La última batalla perdida del Frente Polisario
El reconocimiento por Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara es un gran golpe para la organización, que espera que Biden dé marcha atrás
El reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental efectuado el jueves por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, supone el mayor contratiempo para el Frente Polisario desde que la organización saharaui y Marruecos pactaron el alto el fuego ante la ONU en 1991. “Se trata de una flagrante violación de las resoluciones de Naciones Unidas y de los principios básicos del derecho internacional”, señaló este viernes en conversación telefónica desde Nueva York Sidi Mohamed Omar, representante del Frente Polisario ante la ONU. Su organización espera que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, corrija en enero la decisión tomada por Trump.
Pero hasta ahora el Polisario ha recibido un apoyo limitado en el exterior. En las últimas tres décadas Marruecos ha sabido emplazar sus peones en el campo diplomático y en el comercial con una mezcla de poderosas alianzas internacionales —las ayudas de Francia y España han sido clave— y de hechos consumados.
En 2007, cuando Rabat presentó ante la ONU su propuesta de concesión de una autonomía para el Sáhara Occidental, el Consejo de Seguridad de la ONU dejó de emplear en sus resoluciones la palabra referéndum y adoptó las expresiones que usaba Marruecos: “una solución creíble, pragmática y realista”. Así sucedió año tras año, cada vez que tocaba prorrogar el mandato de la Minurso, que conlleva el desplazamiento y sustento de unos 250 observadores internacionales sobre el terreno. La Minurso (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) fue creada en 1991 con el fin de organizar una consulta de autodeterminación, además de velar por el alto el fuego.
De forma implícita, la ONU venía apoyando a Rabat desde hace varios lustros mientras el conflicto caía en el olvido internacional. En ese contexto, el Frente Polisario decidió llamar la atención el pasado noviembre con el bloqueo de la carretera de Guerguerat, la que une el Sáhara Occidental con Mauritania. La medida perjudicaba el tráfico comercial de unos 200 camiones diarios que bajan sobre todo con frutas y hortalizas de Marruecos hacia Mauritania. El Ejército marroquí disolvió la protesta el 13 de noviembre y se produjo un intercambio de tiros sin heridos entre las fuerzas rivales. Los saharauis abandonaron la zona bloqueada a toda prisa y Rabat aprovechó la crisis para plantar su bandera en la zona neutral y asentar su dominio en el Sáhara Occidental hasta las mismas puertas de Mauritania.
Al día siguiente, el Frente Polisario decretó el estado de guerra tras denunciar la pasividad de la Minurso ante lo que considera una flagrante violación de los acuerdos militares pactados tras el alto el fuego. Pero ningún organismo internacional, ni siquiera la Unión Africana, el único que reconoce al Frente Polisario, condenó a Rabat por ello. Mientras tanto, hubo varios países, como las monarquías del Golfo, que apoyaron a Rabat mediante llamadas de sus jefes de Estado al rey Mohamed VI.
Este jueves, tras el anuncio de Trump, Stéphane Dujarric, el portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, se apresuró a declarar que ninguna solución será posible si no es “en consonancia con las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad”. Francia, el más fiel aliado de Marruecos en Occidente, abogó a través de su portavoz diplomático por una “solución aceptada por las dos partes”, pero insistió en que el plan de autonomía de Marruecos es “una base de discusión seria y creíble” sobre la que negociar.
Las críticas más contundentes a la decisión de Trump han llegado desde Rusia, aliado clave de Argelia. “Lo que los estadounidenses han hecho es una decisión unilateral que excede completamente el marco del derecho internacional”, declaró el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Mijail Bogdanov.
La gran incógnita consiste en saber cómo reaccionará Argelia, principal aliado y protector del Frente Polisario. Su presidente, Abdelmayid Tebún, de 74 años, está enfermo, y el jefe del Estado Mayor, el general Said Chengriha, de 74 años, verdadero hombre fuerte del país, mantiene silencio. Rabat considera que su verdadero rival es Argelia y que el Frente Polisario un mero títere en manos de los argelinos. En Marruecos, el sitio digital Le360, que goza de excelente sintonía con el Palacio Real, publicó este viernes un artículo en el que declaraba que “el tándem Argelia-Polisario” ha quedado “grogui” tras el anuncio del acuerdo.
Comentarios en las redes
Tampoco ha habido, al menos de momento, grandes voces críticas en Marruecos respecto a la otra pata del acuerdo alcanzado con Rabat: establecer relaciones diplomáticas con Israel. En las redes sociales sí se han registrado comentarios contrarios, no tanto al reconocimiento por parte de Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, sino al hecho de acercarse a Israel sin haber solucionado antes la causa palestina.
Así, un internauta señalaba haberse despertado con “un gusto de cenizas en la boca y un profundo sentimiento de vergüenza”. “El mismo sentimiento que cuando nuestra aviación bombardeó a los niños de Yemen por un puñado de dólares”, añadía en referencia a la participación de Marruecos en la alianza de países árabes liderados por Arabia Saudí, que cargaron en 2015 contra los rebeldes chiítas de Yemen, apoyados por Irán.
El movimiento religioso Justicia y Caridad, que no reconoce el liderazgo espiritual del rey como Comendador de Creyentes y que boicotea de forma sistemática todas las elecciones, emitió un comunicado el viernes por la noche en donde señala que la medida del Majzén [el Estado marroquí, con el Palacio Real a la cabeza] implica una “traición” al pueblo palestino. “Nos negamos a intercambiar cualquier centímetro de Palestina a cambio del reconocimiento de nuestra soberanía sobre nuestro territorio”, señala el comunicado. “Esta normalización [de las relaciones con Israel] se produjo el 10 de diciembre, el día Internacional de los Derechos Humanos, para que todo el mundo pueda ver cómo se está contribuyendo el pisoteo de los derechos humanos palestinos”.
El islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que preside la coalición de Gobierno, siempre ha mantenido una postura opuesta a cualquier tipo de normalización con Israel mientras no se resuelva la causa palestina. Pero el jefe del Gobierno y secretario general del PJD, Saadedín el Otmani, ha eludido referirse al acuerdo con Israel y ha optado por celebrar el reconocimiento de la soberanía marroquí respecto al Sáhara Occidental.
Sin embargo, Abdelaziz Aftati, miembro de la Secretaría General del PJD, declaró al diario Alyaoum 24 que la postura de su partido contra la normalización “no puede cambiar”. Añadió que la normalización con Israel es “inaceptable y no hay lugar para vincular el problema del Sáhara con la causa palestina”.
En Estados Unidos también se han alzado algunas voces destacadas contra el reconocimiento de Trump. Entre ellas sobresale las del republicano Jim Inhofe, presidente de la Comisión de Defensa en el Senado, quien calificó la decisión de “chocante y profundamente decepcionante”. Esas mismas palabras las ha hecho suyas después John Bolton, antiguo secretario de Estado de Trump, y James Baker, quien fuera jefe de Gabinete con el presidente Ronald Reagan y también representante especial de la ONU ante el Sáhara Occidental entre 1997 y 2004. Baker declaró que aunque Estados Unidos se fundó teniendo en cuenta sobre todo el principio de autodeterminación, ahora renuncia a esos principios en relación con el pueblo del Sáhara Occidental. “Es verdaderamente lamentable”, señaló Baker.
A pesar de esas críticas, la Administración de Donald Trump y Marruecos seguirán adelante con su acuerdo a tres bandas, junto con Israel.
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