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Las bombas alcanzan el aeropuerto de Lviv, a 70 kilómetros de Polonia

Es el primer ataque en la ciudad que sirve de corredor para cientos de miles de refugiados que escapan de la guerra

Varias personas en las inmediaciones del aeropuerto de Lviv poco después del ataque de la mañana del viernes Foto: LUIS DE VEGA | Vídeo: EPV
Luis de Vega

Rusia golpea una de las zonas hasta ahora más seguras de Ucrania y el principal paso de quienes huyen de la guerra. El Ejército ruso ha lanzado varios misiles sobre el aeropuerto de la ciudad de Lviv, a 70 kilómetros de Polonia —país miembro de la OTAN y de la UE—, aunque sin causar víctimas mortales, según han denunciado este viernes por la mañana las autoridades locales. Es el primer bombardeo que tiene lugar en la principal urbe del oeste de Ucrania desde que comenzó la guerra hace 23 días y el primer objetivo no militar. La región de Lviv sí había sido objeto de los misiles rusos en los últimos días. El pasado domingo, al menos 35 personas murieron en el ataque a una base militar en Yavoriv, a unos 40 kilómetros de Lviv, y el viernes de la semana pasada otras seis personas perdieron la vida en el bombardeo de una base aérea de Lutsk, a 87 kilómetros de Polonia.

El incidente deja de momento una persona herida, ha informado el responsable de la Administración regional militar de Lviv, Maksym Kozytsky. Según su relato, los rusos han lanzado varios misiles desde el mar Negro y el ejército ucranio ha conseguido interceptar varios, pero no los cuatro que han logrado alcanzar su objetivo, las instalaciones en las que se reparan los aviones. Parte de esa planta, cuya actividad se había interrumpido previamente, ha quedado “destruida”, en palabras del alcalde de la ciudad, Andriy Sadovy.

Lviv es el principal lugar de paso por el que unos tres millones de personas han escapado de la guerra como refugiados hacia otros países. “Este ataque confirma que [los rusos] no están en guerra con el Ejército ucranio, están en guerra con el pueblo, las mujeres, los niños, los refugiados. No hay nada sagrado para ellos”, ha denunciado Maksym Kozytsky, que lo ha considerado “un golpe” a un “refugio humanitario”.

Apenas había amanecido cuando varias explosiones retumbaron en Lviv, de 700.000 habitantes. Mientras, sonaban las alarmas que advierten a la población del peligro ante la posibilidad de un ataque aéreo y les pide que se pongan a cubierto o se trasladen a los refugios. Pronto una columna de humo negro se alzó sobre la zona del aeropuerto, un área especialmente sensible para las comunicaciones y sobre la que las autoridades habían mostrado ya su preocupación. Varios vecinos que residen en los alrededores confirmaron que escucharon tres detonaciones en torno a las seis de la mañana.

“Ha habido explosiones en la zona del aeropuerto, cerca de la fábrica de reparación de aviones y nos hemos asustado mucho”, comenta Irina en la puerta de su casa, cerca del lugar del ataque, en presencia de su hijo. “No estaba dormida. Me asusté mucho porque fue una explosión muy fuerte. A los vecinos les han salido volando las ventanas y nosotros estábamos todos tumbados en el suelo”.

Algunos curiosos se agolpaban en el apeadero y la terminal de carga de trenes que hay próxima al aeropuerto, en una zona tomada por militares que impedían acercarse más y por la que circulaban ambulancias y camiones de bomberos. Los cristales de las ventanas de la estación se rompieron por la onda expansiva. Desde un puente, se observaba la pista del aeródromo, que aparentemente no sufrió daños. Varios vehículos de emergencias se hallaban dentro de las instalaciones, mientras vehículos policiales y militares custodiaban el exterior.

En medio de un clima de constante inseguridad, sospecha y paranoia ante posibles agentes enemigos infiltrados, el enviado especial de EL PAÍS y otro reportero español estuvieron retenidos en la tarde del jueves durante una hora en una zona comercial de Lviv próxima a las instalaciones atacadas este viernes. Varios agentes inspeccionaron y fotografiaron los pasaportes, las acreditaciones de prensa que entrega el Gobierno ucranio e incluso estuvieron revisando contactos, conversaciones y fotografías en los teléfonos móviles. “Estamos en guerra y deben comprender que se hallan ustedes cerca del aeropuerto”, justificó uno de ellos.

La guerra lleva días instalada en esta región occidental de Ucrania, situada a las puertas de Europa y del territorio OTAN y que al principio del conflicto se veía como un colchón de seguridad. Tanto sus habitantes como los recién llegados que huyen de ciudades en la línea de fuego buscando una zona más tranquila ven ahora cómo la amenaza se ha extendido tras los ataques de los últimos días.

Nuevos ataques en Járkov

Los servicios de emergencia de Járkov, la segunda localidad ucrania por población con 1,5 millones de habitantes, han confirmado este viernes la muerte de una persona y que otras 11 han resultado heridas en el bombardeo de un edificio de la ciudad, de mayoría de habla rusa. Las tropas de Vladímir Putin acechan desde hace semanas Járkov, objetivo prioritario en la diana de Moscú, que busca capturar la urbe para hacerse con el control del este de Ucrania y facilitar una tenaza a la región del Donbás, donde están las repúblicas prorrusas de Donetsk y Lugansk.

En la capital de Ucrania, Kiev, un misil ruso ha impactado contra un bloque de viviendas en el norte de la ciudad y ha provocado una víctima mortal y cuatro personas heridas. El Servicio de Emergencia de Ucrania ha informado de que 12 personas han sido rescatadas y otras 98 han sido evacuadas de este edificio de cinco plantas.

En los nuevos bombardeos nocturnos llevados a cabo por las tropas rusas en las localidades de Severodonetsk y Rubizhne, en la región de Lugansk, en la parte oriental de Ucrania, al menos dos personas han muerto y seis han resultado heridas. Los ataques han afectado a más de una veintena de edificaciones en esas poblaciones y han destruido importantes infraestructuras, según la jefatura de la Administración regional de Lugansk, ha informado la agencia Interfax-Ukraine.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.

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