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Andrés Allamand: “Sería un gravísimo error que Chile se refundara en la nueva Constitución”

El ministro de Relaciones Exteriores de Chile analiza en esta entrevista los cambios profundos que ha iniciado su país tras las revueltas

Rocío Montes
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Andrés Allamand, el pasado 3 de noviembre, en el edificio de la Cancillería en Santiago.
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Andrés Allamand, el pasado 3 de noviembre, en el edificio de la Cancillería en Santiago.Sebastián Utreras

El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Andrés Allamand (Santiago de Chile, 1956), ha sido uno de los protagonistas de la política de su país durante las últimas décadas, desde su época de dirigente estudiantil a comienzos de los setenta. Militante del partido de centroderecha Renovación Nacional, una colectividad que ha presidido, desde el retorno de la democracia ha ejercido cargos de diputado, senador y precandidato a la presidencia. En el primer Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014) fue ministro de Defensa y desde el 28 de julio pasado, lidera las Relaciones Exteriores.

Pregunta. ¿Qué opina de la demora de Trump en aceptar la derrota?

Respuesta. El Gobierno de Chile espera que el proceso electoral norteamericano concluya a la brevedad y que el clima político de Estados Unidos empiece a moverse de la polarización a la armonía y que, en definitiva, pueda avanzarse en materias en las que el papel de los Estados Unidos es fundamental. Por ejemplo, Chile ve con buenos ojos el anuncio del presidente electo Biden de retornar al Acuerdo de París. Ciertamente nos gustaría que hubiera un énfasis mayor en la relación con América Latina, que no ha estado en las prioridades de la agenda norteamericana en el último tiempo. Venezuela debe seguir siendo un punto de preocupación y podría iniciarse una nueva etapa en que los esfuerzos del Grupo de Lima, del Grupo de Contacto y del Grupo de Estocolmo vayan convergiendo en términos de generar una política común en favor de la recuperación democrática en Venezuela.

P. ¿Cree que Biden le dará mayor importancia a América Latina?

R. Esperaría que hubiera un giro hacia una mayor relevancia de América Latina en la política norteamericana. A la región le vendría bien un mayor interés que podría expresarse, por ejemplo, en apoyo a la recuperación económica que será la tarea prioritaria de la región en los próximos años.

P. ¿No observa un giro izquierdista en Latinoamérica? Pareciera que va en retirada la derecha en la región…

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R. Las urnas electorales en América Latina son, objetivamente, bastante pendulares. Cuando la izquierda canta victoria porque la región se ha movido en una dirección, las elecciones le demuestran lo contrario. Y viceversa.

P. Al saludar el triunfo de Biden, el presidente Piñera expresó que Chile y Estados Unidos comparten valores como la defensa de los derechos humanos. Pero de acuerdo a organismos como como Human Rights Watch, en el marco de las revueltas sociales se han violado los derechos fundamentales de las personas…

R. El compromiso de Chile con el respeto a los derechos humanos es total y se expresa, por ejemplo, en el conjunto de protocolos que se han impuesto para la acción de la policía. El control del orden público debe realizarse al amparo de la ley y en Chile no hay espacio alguno para la impunidad frente a abusos o delitos que se cometan en el accionar policial. No hay ningún antecedente serio que pueda llevar a la conclusión de que en el último año ha existido una violación sistemática u organizada en torno a no respetar los derechos de las personas.

P. ¿Chile seguirá siendo un destino atractivo y confiable para la inversión extranjera con dos años de camino constituyente por delante? Para el plebiscito del 25 de octubre [ganó por un 78% la opción de cambiar la Constitución vigente], usted estaba por rechazar el reemplazo de la carta fundamental.

R. Me corresponde representar la opinión de Chile y mis expresiones anteriores no tienen mayor relevancia. Siempre fui partidario, como lo refleja mi trayectoria, de que el cambio constitucional se efectuase a través del Congreso nacional, como es la norma en las democracias representativas. Pero Chile logró encauzar un estallido social que derivó en una fuerte crisis política a través de un procedimiento democrático, institucional, alejado de la violencia. Y nuestro proceso constituyente tiene rasgos que lo diferencian de experiencias similares que han tenido lugar en la región. Estamos conscientes de que hay muchos ojos puestos en Chile y creo que vamos a ser capaces de responder a nuestro prestigio de país serio, democrático e institucional.

P. Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia han cambiado sus constituciones recientemente. ¿Por qué dice que será distinto si en Chile habrá una convención constitucional que, en la práctica, es una asamblea?

R. Hay a lo menos cinco características distintivas del proceso constitucional chileno que es importante destacar. Es un proceso genuinamente democrático y altamente participativo, con un plebiscito de entrada para abrirlo y posteriormente otro de salida para ratificar el texto. Está reglado en la propia Constitución, por lo que las reglas tienen la máxima jerarquía, un elemento de diferenciación con otros procesos de la región que arrancaron con falta de normas o con ambigüedad en las mismas. Le otorga a la convención constitucional amplísimas facultades para definir el texto de la Constitución pero, al mismo tiempo, ha resuelto un marco de principios que deben respetarse: el régimen republicano, democrático, las sentencias ejecutoriadas y los tratados internacionalmente vigentes.

