El cardenal Becciu al inicio de su juicio por corrupción en el Vaticano: “Se demostrará mi inocencia”
La Santa Sede celebra la primera audiencia del macroproceso por corrupción en el que está imputado un cardenal, pero aplaza el proceso hasta el próximo octubre
El Vaticano asistió este martes por la mañana al arranque del juicio que marcará su capacidad para castigar los delitos de corrupción económica cometidos en su interior. La fiscalía de la Santa Sede acusa a 10 empleados, comisionistas y al cardenal Angelo Becciu de haber realizado una gestión paralela de las finanzas del Vaticano durante una década y atribuye a los procesados delitos de estafa, blanqueo de capitales, malversación de fondos y corrupción. La novedad no son los delitos, sino el intento ahora por juzgarlos. La primera vista celebrada, sin embargo, se limitó a concretar detalles técnicos y del proceso y el tribunal aplazó el juicio hasta el próximo 5 de octubre. “Confío en el tribunal. Se demostrará mi inocencia”, señaló Becciu a través de un comunicado publicado por su abogado.
La sala de los Museos Vaticanos donde se celebraba la vista -se desarrollará ahí todo el juicio por motivos de espacio- estaba repleta de abogados, jueces y periodistas. El bullicio en el aula especial fue interrumpido de golpe cuando entró el cardenal Becciu a las 9.17. El purpurado -antiguo número dos de la poderosa Secretaría de Estado y desposeído de sus privilegios como cardenal cuando Francisco tuvo noticias de las acusaciones que pesan sobre él- se sentó en la última fila y se hizo el silencio de golpe. Parecía tranquilo, bromeó con algunos periodistas y mostró su desconocimiento en asuntos como el que tendrá que vivir durante los próximos meses. “Nunca había estado en un juicio”, señaló. Él y su exsecretario, monseñor Mauro Carlino, fueron los únicos acusados que se presentaron a la vista. Los otros ocho alegaron distintos motivos para no asistir a la primera sesión de la audiencia, que terminó definitivamente a las 16.45.
Becciu, que vestía un traje gris y llevaba una gran cruz dorada al pecho, estaba tan relajado que se fue a comer cuando continuaba la vista y seguían interviniendo las defensas de algunos acusados. Antes aseguró que confía en que el tribunal le absuelva. Porque hasta ahora, señaló, solo ha sido acusado por la fiscalía vaticana sin ningún tipo de contacto con sus abogados o con el respeto a la presunción de inocencia. Además, aseguró su letrado, “espera con serenidad el desarrollo del proceso y la demostración de las numerosas pruebas y testigos indicados que demostrarán su inocencia respecto a todas las acusaciones”. “Siempre he sido obediente al Papa, que me ha encargado muchas misiones y ha querido ahora que pasara por el proceso. Y lo he hecho. Estoy sereno, tranquilo y con la conciencia tranquila. Confío en que se reconocerá mi inocencia”, señaló el cardenal.
La causa central del juicio es la compraventa de un inmueble en Londres en 2015, que autorizó Becciu, costó alrededor de 300 millones de euros y se llevó a cabo mediante una serie de intermediarios que cobraron comisiones millonarias y que se reservaron el poder de bloquear futuros movimientos pese a que no habían aportado prácticamente capital. La operación se ejecutó con los fondos del Óbolo de San Pedro, teóricamente destinados a sufragar las obras de caridad de la Santa Sede. Una larga investigación que comenzó hace dos años recogida en unas 29.000 páginas -luego sintetizadas en los 500 folios del sumario- permitió determinar que la actividad de los inculpados supuestamente supuso “pérdidas considerables para las finanzas [entre 73 y 166 millones]”, según Nunzio Gallantino, presidente del APSA, la organización que gestiona los inmuebles del Vaticano.
La fiscalía ha armado parte de la causa a través de las declaraciones de monseñor Alberto Perlasca, un supuesto arrepentido, y de Francesca Immacolata Chaouqui, una suerte de lobbista que ya estuvo en el ojo del huracán en el caso conocido como Vatileaks 2 después de que la Santa Sede le hubiera encargado algunos informes sobre la estructura económica. Entonces fue condenada por las filtraciones realizadas durante aquel proceso y se convirtió en uno de esos personajes extravagantes que aparecen siempre en las tramas vaticanas intentando pescar en río revuelto. A muchos extraña ahora su regreso a la escena jurídica vaticana y Becciu aseguró también que denunciará a sus acusadores por las “gravísimas y completamente falsas declaraciones que hicieron ante el fiscal” durante las investigaciones.
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