¡Trabajadores del mundo, conectaos!: La revolución digital de Corbyn
El Partido Laborista promete nacionalizar parte de British Telecom y ofrecer banda ancha de Internet gratis para todos
Para ser un dinosaurio de la política, como le califican muchos de sus detractores, el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ha logrado remover este viernes el debate público con una propuesta que ha comenzado a poner nerviosos a los gigantes de la era tecnológica. "Un Gobierno laborista proporcionará banda ancha gratuita para todo el mundo. Y no cualquier banda ancha, sino la más rápida, completamente a través de fibra óptica, para que llegue a cada hogar del país", ha anunciado el veterano líder de izquierdas en Lancaster durante un acto electoral.
En el reparto de tareas que han establecido en los últimos años Corbyn y su portavoz de Economía y cerebro gris del partido, John McDonnell, el primero representa las esencias obrerista y revolucionaria del Laborismo; el segundo —al que temen y respetan los empresarios y el mundo financiero—, la voluntad de dar un vuelco a la realidad económica con una combinación de rigor, pragmatismo y osadía. Y dentro de sus planes para recuperar la propiedad pública de muchos servicios privatizados como el agua, la electricidad o la red ferroviaria, la propuesta estrella es Openreach, la división de fibra óptica de British Telecom (BT). "No estamos hablando de renacionalizar todo BT, sino simplemente de recuperar Openreach, la tecnología de BT y algunos elementos de gestión interna de la compañía. Y lo vamos a hacer porque el sector privado ha sido incapaz de cumplir con sus promesas con la rapidez y escala que necesitamos. Se trata de construir un mejor futuro", ha explicado McDonnell este viernes en la BBC.
El objetivo de los laboristas, el acceso gratuito a Internet para todos los hogares del Reino Unido, tiene un coste calculado de 17.000 millones de euros. Triplica los planes del candidato conservador, Boris Johnson, para facilitar la expansión de la iniciativa privada. BT tiene un valor en el mercado de entre 14.000 y 17.000 millones de euros. Sus acciones han llegado a bajar hasta un 4% después de conocerse los planes laboristas, a pesar de que los detalles deben ser aún perfilados.
McDonnell ha dejado en manos del Parlamento la decisión sobre el precio de justo de compensación que debería recibir la compañía, y se ha mostrado dispuesto a llegar a acuerdos con otras empresas de telecomunicación como Sky o TalkTalk para alcanzar aquellas regiones o lugares del Reino Unido donde Openreach no llegue.
El consejero delegado de BT, Philip Jansen, ha mostrado cautela en su primera reacción. Se ha aferrado a las cifras para poner en duda unos planes "demasiado ambiciosos". "Necesitarán mucha financiación. Hablamos de entre 35.000 y 45.000 millones de euros. Y si la propuesta quiere llevarse a cabo en un plazo de ocho años la cantidad podría ascender a los 120.000 millones", ha dicho.
Gran parte de la financiación de esta revolución propuesta por el Laborismo procedería de los nuevos impuestos que recaerían sobre gigantes tecnológicos como Google o Facebook. "No queremos ser injustos con nadie, lo único que les decimos es que, con todos los beneficios que obtienen aquí, deben pagar una parte fiscal proporcional", ha explicado McDonnell con maneras suaves. Este autodidacta de convicciones marxistas nunca abandonadas pero que ha atemperado el impulso con que se manejaba hace décadas, lleva meses reuniéndose con empresarios y financieros británicos, y a muchos de ellos ha logrado seducirles. En parte porque, después de muchos años de austeridad y de desigualdad social, las propuestas "revolucionarias" del partido comienzan a cobrar sentido y aceptación en el común de los votantes.
El precio medio que paga un hogar del Reino Unido por el acceso a la banda ancha es de unos 36 euros mensuales. Pero, según los cálculos laboristas, solo un 10% de las casas tienen acceso a esta tecnología. El partido propone crear una nueva empresa pública, British Broadband, que tome las riendas y acelere el acceso a Internet de alta velocidad.
Johnson, quien durante años ha pretendido ser el campeón del impulso de las nuevas tecnologías, apenas ha sido capaz de balbucir una primera reacción —"un esquema comunista enloquecido", ha dicho— ante la propuesta laborista, que le ha pillado tan de sorpresa como a la propia industria británica de comunicación.
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