España e Italia contienen la ofensiva de Macron contra el presidente turco
Los países del sur de Europa ofrecen diálogo a Turquía sin descartar sanciones
España e Italia, apoyados por Portugal y Malta, se fajaron ayer en la cumbre del MED7, foro informal de los países del sur de la UE, para contener la ofensiva que el presidente Francés, Emmanuel Macron, quiere acelerar contra Turquía. La cumbre en Porticcio (Córcega) concluyó con un comunicado duro en el que se habla de sanciones, pero mucho más suave que el que pretendían Francia, Grecia y Chipre, estos dos últimos los más afectados por la agresividad del líder turco, Recep Tayyip Erdogan.
La tensión inhabitual en el Mediterráneo, que en algunas delegaciones preocupa porque puede acabar en un conflicto grave, dominó el encuentro. España e Italia temían que un mensaje más duro pueda empeorar las cosas más que resolverlas. El tono entre los presidentes en su comparecencia mostró sus claras diferencias. Pedro Sánchez fue el que más claramente apostó por el diálogo.
“Ningún diálogo es posible si se basa en una debilidad culpable”, dijo Macron. “Europa debe pasar de la palabra solidaridad a actos de solidaridad. Si Turquía quiere un diálogo sincero debe demostrarlo, debe cesar la provocación”, le siguió el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. “Tenemos una posición de empatía con Grecia y Chipre. Tenemos que desescalar la tensión. Apostamos por el diálogo”, sentenció Sánchez, claramente el más suave. “Es nuestra obligación frenar las tensiones. Tenemos que ir a soluciones pragmáticas”, remató el italiano, Giuseppe Conte.
Grecia y Chipre, que están sufriendo una importante escalada de tensión territorial con Turquía, presionan también a favor de ese mensaje duro contra Ankara, pero España e Italia son mucho más precavidas, según fuentes diplomáticas, y quieren evitar que la tensión aumente hasta el punto de que Erdogan pueda tomar alguna decisión extrema. España e Italia están en este asunto más cerca de las posiciones de Alemania, siempre partidaria de buscar un acuerdo con Turquía, país clave para Berlín. Macron no logró en el comunicado la posición rotunda que quería sobre las sanciones para llevarla al próximo Consejo Europeo del día 25, donde se producirá la negociación real.
Macron quiere mandar un mensaje contundente de fuerza a Erdogan, con el que mantiene una tensión evidente, mientras países como Alemania, España o Italia apuestan por una negociación. “Nuestra responsabilidad como miembro europeo y país mediterráneo es encontrar las vías y medios de una política constructiva en el Mediterráneo, construir esta pax mediterránea que permite los intercambios armónicos y haciendo respetar la soberanía europea en la región”, dijo Macron.
El comunicado insiste en la defensa de la soberanía de la UE en el Mediterráneo ante la injerencia turca y en solidaridad con Grecia y Chipre. También exige el cese de las “acciones unilaterales” de Turquía en aguas griegas, es decir, el fin de las prospecciones en busca de gas, así como el respeto al embargo de armas a Libia. “Reafirmamos nuestra determinación a utilizar todos los medios adecuados de los que dispone la Unión Europea para responder a estas acciones agresivas”, añade el MED7. Y, al mismo tiempo, expresa la voluntad de reiniciar lo que Macron llamó un “diálogo responsable” para “restablecer el equilibrio” en la UE, que deberían desarrollar el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell.
Retórica guerrera
La retórica guerrera —este verano Francia también ha desplegado aviones y barcos en la zona, con ejercicios militares incluidos— o la amenaza de sanciones se suavizaron ayer. Hubo más zanahoria que palo para Ankara.
“Este asunto no se resuelve con sanciones o con la utilización de la fuerza, sino con negociación”, señalaban fuentes españolas antes de la cumbre. Otras fuentes apuntan que detrás de esta tensión con Turquía está también Libia, otra gran crisis del Mediterráneo donde las posiciones de Francia están mucho más alejadas de las que defienden España, Italia y Alemania.
El presidente francés se ha pasado casi dos días con varios actos institucionales en la isla natal de Napoleón Bonaparte, un personaje con el que a veces le buscan paralelismos por su juventud y su actitud combativa, también en política exterior.
Erdogan se ha embarcado en un pulso con Grecia por el derecho a explorar los yacimientos de gas descubiertos en aguas territoriales griegas. También ha asumido un papel clave en el conflicto en Libia, con la transferencia de milicianos y armamento al Gobierno de Faiez Serraj, reconocido por la ONU, y enfrentado al mariscal Jalifa Hafter, que hasta hace poco contaba con la simpatía más o menos disimulada de París. Erdogan, además, dispone de la llave para abrir las puertas de la inmigración hacia la UE.
¿Exhibición de fuerza ante Erdogan? ¿Negociación? ¿O ambas? Este es el debate europeo. Coordinar una posición puede resultar más difícil. Alemania —que cuenta una nutrida población de origen turco— teme una nueva crisis de los migrantes si Ankara abre las compuertas y es reacia a un juego de potencias en el que se siente menos cómoda que Francia y por eso trata de mediar entre Grecia y Turquía, que no pertenece a la UE pero sí a la OTAN, lo que complica el rompecabezas.
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