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Benedicto XVI
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ratzinger, el Papa bifronte

Su conversión del progresismo al conservadurismo teológico le valió una ascensión en la carrera eclesiástica. Su renuncia demostró que fue un pontífice fiel a su conciencia

Juan Arias
Benedicto XVI
Joseph Ratzinger, recién nombrado arzobispo de Múnich y Frisinga, en mayo de 1977 en la capital bávara.Dieter Endlicher (AP)

Conocí al hoy fallecido papa emérito, Benedicto XVI, el papa alemán, Ratzinger, durante el Concilio Vaticano II del que el entonces brillante y joven teólogo era uno de los consejeros e inspiradores del progresista episcopado alemán.

Acabado el Concilio, aquel teólogo abierto a los cambios que la Iglesia acababa de sancionar, cambió de ruta, se convirtió en un duro conservador, apeló contra las decisiones progresistas del Concilio y hasta escribió un libro en contra.

Su conversión del progresismo al conservadurismo teológico le valió una ascensión en la carrera eclesiástica. Le hicieron obispo, después cardenal y prefecto de la Congregación de la Fe, la antigua Inquisición desde donde condenó a las figuras más destacadas de la Teología de la Liberación, entre ellas al brasileño Leonarfo Boff.

En Roma, lo recuerdo siempre reservado y difícilmente conversaba con los periodistas. Tuve la suerte de poder cenar una noche con él en casa de un colega alemán, amigo suyo. Allí se abrió más y nos confesó que el entonces papa el polaco, Juan Pablo II, sabía poca teología, que era más bien un “poeta” y que cuando en sus documentos oficiales tenía alguna duda le mandaba el borrador de su texto para que se lo revisara.

Ratzinger llegó a Papa. El cónclave en el que fue elegido tuvo lugar en un momento en el que la Iglesia estaba perdiendo prestigio, según el cardenal alemán, porque Europa se estaba descristianizando y secularizando. Ratzinger defendió que la Iglesia necesitaba en aquel momento un papa conservador y duro con las doctrinas modernistas que él consideraba un veneno para la cristiandad.

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Al mismo tiempo que Ratzinger se mostró intransigente con el progresismo teológico, fue, y por ello lo llaman un papa bifronte, consecuente y fiel a su conciencia. Y así, cuando se vio acosado por las intrigas económicas de la parte más dura de la Curia Romana contra él (llegó a llamarles “lobos”), fue consecuente y pidió la renuncia al papado, algo que no se daba desde hacía casi siete siglos.

Y quedará para la historia, que desde su exilio voluntario, a pesar de no perder su prerrogativa de Papa, nunca le creó un problema a su sucesor, el progresista Papa argentino, que, teológicamente es un Papa en las antípodas del Papa alemán.

Las relaciones del papa Francisco con el emérito papa Benedicto XVI se realizaron sin roces, en un espíritu ejemplar de fraternidad, sin conflictos, lo que supone un ejemplo para ambos pontífices. Cada uno respetó la conciencia y la ideología del otro y supieron convivir como dos hermanos en paz.

Hay quien asegura, sin embargo, que el papa Francisco hubiera avanzado más en su espíritu progresista de concebir la teología, llevando a cabo una profunda renovación y modernización de la Curia Romana y abriendo el poder de la Iglesia a las mujeres que tuvieron en el inicio del cristianismo, así como eliminando la obligatoriedad del celibato eclesiástico al que hoy no se le ve sentido alguno.

El papa Francisco se sentirá a partir de la muerte del papa Ratzinger más libre en sus decisiones de apertura de la Iglesia a la nueva modernidad. Quien le conoce de cerca sabe que ya ha ido organizando el nuevo cónclave que deberá elegir a su sucesor, con mayoría de cardenales provenientes de lo que él llama “la periferia de la Iglesia”, es decir, de fuera de Europa, ofreciendo así la posibilidad de que pueda ser elegido un papa que siga más sus huellas de renovación que las que caracterizó a su antecesor fallecido.

Será ahora importante ver qué camino seguirá el papa Francisco y de qué modo irá preparando su sucesión en un momento tan importante y decisivo para la Iglesia Católica.

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