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Macron, regreso amargo a la fábrica que mide el éxito de su presidencia

El mandatario francés viaja a su ciudad natal a dos semanas de la temida protesta contra las pensiones

Marc Bassets
Macron debate con el diputado Ruffin y con extrabajadores de Whirlpool.
Macron debate con el diputado Ruffin y con extrabajadores de Whirlpool.Eliot Blondet/Pool/Bestimage (GTRES)

Emmanuel Macron siempre acaba volviendo al mismo lugar: la fábrica donde se escenificó uno de los momentos estelares de la campaña electoral que le llevó al Palacio del Elíseo. El presidente de la República regresó el viernes a la antigua planta de Whirlpool en Amiens, su ciudad natal en el norte industrial, para rendir cuentas ante los trabajadores que, pese a las promesas, vuelven a afrontar la perspectiva del cierre definitivo. “Creo en vosotros”, les dijo tras una hora y media de discusión ante las cámaras de televisión. “Si pensase que todo está jodido, no habría venido”.

Era la segunda y última jornada de una minigira que le ha sacado de la burbuja parisiense y de la esfera de la alta política global. Se trataba de demostrar que Macron no es, en contra de lo que parece, un chico bien de París, el presidente de los ricos, sino un muchacho de provincias capaz de comprender los problemas de la Francia que se siente olvidada o despreciada.

El viaje se enmarcaba en una operación, que va más allá de este desplazamiento concreto, para desactivar posibles estallidos sociales a dos semanas de la huelga del 5 de diciembre contra la reforma de las pensiones, que tiene bajo alerta al Gobierno francés. El miércoles el Gobierno anunció 1.500 millones en tres años para los hospitales, uno de los focos de la tensión social. El jueves, Macron se reunió en Amiens con estudiantes universitarios, otro foco de contestación tras inmolarse un joven en Lyon para protestar contra la precariedad. Les envió un mensaje de optimismo. “Uno tiene la impresión, al conectar la radio o encender el televisor, de que todo es terrible”, dijo. “En este momento encuentro que nuestro país es demasiado negativo sobre sí mismo”.

El viaje a Amiens representaba un doble regreso. Primero, a la ciudad donde Macron nació hace 41 años y donde vivió hasta los 16. A esa edad, sus padres, médicos de profesión, le enviaron a acabar sus estudios secundarios a París tras conocer su relación con su profesora de teatro, Brigitte Trogneux, 24 años mayor, casada con un banquero e hija de ilustre familia de la burguesía local, propietaria de la famosa chocolatería Trogneux.

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El viaje también era un regreso a lo que puede considerarse como el punto cero de su presidencia: el 26 de abril de 2017, cuando, con unos minutos de diferencia, Macron coincidió en la fábrica Whirlpool con la líder de la ultraderecha Marine Le Pen, su rival en la segunda vuelta de las elecciones. El traslado a Polonia de la producción de secadoras había convertido a esta fábrica en un símbolo de los males de la Unión Europea y de la globalización. Medio millar de empleos, directos e indirectos, estaban en juego.

Aquel día, el candidato Macron visitó Amiens, pero no tenía previsto acercarse a la fábrica. Por sorpresa, y mientas Macron se reunía con sindicalistas en el centro de la ciudad, Le Pen apareció en la fábrica entre aplausos de los trabajadores. “¡Conmigo, la fábrica no cerrará!”, les prometió. La irrupción de Le Pen obligó a Macron, un exbanquero europeísta y liberal, a cambiar los planes. Apareció en la fábrica poco después de que su rival se hubiese marchado. Y, al contrario que esta, fue recibido con abucheos. Pero el candidato no rehuyó el cuerpo a cuerpo. En el aparcamiento de la factoría, pasó 40 minutos debatiendo con los trabajadores. En aquel lugar y aquella mañana se escenificó la batalla ideológica de esta década, entre populista y reformistas, entre nacionalistas y europeístas, entre proteccionistas y liberales.

Macron ganó las elecciones y regresó unos meses después, en octubre de 2017. Las cosas parecían enderezarse: una empresa local, WN, iba a hacerse cargo de la fábrica y salvar casi todos los empleos con el apoyo del Estado. Dos años después, la operación ha resultado un fracaso. WN se ha declarado en suspensión de pagos y la planta corre de nuevo el peligro de cierre.

“El comprador falló, pero es demasiado fácil culpar al Estado”, justificó el viernes el presidente en respuesta a los trabajadores que le acusaban de haberse dejado engañar por WN. “No estoy contento con la situación”, admitió. En un mensaje en la red social Twitter, Le Pen describió Whirlpool como “el fiasco de su política, la que no pone ningún límite a la mundialización salvaje y abandona la industria francesa”.

En la fábrica se encontraba François Ruffin, diputado de la izquierda populista y antagonista de Macron. Ruffin, como Macron, es de Amiens, y como Macron estudió en La Providence, el colegio de los jesuitas, donde Brigitte Trogneux, ahora Macron, era profesora. Es uno de sus críticos más feroces. Hubo otros momentos de tensión, con Ruffin y con los extrabajadores, retransmitidos en directo por las cadenas de información continua. El drama político francés tiene algo de drama local: Amiens, con 132.000 habitantes, es un concentrado de las tensiones políticas y económicas del país. En 2022, el éxito o fracaso del quinquenio también se medirá aquí.

Macron se crece en las discusiones cara a cara con los ciudadanos. Después de prometer que el Gobierno ayudaría a buscar inversores para la planta y trabajo para los exasalariados, y asegurar que volvería el año próximo para verificar ‘in situ’ la situación, una mujer le dijo: “Le esperamos con champán”. “Me encantaría”, respondió.

Macron no prevé asistir a la cumbre del clima en Madrid

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha aligerado su agenda internacional durante las próximas semanas para centrarse en la política interna. Macron no acudirá a la cumbre del clima en Madrid, según confirmó el viernes un consejero del Elíseo. La misma fuente explicó que no había previsto acudir a Chile, donde inicialmente debía celebrarse la cumbre COP25, por lo que, desde el principio, la cita no figuraba en la agenda. Francia, añadió, “estará representado a un nivel excelente". Macron también ha suspendido una visita prevista para mediados de diciembre a Costa de Marfil. Después de agitar en las últimas semanas el debate de la política europea e internacional, en especial con su dictamen sobre el “coma cerebral” que supuestamente padece la OTAN, la prioridad en los próximos días es el malestar social en Francia. Los frentes son múltiples: desde los estudiantes universitarios al personal de los hospitales, pasando por decenas de sectores que creen que perderán sus beneficios con la anunciada reforma del sistema de pensiones.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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