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El poder en Estonia tiene nombre de mujer

La república báltica inaugura una nueva etapa con mujeres en la presidencia y la jefatura del Gobierno

La presidenta estonia, Kersti Kaljulaid, le entrega un ramo de flores a la nueva primera ministra, Kaja Kallas, el pasado 25 de enero.
La presidenta estonia, Kersti Kaljulaid, le entrega un ramo de flores a la nueva primera ministra, Kaja Kallas, el pasado 25 de enero.RAIGO PAJULA (AFP)
Belén Domínguez Cebrián

Estonia rompió el mes pasado una barrera importante en la equidad de género. Más en una de las repúblicas que hace apenas 30 años formaba parte de la Unión Soviética y que solo entró en la órbita occidental de la Unión Europea y la OTAN en 2004. Kersti Kaljulaid, jefa del Estado desde 2016, despacha desde la semana pasada los asuntos de Estado -como la pandemia y sus graves consecuencias para la salud y el bolsillo de los ciudadanos- con Kaja Kallas (Partido Reforma, liberales), recién elegida primera ministra por el Riigikogu (Parlamento), en sustitución de Jüri Ratas, que dimitió a principios de año por un escándalo de corrupción que salpicaba a su partido (Centro, liberales). Con este movimiento, la pequeña república báltica, de 1,3 millones de habitantes, se acaba de convertir en el único país cuyas dos máximas autoridades son mujeres.

Pese a haberse formado en leyes, Kallas (Tallin, 44 años) ya tenía un destino claro marcado por la política. Su padre, Siim Kallas, lideró el Partido Reforma, formación en la que ingresó su hija hace 11 años y que logró ser el más votado en las últimas elecciones generales, en marzo de 2019. Pese a haber conseguido 34 escaños (de 101), Reforma se quedó en la oposición. Siim Kallas también fue primer ministro del país, como ahora su hija, y fue también vicepresidente de la Comisión Europea con el portugués José Manuel Durão Barroso.

Kaja Kallas también ha saboreado la vida comunitaria como eurodiputada entre 2014 y 2018. Dividía su tiempo a partes iguales entre Bruselas, Estonia y Estrasburgo, dice en la biografía de su página web. Y así lo plasmó en su primer, y hasta la fecha único, libro: MEP (siglas de Member of the European Parliament, Miembro del Parlamento Europeo). En él, Kallas narra las aventuras de una joven proveniente de una de las esquinas más remotas de la UE al aterrizar en la capital de las instituciones comunitarias con un par de maletas y un hijo de apenas dos años. El medio Politico la situó durante varios años entre las mujeres más influyentes de la “burbuja”, como se conoce popularmente a ese ecosistema que conforman funcionarios, técnicos y políticos de las instituciones europeas que conviven en Bruselas.

Kallas es una europeísta convencida -desde 2004 forma parte de la Asociación Europea de Abogados Anticarteles- y quiere devolver esos valores a la república báltica, después de dos años y medio de Gobierno de su socio de coalición, EKRE, abiertamente en contra de la UE y de la convergencia de los países, en línea con otros partidos ultras de su entorno como los Verdaderos Finlandeses. De hecho, cuando la jefa del Estado Kaljulaid le propuso formar Gobierno tras la dimisión de Ratas, Kallas dejó meridianamente clara su única línea roja: con EKRE, no.

La primera ministra ha cumplido al no incluir a los ultras en su nuevo Gabinete que, paradójicamente, ha conformado con el partido Centro, al que tanto criticó por corrupción. “¿Cuál ha sido mi ventaja sobre mi predecesor? No, no es que [yo] sea mujer. Tampoco es que la mitad de los [nuevos] ministros sean mujeres. La ventaja es que tengo un mejor socio de coalición, y eso me deja con más tiempo y energía para dedicarme a mantener el país”. El nuevo Gobierno de Kallas tendrá 14 ministerios, siete de los cuales estarán dirigidos por mujeres.

Casada por segunda vez con el empresario Arvo Hallik, en 2018, Kallas, apasionada del golf y los deportes de invierno -como el patinaje o el esquí- ha puesto la lucha contra el cambio climático en el centro de su mandato, que expira en 2023. Quiere que Estonia, un país altamente digitalizado, cumpla rigurosamente con los objetivos del Acuerdo del Clima de París y alcance la neutralidad de emisiones en 2050. Pero la pandemia y la profunda crisis económica que azota al país se han cruzado en su camino.

Prioridades

En su discurso en el Riigikogu el 25 de enero avanzó que su Gobierno se centrará primero en resolver la crisis sanitaria causada por la covid-19, una enfermedad que ha matado a 422 estonios e infectado a 44.575, según la Universidad John’s Hopkins. Cifras discretas en comparación con la vecina Letonia: 1.202 fallecidos; o Lituania: 2.825.

Recuperar los valores cívicos que aseguren una convivencia pacífica en la sociedad, como la unidad y la no confrontación, es otra de las prioridades de Kallas. “Es hora de abandonar la idea de que el ganador se lo lleva todo y al perdedor no le queda nada”, declaró. Asimismo, la primera ministra defiende el “respeto mutuo”, en contraposición a las salidas de tono de EKRE cuando la joven Sanna Marin, de 35 años, tomó posesión como primera ministra de Finlandia. “Hasta una dependienta puede ser premier”, dijo el ministro del Interior, de la formación ultra. Fue un golpe para un país que los estonios consideran, además, su segunda casa.

Su perfil internacional se completa con el manejo de cinco idiomas: finlandés —que no dista mucho del estonio, su lengua natal—, inglés, francés y ruso. Pero su verdadera afición, deportes aparte, es la lectura. Desde hace años, comenta en su página web los libros que lee, entre tres y cinco al mes, con reseñas a sus pasajes preferidos y un breve resumen. En ellos destaca una infinidad de ensayos de política estadounidense, pero también estonia.

Con menos tiempo para leer, y para comentar, ha pedido casi disculpas a sus seguidores y les ha advertido de que sus recomendaciones sobre novelas, ensayos, poesías, audiolibros y hasta libros infantiles serán cada vez menos frecuentes por su nuevo trabajo al frente del país. No se puede tener todo.

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