TPI) por crímenes de guerra. En concreto, “por ser presuntamente responsable de la deportación ilegal de la población (niños) y transferencia ilegal de la población de los territorios ocupados de Ucrania a la Federación de Rusia”. La acusación no preocupa a Lvova-Belova. “Me dio fuerza y me hizo comprender que estoy en el camino correcto”, responde en una entrevista con EL PAÍS (celebrada el martes en Moscú), donde califica los informes de la ONU sobre estas acusaciones de “cuento de hadas”.

Lvova-Belova tiene a su cargo a 10 menores, la mitad de ellos biológicos, y considera que son responsabilidad suya los “31 millones de niños” del país. Fue nombrada al frente de la oficina en 2021 tras haber fundado una ONG para menores desfavorecidos, Blagovest, y haber dirigido en Penza un movimiento político del Kremlin, el Frente Popular Panruso.

“Todo lo relacionado con el entorno familiar, todo lo relacionado con la reunificación, es una prioridad para nosotros”, asegura. “La guerra no es un asunto de niños”, agrega. Durante la conversación, insiste en que los menores sacados de los territorios ocupados por las tropas rusas en Ucrania son cuidados por familias de acogida, no de adopción, para devolverlos “si aparece alguien con derechos legales sobre ellos”.

―¿Es usted una criminal de guerra?

—En primer lugar, tenemos la presunción de inocencia. Hay una orden de arresto emitida sin acusaciones oficiales. No tenemos un solo documento que confirme mi crimen. Vemos toda la información solo a través de los medios de comunicación. El segundo punto es que Rusia no reconoce la jurisdicción del TPI y esto no afectará en absoluto a mi trabajo. Puede hacer un poco más difíciles mis viajes de trabajo, pero cualquier dificultad es pasable cuando se trata de niños. Cuando vemos estas incomprensibles cifras de 10.000 o 15.000 hijos separados, lo primero que nos viene a la mente es si fueron arrancados de sus padres, entonces en algún lugar debe haber miles depadres que están buscando a sus hijos, pero no lo están.

Las autoridades ucranias denuncian que al menos 19.499 menores han sido deportados ilegalmente a Rusia desde el inicio de la guerra, aunque Moscú señala que unos 744.000 niños han cruzado la frontera. “La mayoría eran niños con sus padres, con representantes legales, y cuando llegaron a Rusia muchos se fueron a Bielorrusia o a países de la Unión Europea“, afirma Lvova-Belova. Según asegura, su tarea solo afecta “a unos 2.000 niños que venían de internados”.

Kiev señala también que Moscú ha devuelto a 373 niños, muchos de ellos entregados por los padres a unos campamentos en Rusia temporalmente para alejarles de la guerra, aunque quedaron separados de ellos cuando el ejército ucranio recuperó territorio ocupado. “Hoy solo nos quedan tres niños en esos campamentos”, afirma Lvova-Belova.

―¿Rusia no ha cometido ningún error con los niños?

―Siempre pido que me den detalles, hechos concretos. “Hay una niña Nastia aquí, hay una madre Oksana en Ucrania”, dame esta información. Si nos llegan casos los resolvemos de inmediato. Tenemos un canal oficial, tenemos un teléfono.

El TPI recalca que las órdenes “son secretas para proteger a víctimas y testigos y también para salvaguardar la investigación” y solo las difundirá si las deportaciones ilegales continúan. Además, un informe de la ONU afirma que no hay establecido un sistema para averiguar cuántos niños hay en Rusia. Activistas ucranios y rusos también reclaman una base de datos para encontrarles fácilmente.

Lvova-Belova recurre a la guerra de Donbás, en la que el ejército ucranio se enfrentaba desde 2014 a separatistas prorrusos, para responder: “No tenemos a esos niños. No me queda claro qué base de datos debo darles. Tenemos niños que han estado en las instituciones de Donetsk y Lugansk [regiones rebeldes], durante ocho años fueron bombardeados por Ucrania y nadie se interesó por su situación humanitaria. Ahora estos niños se volvieron de repente necesarios. ¿Por qué no se destacaron las agresiones ucranias contra estos niños?”. Los informes de la ONU y de la OSCE recalcan que hubo víctimas civiles a ambos lados de la línea de contacto en esas regiones hasta 2021 y la mayoría eran víctimas accidentales de minas.

Rusia ha sido acusada de violar el artículo 49 del IV Convenio de Ginebra. “Los traslados de índole forzosa están prohibidos sea cual fuere el motivo”, dice el texto. Existe una excepción para las evacuaciones “si así lo requieren la seguridad de la población o imperiosas razones militares”, pero “no podrán implicar el desplazamiento de personas protegidas más que en el interior del territorio ocupado, excepto en casos de imposibilidad material”. Sobre este punto, Lvova-Belova considera: “No soy una política pura. Estoy hablando de una acción humanitaria, estoy hablando de ayudar a los niños”.

