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Rutte supera la moción de censura e intenta de nuevo formar Gobierno en los Países Bajos

El Parlamento reprueba al primer ministro en funciones por su manejo de la fase exploratoria para negociar una nueva coalición

El primer ministro en funciones holandés, Mark Rutte, el 2 de abril de 2021 en el Parlamento de los Países Bajos.
El primer ministro en funciones holandés, Mark Rutte, el 2 de abril de 2021 en el Parlamento de los Países Bajos.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Isabel Ferrer

El primer ministro holandés en funciones, Mark Rutte, superó durante la madrugada de este viernes una moción de censura en el Parlamento, tras haber sido acusado por la oposición de supuestamente mentir durante las negociaciones para formar una nueva coalición de Gobierno.

Hace dos semanas, Rutte, tras quedar primero en las elecciones, inició la fase de exploración de la nueva coalición gubernamental, que fue suspendida de manera temporal. Este tanteo entre partidos es una etapa en la que el primer ministro no debe inmiscuirse, pero Rutte se saltó el protocolo y dejó caer el nombre de un posible futuro ministro. Al trascender este dato, primero negó la información, para luego admitir que no había dicho toda la verdad al respecto.

Aunque el liberal pidió disculpas, su comportamiento le valió dos mociones: una de censura y otra de reprobación, con las que el Parlamento mostró su repulsa por lo ocurrido. Rutte sobrevivió por tres votos de margen a la primera, presentada por su principal oponente, el líder de ultraderecha, Geert Wilders, que lo considera incapaz de ejercer su labor de formar Gobierno. Perdió, sin embargo, la segunda, cursada por los liberales de izquierda y los democratacristianos -sus aliados naturales- que desaprueban su forma de hacer política. Pese a todo, Rutte sigue adelante y, como ganador de las elecciones del pasado marzo, deberá ahora encontrar una forma de recuperar la confianza del resto de partidos para liderar su cuarto mandato consecutivo desde 2010. No será fácil porque fue tildado de “rey sol”, “arrogante” y “mentiroso” a lo largo de todo el debate, y en estos momentos solo confía en él su propio partido. El pacto se presenta más complicado que nunca.

“Sigo adelante. Si hubiera perdido la moción de censura me habría ido. Pero he escuchado el mensaje de la Cámara y haré todo lo posible por recobrar su confianza. No estaría aquí si no creyera en lo que he dicho”, aseguró Rutte, que acabó a la carrera por los pasillos para no llegar tarde a su escaño después de 15 horas de debate. Sigrid Kaag, la líder liberal de izquierda que impulsó la reprobación, lo veía de otro modo. “Mi confianza en él está muy dañada y es su culpa. Si yo estuviera en su lugar, me iría”, declaró. Para ella, la reprobación es una señal política de mayor calibre que la censura porque obliga a un cambio de estilo en el ejercicio de la política. En cambio, Wopke Hoekstra, jefe de los democristianos, que apoyó también la segunda moción, dijo que iba dirigida “contra Rutte como líder de un partido y no como primer ministro en funciones”.

El tanteo entre los distintos partidos holandeses para averiguar quién está dispuesto a negociar con el liberal para formar un Ejecutivo tiene un protocolo claro: no se habla de candidatos hasta que las negociaciones llegan casi a su fin. Rutte hizo caso omiso y mencionó al democristiano Pieter Omtzigt como posible ministro. Omtzigt es el diputado que contribuyó con su tesón a la dimisión del anterior Gabinete del propio Rutte -ocurrida en enero pasado- por culpa de un escándalo de subsidios familiares que afecto en su mayoría a padres de origen extranjero. Rutte negó primero haberle nombrado, para admitir después que sí lo había hecho, y en esa suerte de negación de sí mismo estuvo a punto de perder su cuarta legislatura en el poder.

En realidad, Rutte no fue el único que ocultó información. Kasja Ollongren, liberal de izquierda, y Annemarie Jorritsma, liberal de derecha, aseguraron no recordar haber apuntado datos sobre Omtzigt durante sus encuentros con el primer ministro. Pero no era así. La transcripción de sus notas, pedida por el Congreso, revelaba que sí lo habían hecho y tuvieron que disculparse. Asombrada, la Cámara pasó de la incomodidad al bochorno, y luego al enfado de ver a tres políticos electos desmentirse a sí mismos sin perder la compostura.

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Rutte pidió primero perdón a todos repetidas veces. Subrayó que no había mentido, sino que se había equivocado y lamentaba haber confundido a la Cámara con sus vaivenes. Más tarde, se negó a desvelar el nombre de la persona que el jueves por la mañana le advirtió, por teléfono, de que el nombre de Omtzigt aparecía en las notas tomadas por Ollongren. Los documentos se hicieron públicos horas después.

El pasado 25 de marzo, Ollongren dio positivo en una prueba de coronavirus y salió a toda prisa del Congreso. Llevaba en la mano unas carpetas y papeles, y no reparó en que dejaba a la vista de las cámaras parte de las controvertidas notas confidenciales. Tanto ella como su compañera de exploración dimitieron de sus cargos, pero ya era tarde. Sus sustitutos pueden tener las horas contadas porque no se descarta buscar a una figura independiente con suficiente prestigio y solvencia para dirigir esta fase de sondeo entre el resto de partidos para conformar una coalición de Gobierno que tenga a Rutte al frente.

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El proceso de consultas para la formación de un Ejecutivo es lento -puede llevar hasta meses de conversaciones- en los Países Bajos, y hasta 2012 en él estaba involucrada la Corona. La entonces reina Beatriz elegía a un mediador (informateur) que debía presentar al final un informe de evaluación sobre la posible coalición. Luego se nombraba a un formador (formateur), que debía componer y liderar el Gabinete de coalición. Pero desde aquel año, la elección de ambos puestos recae en el Parlamento.



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