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Un exguardia nazi de 100 años comparece ante la justicia en Alemania

El acusado, que trabajaba en el campo de Sachsenhausen, donde estuvo preso Largo Caballero, es sospechoso de haber colaborado en el asesinato de los internos

Josef S. se cubre el rostro antes de su juicio este jueves en el tribunal de Neuruppin en Brandeburgo.
Josef S. se cubre el rostro antes de su juicio este jueves en el tribunal de Neuruppin en Brandeburgo.ANNEGRET HILSE (Reuters)

Un exguardia de 100 años, que trabajó durante tres años en el campo de concentración de Sachsenhausen, compareció este jueves ante el Tribunal Regional de Neuruppin, en el noreste de Alemania, un hecho que lo convierte en el acusado más anciano en ser juzgado en el país por supuestos crímenes nazis. Josef S., ex cabo primero de la división Totenkopf (Cabeza de muerto) de las SS, es sospechoso de haber colaborado en el asesinato “cruel e insidioso” de los internos del campo durante su estancia en Sachsenhausen, de 1942 a 1945.

Según la fiscalía, el acusado tenía solo 21 años cuando llegó al campo donde habría participado supuestamente en el fusilamiento de prisioneros soviéticos y el asesinato de presos con gas venenoso Zyklon B. Josef S. no está acusado de haber disparado contra los prisioneros, sino de haber contribuido a estos actos por su trabajo como guardia y de haber estado al tanto de que estas muertes ocurrían en los campos. El acusado se enfrenta a un mínimo de tres años de prisión, pero su pena sería simbólica dada su avanzada edad.

Según el abogado defensor, Stefan Waterkampf, el juicio está centrado en saber lo que ocurrió en el campo de Sachsenhausen entre los años 1942 y1945, y también sobre las funciones que tenía el acusado en el campo. “¿Qué podía saber él?”, dijo su abogado defensor a la prensa germana. Según Waterkamp, Josef S. estaba empleado como guardia en las torres y en la zona exterior del campo.

Desde su apertura, en 1936, hasta su liberación por los soviéticos, el 22 de abril de 1945, pasaron por el campo de Sachsenhausen unos 200.000 prisioneros, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales. Cuando los militares soviéticos entraron al campo, ubicado a unos 60 kilómetros de Berlín, encontraron a varias decenas de enfermos que habían sido abandonados por los verdugos, entre ellos, el ex presidente del Consejo de Ministros en la Segunda República española Francisco Largo Caballero.

Debido a su avanzada edad, Josef S. fue llevado en ambulancia al juicio y una evaluación médica realizada en agosto determinó que el anciano estaba en condiciones de ser juzgado, aunque las audiencias en el tribunal de Neuruppin se limitarán a solo dos horas al día. En el primer día del juicio, solo se dio lectura del acta de acusación y el tribunal ha fijado otras 22 vistas hasta enero de 2022.

El ‘caso Demjanjuk’

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En los últimos 10 años, Alemania ha juzgado y condenado a cuatro exmiembros de las SS, después de que un juez de Múnich condenara en 2011 a cinco años de cárcel a John Demjanjuk, un anciano de origen ucranio que fue declarado culpable a los 91 años de haber sido cómplice en el exterminio de unos 28.800 judíos en el campo de concentración de Sobibor.

Aunque los fiscales nunca pudieron aportar pruebas concretas de la actuación de Demjanjuk en Sobibor, el juez consideró que la presencia del acusado en el campo y las sospechas sobre su trabajo eran suficientes para condenarlo. La sentencia sentó jurisprudencia y desató una nueva y tardía cacería contra los últimos supervivientes que trabajaron en los campos de la muerte construidos por el nazismo, entre ellos Josef S.

La sentencia del juez de Múnich ayudó, por ejemplo, a condenar en 2015 a cuatro años de cárcel a Oskar Gröning, un anciano de 93 años conocido como el contable de Auschwitz, que fue acusado de complicidad en la muerte de 300.000 personas. Groning falleció en marzo de 2018.

El fallo dictado por el juez en el juicio contra Gröning fue valorado en su momento como una verdadera revolución jurídica. “Auschwitz fue, en su totalidad, una máquina de la muerte”, dijo el juez, y añadió que una “maquinaria asesina” solo podía funcionar si cada uno de los cientos de engranajes de la máquina asesina funcionaba con la precisión de un reloj. Oskar Gröning había sido entre los años 1942 y 1944 un engranaje pequeño pero eficaz de la maquinaria de la muerte.

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