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España promete entregar 7,5 millones de vacunas a América Latina

Los presidentes latinoamericanos exigen solidaridad: “El privilegio de unos pocos pone en riesgo a la humanidad entera”. Varios líderes atacan a la “dictadura” de Venezuela en la cumbre iberoamericana

Foto de familia de la cumbre iberoamericana en Andorra. De izquierda a derecha, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; el primer ministro de Portugal, Antonio Costa; el rey de España, Felipe VI; el presidente de Guatemala, Alejandro Gianmattei; el jefe del Gobierno de Andorra, Xavier Espot; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; la secretaria general Iberoamericana, Rebeca Grynspan, y el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader. En vídeo, declaraciones de Pedro Sánchez.Vídeo: JAVIER BORREGO / EUROPA PRESS
Carlos E. Cué
Soldeu (Andorra) -

La dramática situación de la vacunación en la mayoría de los países latinoamericanos se ha convertido en el gran centro de la XXVII cumbre iberoamericana, en la que finalmente Nicolás Maduro ha cancelado su participación mientras varios presidentes han lanzado mensajes contra la “dictadura” de Venezuela. La gran queja entre los líderes latinoamericanos es que no les llegan las vacunas y no funciona el sistema Covax, organizado por la ONU para distribuirlas entre los países más pobres. En este contexto, el presidente español, Pedro Sánchez, ha prometido a todos sus colegas que España distribuirá en Latinoamérica 7,5 millones de vacunas en 2021, entre un 5% y un 10% de las que le van a llegar a través de la compra común organizada por la Comisión Europea. Esa distribución empezará, explicó el presidente, cuando España haya vacunado al 50% de su población, esto es aproximadamente en julio, según el plan de vacunación previsto por el Gobierno y que no se altera por esta decisión, según fuentes del Ejecutivo, que mantienen la idea de tener cubierto al 70% de los españoles a finales de verano. El reparto se hará a través del sistema multilateral Covax con apoyo de la Organización Panamericana de Salud, que decidirá en función de las necesidades.

Además, Sánchez se ha mostrado dispuesto a “abrir el debate” sobre la eliminación de las patentes de las vacunas en el marco de la Organización Mundial del Comercio. Juan Orlando Hernández, de Honduras, que habló justo después, agradeció el gesto de Sánchez. En cualquier caso, este esfuerzo de 7,5 millones de vacunas, que para España es muy importante, supone un porcentaje pequeño para una población de 650 millones de personas que viven en América Latina, que necesitarán la solidaridad de más países. EE UU ya ha dado a México 2,7 millones de vacunas, por ejemplo, y hay negociaciones para que le entregue más. Este país ya ha aplicado 20 millones de dosis mientras en Haití no se ha puesto ninguna, según recordó el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.

El rey Felipe ha remarcado ese mensaje de solidaridad de España con América Latina. “Siempre estaremos al lado de nuestros países hermanos de América, en lo que se nos requiera, para respaldar sus esfuerzos por mejorar la vida, bienestar y salud de sus poblaciones. Queremos ser parte de ese ejercicio de conmemoración, rememorar el pasado y, sobre todo, compartir proyectos y retos de futuro”, señaló el monarca.

El secretario general de la ONU, António Guterres, ha reivindicado en su saludo a la cumbre el mecanismo Covax y ha señalado que hay que frenar “el peligroso nacionalismo de vacunas” que hace que en algunos países ricos se esté hablando ya de cubrir a toda la población cuando en los más pobres ni siquiera ha empezado. La secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, que está acabando su mandato, ha pedido a todos los líderes que actúen ya para evitar que el continente vuelva a perder el tren de la recuperación. “Está en nuestras manos evitar la sombra de otra década perdida”, ha señalado.

Varios presidentes han ido mucho más lejos narrando con gran dramatismo su situación y criticando con dureza a los países ricos por su insolidaridad. Aunque no han citado expresamente a ninguno, parecía obvio que se referían a los europeos o EE UU e Israel, que van muy por delante en vacunación. Allí estaban presentes España y Portugal, dos miembros de la UE que van muy por delante de la mayoría de sus socios latinoamericanos. “Los países ricos están haciendo una política de acaparamientos de vacunas insolidaria”, ha sentenciado Luis Abinader, presidente de la República Dominicana. “La iniciativa Covax es claramente insuficiente debe ser reforzada”, dijo el argentino Alberto Fernández, que sí está avanzando poco a poco en la vacunación y tiene previsto fabricar AstraZeneca y también la rusa Sputnik en su país.

Más duro fue el boliviano Luis Arce. “Los países ricos han comprado más de la mitad de las vacunas en el mundo cuando representan al 16% de la población mundial. Más de 100 países no han empezado a vacunar. La ciencia médica debe estar al servicio del ser humano, el acceso a la vacuna debe ser un derecho humano”, aseguró. “Esta crisis ha puesto de manifiesto un notable éxito del mundo científico y un fracaso notable del mundo político”, dijo el chileno Sebastián Piñera. “Nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo. El privilegio de unos pocos pone en riesgo a la humanidad entera. El virus muta y sus mutaciones pueden tornarse desafiantes al desarrollo de las vacunas”, aseguró el colombiano Iván Duque. “Los países ricos están comprando más vacunas de las que necesitan”, sentenció Carlos Alvarado, de Costa Rica.

