Armenia dice estar dispuesta a reconocer la soberanía de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj si hay garantías para los armenios
Los líderes de ambos países se reunirán en Moscú a finales de semana tras una reciente ronda de negociación en Bruselas
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, aseguró este lunes que su Gobierno está dispuesto a reconocer la soberanía de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj a cambio de garantías de seguridad para los armenios que viven en este enclave, un foco de disputa entre Armenia y Azerbaiyán. Ese reconocimiento se plantea como modo de alcanzar un tratado de paz definitivo entre ambos países que ponga fin a las sucesivas guerras que han librado en las últimas tres décadas y media, y que han provocado más de 30.000 muertos en esta zona del Cáucaso.
“Armenia está dispuesta a reconocer la integridad territorial de los 86.600 kilómetros cuadrados de Azerbaiyán. […] Esos 86.600 kilómetros cuadrados incluyen a Nagorno Karabaj”, dijo Pashinián durante una rueda de prensa este lunes en declaraciones recogidas por la agencia Armenpress. “Y entendemos que Azerbaiyán está listo para reconocer la integridad territorial de los 29.800 kilómetros cuadrados de Armenia”, añadió a continuación.
Con todo, Pashinián subrayó que el pacto debe incluir la protección de la población armenia de Nagorno Karabaj y que eso debe negociarse “directamente” entre el Gobierno de facto en Stepanakert (la capital del enclave) y el de Azerbaiyán, aunque con “garantías internacionales”. Bakú sostiene que lo que haga en Nagorno Karabaj es una cuestión de política interna, ya que se trata de un territorio internacionalmente reconocido como azerbaiyano: “Los armenios que viven en Karabaj tienen que o bien aceptar la nacionalidad azerbaiyana, o bien buscarse otro lugar donde vivir”, advirtió el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, el mes pasado.
Sin esas garantías, dijo el mandatario armenio este lunes, el tema “caerá en el olvido” y “Azerbaiyán continuará con su política de limpieza étnica y genocidio contra los armenios de Nagorno Karabaj”. De hecho, los armenios del enclave llevan meses denunciando que el Gobierno azerbaiyano está intentando provocar su emigración forzosa al imponer un bloqueo sobre la zona y establecer sus propios check-points de acceso en contravención a los acuerdos alcanzados en los últimos años.
En su comparecencia de este lunes, Pashinián reiteró que la base de la delimitación de las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán debe ser un mapa de 1975 del mando militar soviético, algo que también apoya Moscú y que se ha tratado en las conversaciones de paz bajo mediación europea.
De hecho, varias décadas después y miles de muertos mediante, el conflicto entre ambos países parece haber regresado a la casilla de salida. A finales de la década de 1980, impulsados por la atmósfera aperturista que preconizaban las autoridades soviéticas desde Moscú, los armenios del oblast autónomo Nagorno Karabaj —parte de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán— comenzaron a reclamar su anexión a la vecina República Socialista Soviética de Armenia. De acuerdo con los censos soviéticos, los armenios representaban el 75% de la población del oblast, frente a algo más del 20% de los azeríes. Las tensiones étnicas fueron en aumento hasta que, al desmoronarse la URSS, el enfrentamiento se convirtió en guerra abierta entre los nuevos Estados independientes de Armenia y Azerbaiyán. Venció Armenia, que además ocupó las provincias azerbaiyanas circundantes, de las que expulsó a la población azerí.
En 2020, enriquecido tras años de bum de los hidrocarburos y sin que las sucesivas rondas de negociación hubieran dado resultado, Azerbaiyán desató una nueva guerra, que concluyó, esta vez, con la derrota armenia y su retirada de todo el territorio karabají. Según el acuerdo de alto el fuego alcanzado con la mediación de Moscú, un enclave de extensión inferior al antiguo oblast soviético quedó reservado a la población armenia local (unas 100.000 personas) bajo la supervisión de fuerzas de paz rusas.
Desde entonces, el Gobierno de Pashinián intenta negociar un acuerdo de paz definitivo que garantice la supervivencia de la República de Armenia, cuyas fronteras tanto al este (Azerbaiyán) como al oeste (Turquía, aliada de Azerbaiyán) siguen bloqueadas. Pero el conflicto en torno a Nagorno Karabaj —con el bloqueo impuesto a finales del año pasado— y las continuas escaramuzas en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán —incluyendo la ocupación militar de montes y franjas de territorio armenio por parte de militares azerbaiyanos— dificultan la consecución de un tratado.
Los sectores armenios más nacionalistas acusan a Pashinián de humillarse ante Bakú y de vender a los armenios de Nagorno Karabaj. Ponen como ejemplo que el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, crecido por la victoria militar de 2020, ha puesto una condición tras otra a medida que Armenia se plegaba a sus exigencias. De hecho, en marzo, Aliyev vinculó las garantías que eventualmente puedan recibir los armenios de Nagorno Karabaj a que Armenia trate de igual manera a los cerca de 200.000 azeríes expulsados de Armenia a finales de los años ochenta. Sin embargo, no hizo mención alguna a los 300.000 armenios expulsados de Azerbaiyán en la misma época, en muchos casos tras horribles pogromos como los de Sumgait o Kirovabad (actual Ganya).
Pese a las dificultades, Rusia y la Unión Europea —cada cual por su lado— están tratando de mediar diplomáticamente a favor de un acuerdo. De hecho, Pashinián y Aliyev se verán las caras en Moscú el jueves y, un día después, sus ministros de Exteriores se encontrarán para negociar en la capital rusa. Esta cita llega después de que el 14 de mayo los líderes de ambos países se reuniesen en Bruselas y reiterasen su “compromiso inequívoco” por respetar la integridad territorial de ambos Estados. El 1 de junio también tienen previsto negociar, esta vez en Moldavia, en una cumbre auspiciada por el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz.
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