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La UE acusa a Rusia de utilizar el suministro del gas como un arma contra Moldavia

Bruselas socorre a la antigua república soviética con 60 millones de euros para paliar los efectos de una subida de precios que atribuye a maniobras políticas del Kremlin para castigar al Gobierno proeuropeo de Chisinau

La primera ministra moldava, Natalia Gavrilita, y el Alto Representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, en conferencia de prensa este jueves en Bruselas.
La primera ministra moldava, Natalia Gavrilita, y el Alto Representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, en conferencia de prensa este jueves en Bruselas.STEPHANIE LECOCQ (EFE)

La Unión Europea ha acusado este jueves a Rusia de esgrimir el precio del gas como “un arma geoestratégica” para forzar a Moldavia a seguir en su órbita y frenar su reciente acercamiento hacia la UE. Bruselas se ha mostrado dispuesta a prestar la ayuda necesaria para que el Gobierno moldavo resista la extorsión y supere la grave crisis energética que sufre el país desde el final de su contrato con la gasística rusa Gazprom.

“Estamos viendo los intentos de Gazprom de ejercer presión política [sobre Moldavia] a cambio de bajar los precios del gas”, ha denunciado el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, tras celebrar con la primera ministra moldava, Natalia Gavrilita, una reunión del Consejo de Asociación UE-Moldavia. Borrell ha acusado a Rusia de utilizar el gas como “un arma geopolítica”. Y ha repetido a Gavrilita que “la UE está lista para cooperar con usted y para trabajar estrechamente con su Gobierno”.

Borrell ha desligado el incremento de precios con que Gazprom amenaza a Moldavia de la subida de tarifas que se ha generalizado en casi todo el planeta tras el desajuste de oferta y demanda provocado por la covid-19. “Por supuesto, el tema del gas no es algo exclusivamente de Moldavia, pero en el caso moldavo tiene unas características políticas que deben tomarse muy en cuenta”, ha señalado el jefe de la diplomacia europea. “El incremento de precios en Europa y en el conjunto del mundo no es en general consecuencia de utilizar el suministro de gas como arma. En el caso de Moldavia sí que lo es”, ha señalado tajante Borrell.

La estrategia rusa inquieta sobremanera en la capital europea porque recuerda peligrosamente a la hostilidad que sufrió Ucrania en 2014 cuando estaba a punto de estrechar los lazos con la UE, un acoso que acabó con la anexión a Rusia de la península ucrania de Crimea y el inicio de un conflicto bélico todavía en marcha en las provincias orientales del país. Borrell le ha repetido a la primera ministra moldava que “la UE está lista para cooperar con usted y para trabajar estrechamente con su Gobierno”.

La Comisión Europea ya anunció el miércoles 60 millones de euros en subvenciones a fondo perdido para socorrer a las familias moldavas más vulnerables ante la llegada del invierno. Pero ha precisado que se trata solo de un primer paso y que mantendrá su línea de asistencia ante las maniobras de Moscú para evitar que la ex república soviética se aleje aún más de su órbita. La UE también ha ofrecido al gobierno de Chisinau asesoramiento técnico y ayuda logística para potenciar la diversificación de suministro y Polonia ha empezado a bombear gas a través de Ucrania. Pero la situación, con el invierno en ciernes, continúa siendo alarmante para la población moldava (2,6 millones de habitantes).

Moldavia se vio forzada la semana pasada a decretar el estado de emergencia ante la imposibilidad de renovar el contrato con Gazprom a un precio asequible para el país. El contrato anterior expiró en septiembre y desde entonces se aprovisiona día a día, lo que le expone a las fluctuaciones en un momento de escalada de precios. “Ningún país por rico que sea puede aprovisionarse eternamente en el mercado on the spot”, ha señalado en Bruselas la primera ministra Natalia Gavrilita.

El país pagaba hasta ahora unos 200 dólares (170 euros) de media por 1.000 metros cúbicos de gas. Pero tras el final del contrato con Gazprom, afronta una factura de hasta 790 dólares (680 euros) por 1.000 metros cúbicos, un precio inasumible, según Chisinau, y que puede condenar al país a la pobreza energética o a una quiebra financiera.

Algunos analistas ya habían apuntado que el endurecimiento de la posición de Gazprom era consecuencia del giro electoral en Moldavia, que el año pasado vio la derrota del presidente prorruso Igor Dodon. La actual presidenta Maia Sandu apuesta por un acercamiento a la UE, reforzado por la victoria de su partido, Acción y Solidaridad, en las legislativas de este año.

Rusia teme el alejamiento de otro de los peones que sirven de barrera entre sus fronteras y las de la UE. En el caso de Moldavia, además, una parte del territorio, Transnistria, alberga una importante comunidad rusófona y en 1990 se declaró independiente. El intento de ruptura no logró el reconocimiento internacional pero Moscú mantiene tropas en el territorio para evitar una posible intervención de las autoridades de Chisinau.

El actual Gobierno de Gavrilita intenta mantener el equilibrio entre su orientación hacia la UE, donde cuentan con Rumanía como principal aliada por compartir lengua e historia, con un entendimiento energético con Rusia. La primera ministra ha señalado que el vicepresidente de su gobierno se encuentra en San Petersburgo negociando un nuevo acuerdo con la gasística rusa y percibe que “hay avances”. Pero de momento sigue la pugna.

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