Merkel felicita al socialdemócrata Scholz por su “éxito electoral”
Los liberales aseguran que invitarán a reunirse primero a los democristianos y después al SPD
Un comunicado de una sola línea llegaba al correo de los periodistas a primera hora de la tarde: “La canciller felicitó el lunes a Olaf Scholz por su éxito electoral”. Ante la insistencia de los medios de comunicación, los portavoces del Gobierno se habían negado previamente, durante la rueda de prensa ordinaria que ofrecen tres veces a la semana, a comentar los resultados de las elecciones del pasado domingo. Los socialdemócratas del SPD salieron vencedores por un estrecho margen de apenas punto y medio. Frente a su 25,7% de votos, los democristianos de Merkel obtuvieron el 24,1%. La felicitación de la canciller no tendría más interés si no fuera porque el candidato conservador, Armin Laschet, seguía sin reconocerle la victoria a Scholz públicamente -después se supo que lo hizo por carta, llegada el miércoles-. Asegura Laschet que con unos resultados tan apretados ninguno de los dos partidos tiene un mandato claro para tratar de pactar un Ejecutivo. Y él quiere intentarlo también.
El portavoz de la canciller se limitó a recordar cómo funcionan las cosas tras unos comicios: hasta que no se forme nuevo Gobierno y Merkel tenga sucesor, ella seguirá al frente de la Cancillería. Dependiendo de lo que duren las negociaciones, podrían ser meses. La última vez, en 2017, el proceso se prolongó durante casi medio año porque estuvo a punto de naufragar un primer intento de coalición a tres y llegó a barajarse la convocatoria de nuevas elecciones. De momento, quienes ya han empezado a hablar son los dos partidos minoritarios pero decisivos que casi con toda seguridad estarán en el próximo Gobierno alemán: los ecologistas y los liberales. Anoche los cuatro miembros del equipo negociador, dos de cada partido, publicaron en sus cuentas de Instagram la misma foto e idéntico texto: “En la búsqueda de un nuevo Gobierno, sondeamos los puntos en común y buscamos puentes entre lo que nos separa. E incluso encontramos algunos. Tiempos emocionantes”.
Los jefes de los Verdes, Robert Habeck y Annalena Baerbock, y el presidente del liberal FDP, Christian Lindner, y su secretario general, Volker Wissing, se reunieron anoche por sorpresa tras anunciar que empezarían a sentarse este miércoles. Las conversaciones son todavía muy preliminares, pero de ellas tienen que salir muchos acuerdos. En primer lugar, sobre los puntos clave de sus programas en los que difieren, que son muchos; también sobre el reparto de las carteras de un futuro Gobierno ―tanto Lindner como Habeck aspiran al poderoso Ministerio de Finanzas, hasta ahora ocupado por Olaf Scholz―, y finalmente sobre con cuál de los dos partidos mayoritarios quieren sentarse a hablar formalmente. La prensa alemana les llama “hacedores de reyes” (Königmacher) porque en su mano está que Scholz se convierta en nuevo canciller, lo más probable en estos momentos, o que lo haga el perdedor de los comicios, Laschet. En el partido de este último arrecian las voces que dicen que hay reconocer la derrota y que no se trata de gobernar a cualquier precio.
Los liberales no ocultan su preferencia por los democristianos de la CDU-CSU, mientras que los Verdes se inclinan hacia el SPD. Un reflejo de sus políticas. Los ecologistas quieren aumentar las inversiones para financiar el cambio de modelo energético que permita luchar contra la crisis climática mientras el FDP aboga por la ortodoxia presupuestaria y se niega en redondo a permitir subidas de impuestos. Wissing anunció este miércoles por la tarde que volverán a sentarse con los ecologistas el viernes y que después invitarán primero a los democristianos, el sábado, y después a los socialdemócratas, el domingo, para sondear la posible coalición. El secretario general de los liberales no quiso comentar de qué han hablado con Baerbock y Habeck. Annalena Baerbock, por su parte, aseguró también que los Verdes quieren hablar primero con el SPD el domingo. Con la CDU-CSU la cita sería la semana que viene, pero aún no tiene fecha.
Según una encuesta publicada en Die Zeit, recogida por Efe, una mayoría de los alemanes consideran responsable en parte a Angela Merkel de los malos resultados cosechados por su partido el domingo pasado. El 24,1% es, con diferencia, el peor de la historia de esta formación que ha estado al frente del país en 52 de los 72 años de existencia de la república federal.
El 54% de los encuestados cree que la canciller tuvo parte de culpa en la debacle de los conservadores. Otro 39% asegura que no. Lo cierto es que Merkel no se ha ocupado de su propia sucesión. Después de anunciar en 2018 que no volvería a presentarse a las elecciones, pero que terminaría su mandato, amadrinó a una sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer. AKK, como se la conoce por sus siglas, se presentó a la secretaría general del partido y ganó, pero un año después dimitió al no poder imponerse tras una crisis del partido en Turingia. Merkel ya no quiso apoyar a ningún otro candidato y se mantuvo neutral en el congreso del partido que en enero escogió a Armin Laschet. Tampoco intervino en la lucha de poder entre la CDU y su socio bávaro CSU en abril por la candidatura conjunta a la Cancillería.
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