Cuando se le apunta que afirmó que los niños fueron evacuados a Rusia porque la situación era peligrosa para ellos, aunque al mismo tiempo Moscú habla ahora de reconstruir ciudades como Mariupol y celebró referéndums ilegales en territorio ocupado, Lvova-Belova replica con la misma fórmula: “Una vez más, es meterse en política. Es política”. La comisionada del menor afirma que fueron los responsables de las regiones secesionistas del este las que pidieron evacuaciones de población al comienzo. “Era realmente peligroso allí. De hecho, se esperaba una ofensiva de Ucrania”.

Los jefes de Lugansk y Donetsk publicaron sendos vídeos el 18 de febrero de 2022 donde anunciaban la evacuación voluntaria de la población debido a la intensificación de los bombardeos. Sus marcas de agua delataban que habían sido grabados antes, el día 16. Rusia lanzó la gran ofensiva sobre Ucrania el 24 de febrero.

―Ha afirmado que no hay casos específicos de violaciones de la Convención de Ginebra, pero la ONU sí las cita en su informe.

―No hay un solo apellido. Si observa el informe, hay información con números abstractos. Todos los niños tienen teléfonos, ahora todo se graba, es imposible ocultar algo a gran escala. Para mí, este informe es solo una especie de cuento de hadas que la gente inventa, los hechos son presentados de formas completamente diferentes. Cuando estás investigando, si te interesa, vienes y lo investigas todo.

La ONU cita, entre otros casos, el traslado de 31 niños de un orfanato de Donetsk el 27 de mayo de 2022 sin sus representantes legales; la deportación de una menor de Mariupol a Donetsk y luego a Moscú “sin que su familia en territorio controlado por Kiev supiera de su destino”, y tres niños que fueron separados de su padre al ser detenido en un “punto de filtrado” de sospechosos en zona ocupada.

Al preguntarle si Rusia devolverá a los niños si Ucrania recupera el territorio perdido, Lvova-Belova solo menciona a un huérfano al que visitó y que le dijo que temía ser devuelto “a los agresores que bombardearon” el orfanato en el que estaba.

Educación patriótica rusa para niños ucranios

María Lvova-Belova incorporó en su familia el año pasado a Filipp, al que conoció en un grupo de 31 menores sacado por los rusos de la arrasada Mariupol. Sus tutores legales le abandonaron, según la comisionada del menor, tras pasar juntos 21 días en un sótano. “Sí, he estado en contacto con ellos. Me preguntaron cómo estaba Filipp. Les dije si querían tomarlo, y me dijeron que no”, sostiene. “Si hay familiares, con mucho gusto se lo daré, les ayudaré”, añade.

Cuando asistió a la salida de aquel grupo de menores, hizo una afirmación polémica: “Al principio, los niños hablaban negativamente sobre el presidente, decían todo tipo de cosas desagradables, cantaban el himno de Ucrania. Hay algún tipo de negatividad aquí al principio, pero luego se convierte en amor por Rusia”.

“Los niños no tienen la culpa”, responde sobre aquel episodio. “Mi hijo vivió en Mariupol ocho años y me contó la propaganda antirrusa (...). Por ejemplo, unos días antes del inicio de la operación militar especial [como llama Moscú a la guerra], los adolescentes participaron en la manifestación ¡Aquí no hay sitio para Rusia!”.

Los convenios de Ginebra exigen que los niños desplazados sean educados por personas de su mismo entorno cultural. “Este es nuestro país”, afirma Lvova-Belova, que compara estos casos con ir a un campamento de verano en EE UU. “Tenemos reglas en todas las organizaciones educativas. Estos niños no están segregados. Y, en consecuencia, las reglas que se aplican a nuestros hijos, porque, por supuesto, es importante para nosotros educarlos en el patriotismo, se aplican a esos niños”.

Los niños ucranios reciben pasaportes rusos, y cambiar la nacionalidad de los menores está prohibido, denuncia la ONU. “No reemplazamos la ciudadanía ucrania, la complementamos con la rusa”, replica Lvova-Belova al recalcar que así tienen acceso a todos los beneficios sociales rusos. Sin embargo, Putin decretó que los documentos ucranios no serán válidos en zona ocupada a partir de julio 2024. “A los 18 años, cada niño tiene derecho a decidir por sí mismo si mantiene la ciudadanía rusa o se niega”, sostiene Lvova-Belova.

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