La hermana de Kim Jong-un exige a Seúl el fin de sus políticas hostiles para retomar el diálogo
El presidente de Corea de Sur pidió esta semana ante la ONU que las partes se reúnan para declarar “el fin de la guerra en la península coreana”
Corea del Norte ha vuelto a dar muestras de interés por un acercamiento a su vecina del sur, aunque con condiciones. Kim Yo-jong, la hermana del máximo líder norcoreano, Kim Jong-un, ha expresado este viernes que su país está dispuesto a retomar el diálogo si Seúl pone fin a sus “políticas hostiles” y su “doble rasero”. Su mensaje llega horas después de que Ri Thae Song, viceministro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, enviase un comunicado en el que señalaba que la firma de un tratado de paz es precipitada y que solo serviría para agravar las tensiones en la península.
La Guerra de Corea (1950-1953) terminó con la firma de un armisticio en lugar de un tratado de paz, lo que en teoría supone que formalmente no han puesto fin al conflicto bélico de hace siete décadas. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, que ha situado a este pacto largamente postergado como prioridad número uno en la agenda de su Gobierno, propuso el martes ante la 76ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas que “tres partes, las dos Coreas y EE UU, o cuatro partes, las dos Coreas, EE UU y China, se reúnan y declaren el fin de la guerra en la península coreana”.
El vicecanciller norcoreano tachó el jueves la iniciativa de “prematura” y aprovechó para calificar una vez más de “hostil” la política estadounidense hacia su país. Ri se refirió a los recientes ejercicios militares, la venta de armas a Corea del Sur y Japón, y la nueva alianza de seguridad trilateral AUKUS como ejemplos de la línea de acción de Washington encaminada a torpedear la materialización de una paz definitiva.
Tan solo unas horas más tarde, sin embargo, la hermanísima de Kim Jong-un, también figura relevante dentro de la élite política norcoreana, ha enviado un mensaje diametralmente opuesto. Según varias agencias de noticias que la han parafraseado, entre ellas Reuters y BBC, Kim Yo-jong ha declarado que la propuesta es interesante y admirable. No obstante, acto seguido, en el mismo comunicado publicado inicialmente por la agencia estatal norcoreana KCNA, ha arremetido contra su vecino del sur y ha añadido que Pyongyang solo estará dispuesto a “sentarse cara a cara y declarar el crucial final de la guerra” si “Corea del Sur deja a un lado su doble rasero, sus prejuicios infundados, sus malos hábitos y su proceder hostil, todo lo cual ha empleado para justificar sus propios actos alegando defensa propia”.
Para la menor de los Kim, la solución podrá ser considerada si “verdaderamente consigue terminar con la inestabilidad que ha reinado en la península desde el armisticio” y “con los continuos enfrentamientos entre ambas partes”.
Al respecto, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Moon subrayó que la conclusión del conflicto podría “suponer un gran progreso en la desnuclearización [de la región] y conducir hacia una era de paz”. El régimen de Kim Jong-un exige para ello que la Casa Blanca elimine las sanciones económicas que penden sobre su nación, mientras que Washington alega que Pyongyang debe renunciar a su programa nuclear con fines armamentísticos para que se pueda avanzar en las negociaciones.
El presidente estadounidense, Joe Biden, también se dirigió a la Asamblea ese día y afirmó que su Administración está “buscando a través de la diplomacia la desnuclearización completa de la península coreana”. “Queremos lograr avances concretos con un plan que refleje un compromiso real, que garantice la estabilidad de la península y de la región, y que contribuya a mejorar las vidas de los ciudadanos de la República Popular Democrática de Corea”, agregó el mandatario norteamericano.
A Moon Jae-in se le agota el tiempo para concretar una de las principales metas que se ha trazado a lo largo de su mandato antes de que se celebren los comicios presidenciales, en marzo del próximo año, en los que se elegirá a su sucesor. A pesar de que en 2018 se avivó la esperanza de rubricar un acuerdo tras el histórico apretón de manos los gobernantes de ambas Coreas, muy poco se ha avanzado desde entonces en aras de establecer vínculos bilaterales pacíficos. Igualmente decepcionantes para los que apuestan por una solución definitiva a la discordia fueron los tres encuentros entre el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, que no arrojaron ideas concluyentes para encarrilar el proceso de paz. Las conversaciones se encuentran estancadas desde junio de 2019.
“Parece que Corea del Norte continúa sopesando todas las opciones mientras mantiene la puerta abierta al diálogo, porque tensa la situación, pero sin propasarse, lo suficiente como para que EE UU no rompa el contacto por completo”, opinó ante los medios Moon cuando se disponía a regresar a Seúl desde Nueva York.
Esta semana, el director de la Comisión de Energía Atómica de la ONU afirmaba que el programa nuclear de Pyongyang marcha “adelante a toda máquina” y que, a pesar de afirmar su voluntad para entablar un diálogo, sus actos demuestran más bien lo contrario. La semana pasada, Corea del Norte disparó dos misiles balísticos después de haber probado días antes un misil de crucero de largo alcance. Corea del Sur y EE UU cumplieron a lo largo del mes de agosto con las maniobras militares conjuntas que efectúan de manera regular, necesarias, según alegan ambos Gobiernos, por la amenaza que representa el programa nuclear norcoreano.
Tanto EE UU como China, ambos signatarios del armisticio de 1953, han reiterado su disposición a apoyar el fin de la guerra de manera oficial. El Pentágono informó el miércoles de que Washington quiere debatir la propuesta, mientras que el Ministerio de Exteriores de China expresó ese mismo día que respalda “los esfuerzos de todas las partes implicadas con ese propósito”.
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