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Mercenarios por 1.000 euros al mes en la guerra del Alto Karabaj

Combatientes a sueldo llegados del conflicto en Siria aterrizan en las filas de Azerbaiyán en la violenta disputa que mantiene con Armenia por el enclave separatista

Óscar Gutiérrez
Fotograma del vídeo en el que aparece un grupo de combatientes sirios en la ciudad azerí de Horadiz, difundido en las redes el pasado 3 de octubre.
Fotograma del vídeo en el que aparece un grupo de combatientes sirios en la ciudad azerí de Horadiz, difundido en las redes el pasado 3 de octubre.

La canción que sale del interior de una de las furgonetas Mitsubishi L200, colocadas en hilera, es del cantante Sosyete Şeho, todo un éxito aparentemente, muy popular entre un grupo de uniformados que bailotean y ríen frente a la cámara de un móvil. Del teléfono, esta grabación llegó a un foro en Telegram de mercenarios sirios en la mañana el pasado 3 de octubre. Y de ahí, algunos perfiles infiltrados con identidades falsas lo llevaron a las redes. El vídeo, de algo más de un minuto, está grabado en Horadiz, localidad de Azerbaiyán en la retaguardia del frente abierto con Armenia por el enclave del Alto Karabaj. Los jóvenes hablan frente a la cámara: pertenecen a la brigada Sultan Murad, nacida en el noroeste de Siria hace más de siete años. Es una de las pruebas más claras de la presencia de combatientes llegados del conflicto sirio para alimentar las filas azeríes, en combate con las armenias desde el pasado 27 de septiembre.

Dos días antes de que esa grabación llegara a la Red, el 1 de octubre, el presidente francés, Emmanuel Macron, informó de que contaba con datos sobre el traslado de militantes sirios desde la ciudad turca de Gaziantep, a algo más de una hora de la frontera siria, hasta el frente de Alto Karabaj, donde han muerto hasta la fecha más de 400 personas. Macron, no obstante, usó la palabra “yihadistas”, un término cuestionado por analistas como Wassim Nasr, quien, en una entrevista reciente con France24 matizó dos cosas: primero que grupos yihadistas en Siria habían condenado la colaboración con las fuerzas azeríes y, segundo, que por principio, esa alianza iba contra natura, según la ideología yihadista, pues estos son suníes y aquellos, chiíes. En cualquier caso, combatientes extranjeros, haberlos haylos en el teatro de operaciones entre armenios y azeríes. Son mercenarios a sueldo, según varias fuentes, de las arcas turcas.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con buenos informadores en la trinchera siria, comunicó el pasado 6 de octubre que medio centenar de cuerpos de combatientes sirios muertos en combate habían sido enviados desde el frente de Alto Karabaj de vuelta a su país para la celebración de funerales. Según ha podido saber este organismo, con sede en Londres, estos hombres habrían participado en el conflicto entre armenios, en su mayoría cristianos, y azeríes, musulmanes, en nombre de Turquía. El OSDH cifra en 1.500 dólares al mes (unos 1.300 euros) el salario que Ankara estaría ofreciendo a estos uniformados -una fortuna en la empobrecida Siria, con nóminas de menos de 50 dólares al mes-, muy superior al que se estaba pagando a los destinados a Libia (600 dólares) para apoyar al Gobierno internacionalmente reconocido.

Esta cantidad estaría en la horquilla a la que tuvo acceso el analista Wassim Nasr, según sus propias fuentes. Según relata en un intercambio de mensajes, la nómina se situaría entre los 1.000 y 3.000 dólares. Uno de estos mercenarios enviados desde Siria, contactado recientemente por periodistas del servicio árabe de la BBC, en el frente de Alto Karabaj desde finales de septiembre, cifró en 2.000 dólares la promesa de pago recibida antes de viajar. Las autoridades turcas y azeríes han negado todas estas informaciones. Si en un bando, el de Azerbaiyán, Turquía es el aliado extranjero predominante, en el otro, el armenio, es Rusia -rusos y turcos se encuentran de igual modo enfrentados en las trincheras siria y libia-. La población del enclave en disputa es en su mayoría armenia, pero es territorio azerí con la ley internacional en la mano.

Mientras suena la música de Sosyete Şeho, el joven que sujeta el móvil hace un barrido para enseñar a sus compañeros. Son nueve en total, contándole a él, pasando el rato junto a la furgoneta, artillada con una ametralladora dushka. Cuatro de ellos acaban reunidos y abrazados frente al objetivo; es en ese momento cuando se aprecia que las furgonetas Mitsubishi no solo prosiguen hacia delante sino también hacia atrás, con uniformados sentados en la zona pickup y más ametralladoras. Canales de Telegram armenios como Re:public of Artsakh (nombre con el que conocen al Alto Karabaj) geolocalizaron el vídeo, ubicando la grabación en el suroeste de la ciudad azerí de Horadiz.

Efectivamente, combinado las imágenes satelitales de los servicios de mapeo de los motores de búsqueda Google y, sobre todo, Yandex, a través del análisis de las casetas y torretas que aparecen en el vídeo se puede llegar hasta esta localidad azerí. Las coordenadas llevan a una ubicación poco señalizada. A través de otro servicio de mapeo, Wikimapia, se comprueba cómo los jóvenes están, además, junto a un complejo militar. Los milicianos se animan a cantar, pero también hablan. Se presentan como miembros de la brigada Sultan Murad, animan a los sirios a unirse; hay dinero, dicen, pero no hay guerra.

Esta brigada, formada en su mayoría por turcomanos, sirios de origen turco, es una de las principales milicias origen de los mercenarios a sueldo de Ankara. Nació en marzo de 2013, según ellos mismos describen, para combatir al régimen de Bachar el Asad, pero también al Estado Islámico, a los kurdos del PYD, PKK... A finales de 2017 se unió a otros grupos en el Ejército Nacional Sirio, principal aliado de Turquía en las sucesivas ofensivas desarrolladas en el noreste de Siria contra milicias kurdas y los restos del Estado Islámico.


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Sobre la firma

Óscar Gutiérrez
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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