P. Funcionará en forma paralela al Congreso.

R. Es un proceso que estableció una clara diferencia entre la competencia que tiene la convención constituyente y la que le corresponde al Congreso y a los tribunales de Justicia. En otros procesos constituyentes ha habido serios conflictos porque los órganos han invadido atribuciones de otros poderes del Estado, lo que está descartado en el proceso chileno. Adicionalmente, se trata de una convención que funcionará en paralelo con un proceso de renovación de las autoridades políticas y parlamentarias. Se le agrega una norma de extraordinaria importancia: para aprobar el texto constitucional se requerirá de dos tercios de los miembros de la convención, por lo que el proceso constitucional chileno exige un alto consenso político. En consecuencia, se podría concluir que la nueva Constitución chilena debiera alejarse de posiciones extremas.

P. Si es que el oficialismo logra el tercio de los convencionales el próximo 11 de abril.

R. No tengo duda de que la centroderecha va a obtener un resultado claramente muy superior al tercio, por lo que la composición de la futura convención va a generar un equilibrio entre las fuerzas políticas en el país.

P. Si un inversionista extranjero se lo preguntara… ¿Diría entonces que Chile será un país mejor que el de antes del plebiscito con un proceso constituyente de dos años por delante?

R. Le diría a un inversionista extranjero que Chile es un país confiable, serio, democrático y con gran capital institucional, que será capaz de encauzar una grave crisis política por caminos institucionales alejados de la violencia y que va a mantener siempre el apego por el derecho internacional, lo que incluye el respeto con sus obligaciones contraídas en los tratados internacionales, como la propia convocatoria al proceso constituyente señala.

P. Llama la atención su postura, dado que tenía aprehensiones con este camino constituyente.

R. Al margen de lo que hubiera sido una preferencia personal, existe en Chile un camino trazado por la ciudadanía y me corresponde no tan solo explicarlo, sino contribuir para que el rumbo sea el adecuado y llegue a buen puerto. Siendo muy joven, participé en la transición a la democracia chilena y pude constatar que el espíritu de diálogo constructivo, un ambiente reflexivo y la disposición al entendimiento fueron absolutamente cruciales para que ese proceso arribara a buen puerto. Ahora me corresponde intentar influir para que todos esos elementos revivan y generen una atmósfera favorable para que nuestro proceso constitucional tenga un buen resultado. Chile se juega mucho en que su proceso constitucional tenga éxito y todos tenemos que contribuir a ese propósito.

P. ¿No está viviendo Chile de su fama del pasado? Usted habla de la fortaleza de las instituciones, cuando sus partidos, el Congreso, el Gobierno enfrentan una profunda crisis de credibilidad ciudadana.

R. Chile no escapa a fenómenos globales como el desprestigio de las instituciones, una bajísima evaluación del Congreso, una mala valoración de la acción del Poder Judicial y un cuestionamiento de las acciones del Ejecutivo. Chile, como el resto de los países, tiene la obligación de renovar aquellos elementos que precisamente contribuyen al fortalecimiento de las instituciones democráticas y de sus prácticas.

P. ¿Se va a refundar Chile en su camino constituyente?

R. Siempre he sido escéptico de las refundaciones. Cada vez que en Chile hemos intentado refundaciones el resultado no ha sido particularmente positivo. Chile debe apostar a una cierta continuidad histórica y no renegar de su biografía. Sigo pensando que los últimos 30 años de la historia de Chile han sido los mejores y la evidencia lo demuestra. En consecuencia, sería suicida que el país renegara de aquellos elementos que, objetivamente, han generado su progreso y han sido capaces también de perfilar una imagen internacional positiva. Ciertamente hay un espacio para el ajuste, para la corrección, para avanzar en materias que puedan haberse quedado ciertamente rezagadas, pero sería un gravísimo error que Chile se refundara en la nueva Constitución.

P. Se ha instalado un discurso crítico de los años de la transición, sobre todo entre la propia centroizquierda que gobernó mayoritariamente en las últimas tres décadas…

R. Jamás compartiré la errada visión que algunos pretenden instalar y que indica que la trayectoria de Chile desde la recuperación de la democracia en 1990 fue negativa. El legado de 30 años de democracia en la que ha gobernado alternadamente la centroizquierda y la centroderecha fue objetivamente exitoso en lo político, en lo económico y en lo social. Aunque con falencias, en sus elementos fundamentales debería preservarse.

P. ¿Cómo cuáles?

R. Hay que mantener, sin duda, algunos pilares claves del desarrollo económico chileno como el respeto a la propiedad privada, la iniciativa individual, el tratamiento no discriminatorio entre la inversión nacional y la inversión extranjera, que exista un sistema en general de reglas parejas para todos. Sería equivocado, además, cerrar las puertas a que actores privados puedan participar –sujetos a una regulación adecuada– en la provisión de servicios o bienes públicos.

P. ¿Podrá la derecha chilena conseguir un nuevo período en La Moneda?

R. El escenario presidencial está particularmente abierto, pero me animo a anticipar que habrá una segunda vuelta y que, como ha venido ocurriendo en las últimas elecciones, será disputada por una candidatura que represente a la centroizquierda y otra candidatura que represente a la centroderecha con un resultado relativamente estrecho.

P. En su análisis deja fuera al mejor posicionado hasta ahora de la oposición, el alcalde comunista, Daniel Jadue…

R. Efectivamente, existe una candidatura que representa al Partido Comunista que muestra un porcentaje de respaldo mayor al de otras candidaturas de esa colectividad, cuya votación en general se aproxima al 5%. Nos encontramos en la madrugada de la campaña presidencial, pero mi impresión es que van a seguir prevaleciendo fuerzas moderadas.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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