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Un tribunal de Alemania prohíbe temporalmente a los servicios secretos espiar al partido de ultraderecha AfD

Los jueces bloquean la medida hasta que se resuelva el proceso legal que abrió la formación ultra para evitar la vigilancia

Elena G. Sevillano
Alexander Gauland, copresidente del grupo parlamentario de AfD en el Parlamento alemán, durante una rueda de prensa el 3 de marzo.
Alexander Gauland, copresidente del grupo parlamentario de AfD en el Parlamento alemán, durante una rueda de prensa el 3 de marzo.CLEMENS BILAN (EFE)

El tribunal administrativo de Colonia ha prohibido temporalmente a los servicios secretos alemanes vigilar al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), solo dos días después de que se conociera que la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV), la agencia de inteligencia interna, había calificado formalmente como “sospechosa” de antidemocrática a la formación. Dar ese paso equivale a poder emplear métodos de espionaje (como seguimientos, intervención de las comunicaciones o incluso infiltrar informantes) para vigilar qué dicen y con quién hablan o se reúnen los miembros del partido.

El tribunal ha adoptado esta medida cautelar después de que se filtrara a la prensa la decisión de la BfV, que debía ser secreta. En enero, cuando arreciaban los rumores de que la formación de ultraderecha estaba en el punto de mira de los servicios secretos, esta se adelantó y presentó una demanda de forma preventiva. Quería evitar ser vigilada y aparecer ante la ciudadanía como un partido radical. En el marco de esa instrucción judicial, el tribunal determinó que, mientras decidía, los servicios secretos no debían informar de la clasificación de caso sospechoso ni vigilar a los cargos electos (diputados en los distintos parlamentos regionales y federal) ni a los candidatos a las elecciones.

El 2021 es un superaño electoral en Alemania, con comicios en seis Estados federados y la elección de un nuevo Bundestag (Parlamento federal) en septiembre. El próximo 14 de marzo se celebran elecciones en dos Estados federados, Baden-Wurtemberg y Renania Palatinado. La decisión de formalizar la vigilancia sobre el primer partido de la oposición en número de diputados (tiene 88 de 709) justo en este momento es controvertida. El Ministerio del Interior, del que depende la BfV, llevaba semanas analizando con expertos jurídicos el informe de 1.001 páginas en el que se basa para que no hubiera ningún fleco suelto. El auto del tribunal de Colonia supone un varapalo para los servicios secretos internos alemanes y para el ministro, Horst Seehofer (CSU).

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El tribunal ha dado la razón a AfD, que argumentaba que el hecho de ser considerado sospechoso de atacar los valores democráticos le deja en desventaja frente a otras formaciones a las que se enfrenta en las urnas. Los jueces han determinado que la vigilancia “interferiría de forma inaceptable” en la igualdad de oportunidades de los partidos políticos ante las citas electorales, asegura el tribunal en una nota de prensa. El partido de extrema derecha lleva semanas denunciando que la motivación de la BfV es puramente política y responde a los intereses de los partidos que gobiernan en coalición en Alemania, la CDU de Angela Merkel y los socialdemócratas del SPD.

Tras conocerse la decisión del tribunal este viernes, varios dirigentes de la formación de ultraderecha han mostrado su satisfacción. Su copresidente Jörg Meuthen aseguró que el auto demuestra que la BfV está “instrumentalizada políticamente” y cargó contra el presidente de la oficina, Thomas Haldenwang -”una vez más, se ha caído de bruces”- en su cuenta de Twitter. El otro líder del partido, Tino Chrupalla, exigió “consecuencias políticas y personales”, empezando por la dimisión de Haldenwang.

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La decisión del tribunal de Colonia puede ser apelada ante el tribunal administrativo superior de Münster, pero de momento debe ser aplicada mientras los jueces de Colonia examinan el fondo de la cuestión. El tribunal asegura que, aunque la BfV no anunció públicamente que había decidido clasificar como caso sospechoso al partido ultraderechista, sí había permitido que se filtrara a los medios de comunicación, o no había hecho nada por evitarlo. Der Spiegel publicó que el pasado miércoles el director de los servicios secretos se reunió con sus homólogos de las oficinas de los Estados federados y les comunicó la decisión de vigilar formalmente a AfD. Al día siguiente ya estaba en las portadas de varios periódicos.

AfD ya había solicitado la medida cautelar antes, pero el tribunal no se la había concedido precisamente porque la oficina gubernamental se comprometió a ser discreta, recuerdan los jueces. “Esta base de confianza ha sido destruida”, asegura el comunicado. Por eso, cuando el jueves AfD volvió a solicitarla tras ver la información en los medios, sí la aceptó. “Cada nueva noticia profundiza en la vulneración de la igualdad de oportunidades de los partidos políticos”, añade el tribunal.

Los servicios secretos recopilan en el voluminoso informe sobre AfD centenares de discursos de los líderes del partido y también declaraciones públicas en medios de comunicación y redes sociales desde 2019 que demuestran continuos ataques contra el orden liberal democrático. Los expertos coinciden en que el partido, que empezó como una formación conservadora y euroescéptica, ha ido virando hacia la extrema derecha. Der Spiegel publica este viernes que el informe alerta de la creciente disposición a la “violencia” de “partes” de AfD. Expertos en extremismo y abogados analizaron declaraciones de 302 miembros del partido y concluyeron que busca despertar el odio contra los musulmanes y los inmigrantes y envenenar el debate público en el país.

El informe recoge muchos ejemplos de ataques al orden constitucional y a representantes públicos elegidos democráticamente. Der Spiegel cita una foto compartida por el partido en el distrito de Osterholz-Verden en febrero de 2020 en la que se lee: “Cualquiera que se pregunte por qué no se detuvo a Hitler también debería preguntarse por qué Merkel sigue en el poder”. Un miembro del Bundestag, Petr Bystron, publicó en Twitter un meme de Markus Söder, el líder de la CSU, portando una máscara negra que recuerda al bigote de Hitler. “No lavar a más de 88 grados”, dice el texto. Los neonazis usan el número 88 (el 8 es la octava letra del alfabeto) para referirse al saludo nazi Heil Hitler. Los cargos de AfD suelen referirse a las restricciones por la pandemia como “la dictadura del coronavirus”.

Los expertos también analizan las relaciones de dirigentes del partido con organizaciones neonazis, islamófobas y xenófobas. Y han recopilado decenas de ejemplos en los que “los musulmanes son rotundamente difamados, degradados y marginados”. Por ejemplo, el diputado de AfD Lars Schieske escribió: “A los musulmanes no se les puede integrar”. Las declaraciones públicas permiten encontrar también actitudes antisemitas. Y los cargos del partido se refieren constantemente a una élite financiera global que mueve los hilos desde la oscuridad.

La formación lleva tiempo en crisis, tensionada entre un ala radical, abiertamente xenófoba, y otra corriente más moderada o pragmática que pretende hacer de AfD un partido de masas que recoja voto de distintas sensibilidades. La ejecutiva disolvió esa facción radical, llamada Der Flügel (El ala) y relacionada con organizaciones de extrema derecha, y expulsó a uno de sus miembros más destacados, Andreas Kalbitz, en un intento de evitar que la formación al completo fuera puesta bajo vigilancia formal. Los expertos de la BfV concluyen que esta corriente sigue teniendo mucha influencia -analizan perfiles de redes sociales de miembros del partido no relacionados con esa facción que interactúan con los que sí pertenecen a ella y amplifican sus mensajes- y que ha arrastrado al partido en su conjunto a posiciones extremistas.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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