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Una semana de vértigo del peronismo argentino para recuperar votos

El Gobierno busca revertir la derrota en las elecciones primarias del 12 de septiembre con un Gabinete centralizado y mayor gasto público

El presidente argentino, Alberto Fernández, rodeado de sus nuevos ministros, el lunes pasado en Buenos Aires.
El presidente argentino, Alberto Fernández, rodeado de sus nuevos ministros, el lunes pasado en Buenos Aires.NATACHA PISARENKO (AFP)

El peronismo ha cerrado filas para conquistar votos y retener el poder en el Congreso de Argentina. El Gabinete engendrado por la guerra abierta entre el presidente, Alberto Fernández, y su segunda, Cristina Fernández de Kirchner, tras la derrota en las elecciones primarias ha arrancado como una apisonadora para recuperar el terreno perdido de cara a las elecciones legislativas del próximo 14 de noviembre. Mensajes de unidad, reuniones a las ocho de la mañana en la sede de Gobierno y anuncios a cuentagotas de medidas políticas y económicas destinadas a mejorar el bolsillo y el humor social de los argentinos.

El nuevo jefe de Gabinete, el veterano dirigente peronista Juan Manzur, ha quedado al frente de la comunicación oficial. En su presentación pública en el nuevo cargo, Manzur anunció el martes junto a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, la desaparición de casi todas las restricciones que seguían vigentes por la pandemia de covid-19. Las mascarillas dejaron de ser obligatorias en las calles y otros espacios abiertos; las fronteras reabrirán del todo al turismo extranjero: a los locales comerciales, gastronómicos y culturales se les permitió volver a un 100% de aforo; y se habilitó el regreso del público a los eventos masivos, como el fútbol, la religión pagana de los domingos en Argentina.

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De puertas afuera, la crisis política que paralizó al Ejecutivo argentino está superada. “Vamos a redoblar esfuerzos”, dijo el presidente el miércoles, en una de sus escasas apariciones públicas de la semana, cuando encabezó la inauguración de una Facultad de Medicina en la periferia de Buenos Aires. Rodeado por dirigentes nacionales, alcaldes y simpatizantes, Fernández reiteró que ha escuchado el mensaje expresado en las urnas y ha decidido dar un nuevo impulso a las políticas de Gobierno.

El próximo 14 de noviembre, Argentina celebra elecciones de medio término en las que se elige a la mitad de la Cámara de Diputados y a un tercio del Senado. El oficialismo se juega el control de ambas cámaras, que perdería si se repite la contundente derrota de hace dos semanas. La alianza opositora Juntos por el Cambio ganó en 18 de las 24 provincias en las primarias del 12 de septiembre, en las que se votaban los precandidatos a diputados nacionales. Todos los principales distritos quedaron en manos de la oposición, incluida la provincia de Buenos Aires, bastión histórico del peronismo y responsable de casi el 40% de los votos nacionales. En las ocho provincias donde se votaban precandidatos a senadores, seis quedaron en manos de la oposición y dos en las del oficialismo.

La campaña electoral de los próximos dos meses se centrará en la economía. Mientras la oposición estudia los próximos movimientos, el Gobierno pisa el acelerador de la recuperación económica con medidas pro consumo. El martes decretó un aumento interanual del salario mínimo del 52,7%, que llegará a los 33.000 pesos (unos 300 dólares al cambio oficial) en marzo. Después de varios años de pérdida de poder adquisitivo, el incremento supondrá una recuperación real de los salarios más bajos al superar a la inflación, que se prevé que sea alrededor del 48%. Para las clases más acomodadas, el Ejecutivo eximió del pago de un impuesto al trabajo a quienes ganen menos de 175.000 pesos mensuales brutos (casi 1.700 dólares, al cambio oficial, 900 en el mercado informal).

En la próxima semana se prevé que el Gobierno anuncie también un bono extraordinario para jubilados y para la población con menores ingresos económicos, la más afectada por la pandemia de covid-19 y la cuarentena impuesta para intentar reducir su impacto. Las restricciones agravaron la crisis que atravesaba el país desde 2018 y la pobreza escaló al 42% de la población, la cifra más alta en casi dos décadas.

“Eran anuncios planificados para más adelante, pero al haber perdido los aceleraron”, señala la politóloga Lara Goyburu, al considerar que el Gobierno dio un golpe de timón y puso por delante la política económica a la sanitaria. “En noviembre veremos si alcanza con estas medidas, con poner más plata en el bolsillo de la gente, o si la ciudadanía lo que pide son reformas estructurales”, se cuestiona.

En paralelo al impulso de las políticas públicas, el Ejecutivo busca también recuperar territorios que el pasado 12 de septiembre dieron la espalda a la coalición oficialista Frente de Todos y votaron por la oposición, como la provincia de Buenos Aires y gran parte del norte argentino. “Está gobernando el peronismo”, dijo Manzur, de licencia cómo gobernador de la norteña provincia de Tucumán, a modo de arenga en la primera reunión conjunta del nuevo Gabinete, en el que reaparecieron figuras con mucha experiencia política, como Aníbal Fernández, ahora al frente de la cartera de Seguridad, y Julián Domínguez, ministro de Agricultura.

“Manzur tiene buen diálogo con los gobernadores [provinciales] y Domínguez con los intendentes de la provincia de Buenos Aires. Hay una lectura de volver a un peronismo que reconecte con el territorio y con su agenda tradicional de garantizar pan y trabajo, más que un peronismo metropolitano, con agendas vinculadas al siglo XXI como hasta ahora”, señala Goyburu.

En los barrios, militantes políticos y referentes de movimientos sociales afines al Gobierno van casa por casa en busca del 32% de los argentinos que optaron por no ir a las urnas, pese a que el voto es obligatorio en Argentina. Ellos decidirán el resultado electoral de las legislativas y con él, el margen de maniobra del Gobierno en los próximos dos años.

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