Lenín Moreno, de Ecuador, remató: “No tenemos recursos para una nueva ola. No exagero si digo que podríamos llegar a un escenario apocalíptico. Las vacunas deben ser un bien público mundial”. Mientras, el cubano Miguel Díaz-Canel, que se estrenaba en estas cumbres y ha reforzado su poder tras la salida definitiva de Raúl Castro, presumió de que su país está a punto de lograr su propia vacuna, y aprovechó para atacar el bloqueo de EE UU en el discurso habitual de los dirigentes cubanos.

En Latinoamérica, la crisis de la covid ha provocado una caída del PIB del 8%, una bajada de las exportaciones del 13%, la muerte de 2,7 millones de pequeñas empresas y la creación de 78 millones de pobres nuevos. Se habla de un retroceso de 30 años. Las diferencias de vacunación en la región son enormes. Mientras Chile está a unas 10 semanas de vacunar a toda su población, en Venezuela al ritmo actual tardarían varios años. Por eso, la cumbre tiene intenciones de promover el mecanismo Covax y otras soluciones para que lleguen a los países más pobres, aunque varias naciones señalan que ese sistema es un fracaso.

Nicolás Maduro ha vuelto a jugar con todos. Después de confirmar durante varios días su presencia por vía telemática en la cumbre iberoamericana, que tiene lugar en Andorra, y convertirse así en uno de sus grandes protagonistas por el rechazo que otros líderes habían expresado sobre su participación, el presidente de Venezuela no ha comparecido y ha dejado que hablara Delcy Rodríguez, su vicepresidenta. Maduro lleva años jugando al despiste y en la cumbre de 2016 en Cartagena de Indias ya dio plantón y canceló en el último momento su presencia cuando también se había convertido indirectamente en el gran protagonista. Como presidente, Maduro nunca ha participado en estas reuniones, las únicas en las que están todos los países. En el último momento se cayeron otros líderes, como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, que estaba en duda, o el nicaragüense Daniel Ortega. Tampoco estuvieron, como ya habían anunciado, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ni los de Paraguay o El Salvador. Pero sí intervinieron otros 15 mandatarios.

Maduro se pierde así un escaparate ideal para reivindicar su legitimidad como presidente, aunque en realidad ya ha logrado el efecto porque estaba invitado a la cumbre, lo que implica que se reconocía su autoridad para estar ahí frente a Juan Guaidó, al que varias delegaciones consideran el presidente legítimo de Venezuela y que, sin embargo, no ha sido invitado a la reunión.

Varios presidentes han criticado igualmente a Maduro. El chileno Piñera arrancó, mostrando su “pleno y total compromiso con la libertad y los valores de los derechos humanos en Venezuela”. Pero el más duro fue el colombiano Iván Duque, un país que sufre más que nadie, por ser fronterizo, el éxodo de venezolanos. “Son millones de hermanos venezolanos los que han salido por la dictadura. Hago un llamado para que la comunidad donante aporte los recursos que corresponde por migrante. Todos los países debemos abrazar la democracia y rechazar cualquier expresión de dictadura. No actuar nos convierte en legitimadores. Hacemos un llamado a no dejar de lado la preocupación por esta crisis humanitaria, la más opresora de las dictaduras que hayamos visto en esta región”. Lenín Moreno, de Ecuador, también fue muy crítico: “Qué pena que se haya incorporado a esta cumbre a la delegada del gobierno de Maduro, que no cumple ni la ética política ni el buen Gobierno, ni mucho menos el respeto a los derechos humanos de ese pueblo al que dice representar”. Luis Lacalle-Pou, de Uruguay, también ha lanzado su mensaje: “Le decimos al señor Maduro que debe abrir las puertas a la democracia”. Por el contrario, el cubano Díaz-Canel reivindicó expresamente la legitimidad de Maduro, y culpó a EE UU de los problemas económicos de Venezuela.

Ya al final de la cumbre ―estaba en la cola por orden alfabético― Delcy Rodríguez fue durísima con el colombiano Duque. “Si la humanidad se viera en el presidente de Colombia como espejo los resultados serían apocalípticos. Duque es un fracaso para erradicar el cultivo de la droga en plena pandemia. Colombia ha aumentado su producción de cocaína. Venezuela acogió seis millones de colombianos durante 70 años de guerra y jamás se presentó como pedigüeña. Quienes hablan de democracia deben respetar la voluntad sagrada del pueblo de Venezuela”, ha sentenciado, para pedir después la solidaridad latinoamericana frente a la crisis del covid y con críticas también duras al bloqueo de EE UU.

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También se ha abordado en la cumbre la creación de un observatorio epidemiológico iberoamericano y se ha aprobado una carta promovida por Argentina y España para que el FMI establezca un nuevo mecanismo de financiación de hasta 100.000 millones de dólares para los países de renta media, como los latinoamericanos, que se han visto especialmente afectados por la pandemia y no tienen un mecanismo como el fondo europeo de recuperación al que acudir. El Gobierno español está negociando este fondo en todos los foros y está convencido de que el FMI aprobará en breve la emisión de derechos especiales de giro, una especie de moneda del FMI, algo que traería un poco de aire a un continente devastado por la pandemia, y el nuevo fondo que plantea España se abrirá paso poco a poco.

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