Macron: “Si hay que asumir la impopularidad por la reforma de las pensiones, la asumiré”
El presidente francés apela en una entrevista televisiva al “interés general” para defender el impopular aumento a 64 años de la edad de jubilación, y avisa de que “no tolerará desbordamientos” en las manifestaciones
Emmanuel Macron ha apelado este miércoles al “interés general” para defender la impopular reforma de las pensiones, que ha puesto a la mayoría de los franceses en su contra, ha llevado a dos mociones de censura y ha colocado a Francia al borde de la crisis política y social. El presidente, en una entrevista televisiva, se ha declarado dispuesto a asumir la impopularidad ante sus conciudadanos por una ley que aumenta de los 62 a los 64 años la edad de jubilación.
La entrevista ha servido más para justificar la reforma que para anunciar nuevas medidas o rectificar. Difícilmente calmará los ánimos. El secretario general del sindicato CGT, Philippe Martinez, la ha calificado de “marciana”. “Dice: ‘Todo va bien, lo hago todo bien, no pasada nada en la calle y los que se quejan es porque no han entendido nada’. Es un presidente de la República solo y seguro de sí mismo y de lo que hace, y esto es grave”, ha dicho Martinez.
En la entrevista con los telediarios de la una de la tarde en las cadenas TF1 y France 2, Macron afirmó: “Esta reforma no es un lujo, no es un placer, es una necesidad para el país”. Y añadió: “Hubiera preferido no hacerla, pero es mi responsabilidad, es el interés general”.
Macron, que acaba su segundo y último mandato en 2027, añadió: “Entre los sondeos a corto plazo y el interés general del país, yo elijo el interés general del país, y si hay que asumir la impopularidad hoy, la asumiré”.
El presidente francés confirmó que, tras el examen de la reforma por parte del Tribunal Constitucional, su intención es que entre en vigor “antes del final del año”. Descartó, pues, retirar la ley, y excluye por ahora relevar a su primera ministra, Élisabeth Borne, que el lunes sobrevivió por la mínima a una moción de censura. Aún menos convocar elecciones anticipadas o un referéndum sobre la ley, como piden algunos en la oposición.
Pero el mandatario admitió que, durante las protestas, se ha expresado en Francia “un sentimiento de injusticia” que el Gobierno debe atender. Anunció medidas para que las grandes empresas con beneficios extraordinarios distribuyan una parte entre los asalariados, para mejorar los salarios más bajos, y para incentivar la entrada en el mercado laboral de los receptores del RSA, el ingreso mínimo vital.
Sobre las tensiones en la calle de los últimos días y episodios de amenazas a cargos electos y diputados, tras dos meses de manifestaciones pacíficas, prometió: “No toleraremos ningún desbordamiento”. Precisó, sin embargo, que “hay que escuchar la cólera legítima que no es violencia”.
El martes por la noche, durante una reunión en el palacio del Elíseo con los parlamentarios macronistas, dijo: “La muchedumbre no tiene legitimidad frente al pueblo que se expresa ante sus cargos electos”. Era una alusión a una famosa cita de Victor Hugo: “Con frecuencia la muchedumbre traiciona al pueblo”. La frase encrespó los ánimos.
En la entrevista, el presidente distinguió entre las manifestaciones pacíficas de los sindicatos y las violentas. Y se refirió al asalto trumpista al Capitolio de Washington en enero de 2021 o a la irrupción de una multitud en el Congreso en Brasilia el pasado enero. “Cuando Estados Unidos ha vivido todo lo que ha vivido en el Capitolio, cuando Brasil ha vivido lo que ha vivido (...), hay que decirlo claramente: respetamos, escuchamos, intentamos avanzar por el país, pero no podemos aceptar ni a los facciosos ni las facciones”.
Macron ha tomado la palabra después de mantenerse durante semanas en segundo plano y evitar intervenir en el debate sobre la reforma de las pensiones. La intervención, en un formato original como es una entrevista simultánea a los telediarios del mediodía, llega después de una semana de alta tensión política y social en Francia.
El jueves pasado, el presidente, al constatar que carecía de mayoría en la Asamblea Nacional para adoptar la reforma, activó el artículo 49.3 de la Constitución, que permite imponer una ley eludiendo el voto. Acusando al Gobierno de actuar de modo antidemocrático, la oposición presentó dos mociones de censura, la única vía para frenar la reforma y, al mismo tiempo, hacer caer a la primera ministra Borne.
Una de las mociones obtuvo 278 votos, a nueve de la mayoría. La reforma quedó aprobada, pero el resultado no apagó la cólera en la calle. París y varias ciudades francesas llevan ya seis noches de protestas espontáneas y disturbios. Los sindicatos han convocado para el jueves una jornada nacional de manifestaciones y huelgas, la novena desde que empezaron las protestas en enero.
La incógnita es si el movimiento social se apagará con los días o si esto es solo el comienzo de algo más masivo. Hasta ahora, el impacto en la economía de las huelgas ha sido limitado, pero persistente. París está inundada de basuras sin recoger. En un 14% de estaciones de servicio francesas faltaba este miércoles algún tipo de carburante por los paros en las refinerías. La CGT bloqueó los puertos de Marsella-Fos y Brest. Manifestantes cortaron el tráfico ferroviario en varios puntos del sur de Francia.
La visita del rey Carlos III a Francia del 26 al 29 de marzo supone una complicación añadida para el Gobierno. Por el riesgo de que las protestas obliguen a cambiar la agenda. Y porque las imágenes de Macron con Carlos III serán una bendición para quienes acusan al presidente de comportarse como un monarca.
En la entrevista, Macron defendió la pulcritud democrática de la reforma. Pero el uso del artículo 49.3 y los solo nueve votos que faltaron a la oposición para hacer caer al Gobierno siembran dudas sobre la capacidad de Borne para gobernar en condiciones. La idea del presidente es buscar alianzas puntuales “con gente de izquierda y de derecha”, aunque el apoyo más evidente puede venir de la derecha moderada. La ley de inmigración, el próximo proyecto legislativo del Gobierno tras la reforma de las pensiones, se ha aplazado, pues las posibilidades de prosperar eran escasas ante el rechazo tanto de la derecha como de la izquierda.
“Lamento no haber logrado convencer”, admitió Macron al hacer balance de los últimos meses. Pero añadió: “Hay una tendencia en nuestras democracias a querer abstraerse del principio de realidad”.
No convenció a nadie, ni a los sindicatos, ni a la oposición. Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional y rival de Macron en las dos últimas elecciones presidenciales, reaccionó: “Hemos escuchado las palabras mecánicas y dilatorias de un hombre aparentemente cada vez más solo que parece haber perdido todo sentido de la realidad, todo contacto con el mundo exterior, incluso quizá con los suyos”.
Jean-Luc Mélenchon, líder del primer partido de la izquierda, el anticapitalista y euroescéptico La Francia Insumisa, reaccionó: “Cuanto más tiempo pasa, más tenemos la sensación de que este hombre vive fuera de toda realidad para decirnos que somos nosotros lo que nos abstraemos del principio de realidad. La verdad es que no ha entendido nada”.
Se trataba, para Macron, de retomar el pulso del país, tras el divorcio que ha provocado la reforma de las pensiones. De persuadir y apaciguar. La tarea será complicada.
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