Corea del Norte rompe las líneas de comunicación con el “enemigo” del Sur
La medida forma parte de las represalias a Seúl por el envío de propaganda de grupos disidentes norteños
Corea del Norte ha cortado desde el mediodía de este martes (05.00 de la mañana en la España peninsular) las líneas de comunicación con el Sur, tanto civiles como militares, como un primer paso para cerrar todos sus contactos con el país vecino, según la agencia de noticias norcoreana KCNA. El anuncio forma parte de una serie de amenazas contra Seúl después de que grupos de desertores norcoreanos lanzaran desde el sur folletos de propaganda y otros materiales hacia el Norte.
Tras el anuncio, Pyongyang dejó de responder a los intentos de comunicación desde el Sur, tanto a través de las oficinas de enlace entre las dos Coreas como de líneas militares, confirmaron tanto el Ministerio de Unificación como el de Defensa en Seúl.
La decisión de cerrar la comunicación llega de altos funcionarios norcoreanos, entre ellos la hermana del líder Kim Jong-un, Kim Yo-jong, y el vicepresidente del Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea, Kim Yong-chol, según KCNA. Han dado instrucciones de que “el trato hacia el Sur debe transformarse completamente en el que se da a un enemigo”, indica la agencia.
Este lunes, Corea del Norte ya había dejado de responder temporalmente, por primera vez desde 2018, a las llamadas de teléfono en su oficina de enlace en Kaesong, junto a la frontera común, aunque ese mismo día acabó contestando. Pyongyang había amenazado el viernes pasado incluso con cerrar esa oficina, que ha operado bajo mínimos en los últimos meses. “Hemos llegado a la conclusión de que no hay ninguna necesidad de sentarnos cara a cara con las autoridades del Sur, y no hay necesidad de debatir nada con ellos, puesto que solo han despertado nuestro malestar”, sostiene KCNA.
El Norte alega el envío de propaganda de los grupos de disidentes, que suele lanzarse atada a globos de helio y que viola la declaración conjunta que los dos países firmaron en septiembre de 2018. Aunque en su mayor parte son folletos, en ocasiones está acompañada de billetes de dólar estadounidense y dispositivos USB con vídeos y fotografías que exaltan la vida en el Sur y denigran al liderazgo en el Norte. Seúl ha intentado vetarlos, sin éxito.
Pero la razón de fondo para sus amenazas de estos días parece ir más allá del malestar puntual en torno a la propaganda. Su actitud hacia el Sur se ha enfriado gradualmente desde el fracaso de la cumbre de Hanói (Vietnam) con el presidente de EE UU, Donald Trump, en febrero de 2019. Las amenazas, ahora, parecen una manera de imponer presión al Gobierno del presidente surcoreano, Moon Jae-in, que ha hecho de la mejora de las relaciones con Pyongyang uno de los puntales de su programa de gestión. El objetivo sería intentar lograr mejores ofertas de cooperación en momentos en que la economía norcoreana arrastra los efectos de las sanciones internacionales y la pandemia de la covid-19.
Durante el mandato de Moon los líderes coreanos han celebrado tres reuniones cara a cara, que dieron como resultado la reapertura de la oficina de enlace de Kaesong, entre otras iniciativas. Pero desde el fracaso de la cumbre de Hanoi -en la que Kim Jong-un propuso el desmantelamiento de la central nuclear de Yongbyon a cambio del levantamiento gradual de sanciones y vio su oferta rechazada por un Trump que le exigía el fin de todo su programa nuclear antes de que Estados Unidos diera ningún paso-, los contactos se han ido reduciendo al mínimo y el Norte ha rechazado cualquier oferta de diálogo o cooperación. En los últimos meses, los gestos de desafío han incluido lanzamientos de cohetes de corto alcance y el intercambio de disparos en la Zona Desmilitarizada que separa a los dos países.
“Esta última acción parece en línea con el fuerte descontento que arrastra Corea del Norte con el punto muerto en las relaciones intercoreanas, y encaminada a fortalecer la unidad interna mediante las críticas al sur, para aglutinar a la gente en torno al régimen de Kim Jong-un”, ha declarado el profesor Kim Yong-hyun, experto en relaciones con Corea del Norte de la Universidad Dongguk en Seúl, a la agencia Yonhap.
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