Miles de japoneses despiden a Shinzo Abe tras un funeral privado con aires solemnes
Una multitud se concentra en las calles de Tokio para rendir homenaje al ex primer ministro asesinado el viernes
La tradición japonesa impone que el cortejo fúnebre de quien acaba de morir recorra en la muerte los lugares que fueron importantes para el fallecido en vida. Shinzo Abe, de 67 años, ocupó el corazón del poder en Japón. Este martes, el coche fúnebre del ex primer ministro, asesinado el pasado viernes, recorrió varios de los templos de ese poder: la sede de la primatura, el Parlamento y el cuartel general de su formación política, el Partido Liberal Democrático (PLD). Lo hizo en medio de un gentío apesadumbrado que llenó las calles de Tokio por las que debía pasar la comitiva con sus restos. “Murió como un héroe”, musitó una anciana que miraba el paso de la caravana con los ojos llenos de lágrimas. Antes de recorrer la capital japonesa, el templo de Zozoji, un lugar emblemático del siglo XVI, había albergado un funeral anunciado como privado pero que adquirió el tono de una despedida oficial, un funeral de Estado en realidad pospuesto para una fecha aún sin concretar.
El templo budista, imponente y palaciego, acogió solo a un centenar de invitados, familiares y amigos cercanos, que se acercaron a presentar sus respetos al político cuyo magnicidio en Nara, la antigua capital medieval japonesa, a unos 500 kilómetros al suroeste de Tokio, ha dejado conmocionados a los ciudadanos de uno de los países más pacíficos del mundo. Abe falleció tras recibir varios disparos por la espalda con un arma de fabricación casera, por parte de un individuo identificado como Tetsuya Yamagami, de 41 años, detenido inmediatamente después. Este sospechoso ha asegurado a los investigadores que cometió el asesinato para vengarse del supuesto apoyo de Abe a la Iglesia de la Unificación de Japón o Secta Moon, a la que su madre hizo una “enorme donación”, informó la agencia Kyodo citando fuentes policiales.
La ceremonia duró una media hora. Allí estaban todos los nombres que importan en la política japonesa y el PLD, la fuerza política a la que la saga familiar de los Abe ha estado vinculada desde su fundación en 1955, y que el pasado domingo, dos días después del magnicidio, cosechó una amplia victoria electoral en las elecciones parciales a la Cámara alta japonesa. Esta victoria abre la puerta a la realización de uno de los proyectos más ansiados por Abe: la reforma constitucional para aumentar la capacidad militar del país. Entre los asistentes, el actual primer ministro, Fumio Kishida. También mandatarios internacionales, como el vicepresidente de Taiwan, William Lai, una presencia que ha provocado una protesta diplomática por parte de China.
Meika Nakashima, de 72 años, fue una de quienes se desplazaron hasta Zojoji, portando flores y un marco con fotografías del difunto. “El señor Abe trabajó mucho por el país, pero ahora está muerto. He venido para orar para que descanse en paz”, declaró a Efe.
Cuando terminó el funeral privado, el coche fúnebre cruzó por delante del templo. Al lado del conductor, como manda la tradición budista, viajaba la viuda de Abe, Akie, llevando una pequeña tabla votiva de madera con el nombre póstumo de su marido. “Abe-san, Abe-san”, (señor Abe, señor Abe) coreaban muchos japoneses, algunos vestidos de luto, haciendo fotos y gritando su despedida al político asesinado.
Casi todos llevaban mascarillas, pero no era el momento para la distancia social. Un hombre gritó el “Gracias por su trabajo” habitual en Japón cuando alguien termina una labor. Otros lo imitaron. Cuando el coche negro se alejó se escuchaban sollozos. Frente al Parlamento y la sede del PLD, diputados, ministros y el propio jefe de Gobierno, Kishida despidieron a Abe con una reverencia al paso de sus restos mortales.
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