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Zelenski asegura que Ucrania necesita más tiempo para lanzar la contraofensiva

El presidente ucranio reclama más armamento a los aliados para combatir a Rusia

Zona residencial destruida por los combates en la ciudad de Mariinka, en la región de Donetsk (este de Ucrania), en una vista aérea del 11 de mayo.Foto: ASSOCIATED PRESS/LAPRESSE (ASSOCIATED PRESS/LAPRESSE) | Vídeo: Reuters

Ucrania ha levantado el pie del acelerador de la gran contraofensiva que lleva meses anunciando para tratar de recuperar territorio ocupado por fuerzas rusas y romper unas líneas que se encuentran estancadas desde el año pasado. Llevar a cabo esa operación militar en estos momentos supondría pagar un alto precio en vidas humanas, señaló este jueves el presidente, Volodímir Zelenski. “Tenemos que esperar, necesitamos un poco más de tiempo”, ha dicho el mandatario, para poner en marcha el que se prevé sea el mayor movimiento de su ejército desde que Rusia comenzó la invasión a gran escala en febrero de 2022. Entiende Zelenski, en una entrevista de la BBC, que sus soldados están listos en cuanto a número y motivación, pero que no disponen de todo el armamento que necesitan y que, según él, los aliados prometieron.

De sus palabras se desprende, una vez más, un llamamiento a los aliados para que envíen más vehículos y munición con la que combatir la invasión. Al mismo tiempo, cabe la posibilidad de que el anuncio presidencial sea una estrategia para jugar al despiste, pues fuentes militares ucranias reconocen que todo está ya listo para lanzarse al ataque. Al final de la jornada, el Ministerio de Defensa ruso desmintió que las fuerzas ucranias hubieran logrado romper sus líneas defensivas, después de que varios blogueros militares rusos alegaran en sus canales de Telegram que las tropas de Kiev habían avanzado al norte y sur de la ciudad de Bajmut, en el este de Ucrania. Algunos incluso sugirieron que la contraofensiva ucrania ya había empezado, según Reuters.

“En términos de equipamiento, no todo ha llegado todavía”, insistió Zelenski, que este sábado tiene previsto reunirse con el Papa en Roma, según fuentes del Vaticano. Se refirió más concretamente a vehículos blindados que “protegerán” a sus unidades. “Podemos avanzar con lo que tenemos y creo que podemos tener éxito, pero perderemos mucha gente y creo que eso es inaceptable”, comentó el presidente en su cuartel general de Kiev.

El ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, trató esta misma semana de rebajar las expectativas sobre la operación militar. “No consideren esta contraofensiva la última, porque no sabemos lo que saldrá de ella”, señaló en una entrevista con el diario alemán Bild. El jefe de la diplomacia ucrania aprovechó, como suelen hacer casi todos los responsables del Gobierno de Kiev cuanto intervienen en medios extranjeros, para reclamar a Berlín más armas y municiones de todo tipo.

El pasado septiembre, Ucrania asestó por sorpresa un hachazo a las posiciones del ejército de Rusia en la provincia de Járkov. Aquella contraofensiva permitió ganar en muy pocos días decenas de localidades que llevaban ocupadas medio año. Los ucranios obligaron a las tropas invasoras a replegarse hasta los márgenes de la vecina región de Lugansk. Ahora, las autoridades de Kiev llevan tantos meses comentando en público la contraofensiva que preparan que el elemento sorpresa apenas va a ser significativo como en aquella ocasión.

El calendario de la contraofensiva ucrania está determinado por dos variables: por un lado, la disponibilidad del armamento aportado por sus aliados en la OTAN; por otro lado, la meteorología. En el primer caso, una portavoz del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Ucranias aseguró la semana pasada a EL PAÍS que los tanques Leopard ya estaban situados en el frente. Fuentes militares en la región oriental de Donetsk han asegurado a este diario que todo está listo en todas las líneas del frente para lanzar el ataque, y que hay una estrategia en marcha de confusión del enemigo.

Este periódico ha podido confirmar que tanquistas formados en el combate con Leopard ya están en el frente de la región sureña de Zaporiyia. Sin embargo, en el de Donetsk, el más caliente de la guerra, oficiales de una brigada blindada explicaban esta semana que sus militares todavía estaban en el extranjero formándose en el uso de estos blindados de fabricación alemana. Los socios de Ucrania se han comprometido a aportar 150 unidades Leopard.

El otro condicionante para iniciar la ofensiva es el tiempo. Oleksii Reznikov, ministro de Defensa ucranio, ha reiterado en el último mes que la lluvia determinaría en qué momento del mes de mayo daría inicio la campaña militar para romper las defensas rusas. Este mayo está siendo de pocas precipitaciones en Ucrania, lo que facilitaría el movimiento de blindados, tanto el de tanques pesados como el de los vehículos de transporte de infantería. La previsión es que Kiev reciba para la contraofensiva cerca de 700 de estos blindados para trasladar tropas.

Mikola Bielieskov, uno de los expertos más destacados del Instituto Nacional para Estudios Estratégicos, organismo dependiente de la presidencia ucrania, explicó el pasado marzo que la envergadura de lo que está planificando su Ejército es tan grande que lo más probable es que la contraofensiva fuera en junio o incluso julio.

Las palabras de Zelenski se enmarcan en la complejidad de una operación ofensiva de estas dimensiones, en una línea de guerra que se extiende por unos 1.200 kilómetros y en la que los asedios de municipios convertidos en bastiones por los rusos serán inevitables. Además, Ucrania tiene en contra que buena parte de sus tropas más experimentadas están extenuadas tras más de un año combatiendo con una rotación baja.

Según la teórica militar, un Ejército que ataca debe tener por lo menos una superioridad de tres a uno sobre el defensor. El general Serguéi Melnik, máximo responsable de la provincia de Járkov, afirmaba el 24 de abril en una entrevista con EL PAÍS que la contraofensiva de esta primavera requeriría una superioridad incluso mayor, de cuatro a seis. Rusia lleva ocho meses reforzando sus líneas defensivas, y ha levantado 800 kilómetros de fortificaciones no vistas en Europa desde la II Guerra Mundial.

Ucrania se prepara, además, para un posible desembarco en el frente sur, cruzando el río Dniéper. Esta operación, extremadamente difícil por la anchura del río, requiere de un gran apoyo de artillería, de fuego aéreo y de un elevado número de vehículos anfibios.

Yuri Ihnat, portavoz de las Fuerzas Aéreas Ucranias, avisó el pasado marzo que sin el aprovisionamiento de aviones de combate estadounidenses F-16, el éxito de la contraofensiva no estaba garantizado. Washington se ha negado hasta ahora a facilitar estas aeronaves a Kiev por la dificultad de preparar a los pilotos y la cadena de suministro para los cazas, pero también para evitar una escalada en la tensión con Moscú. Polonia y Eslovaquia sí han entregado durante este año más de 20 MiG-29 (dos escuadrones), aviones de fabricación soviética conocidos por las Fuerzas Aéreas Ucranias.

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