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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Reino Unido pasa a ser un rival

El Gobierno británico sudará en el trámite parlamentario. Pero también le pasó a De Gaulle cuando abrió paso a la independencia de Argelia

Xavier Vidal-Folch
Protestas ante el Parlamento en Londres.
Protestas ante el Parlamento en Londres.Matt Dunham (AP)

Es la salida menos mala para el inmediato futuro. Ese futuro lo ha definido, taxativa, Angela Merkel: “Después del Brexit, el Reino Unido pasa a ser un rival”. Pero al menos, no un enemigo, como habría sucedido en caso de una retirada sin acuerdo. Ahora los desacuerdos van a quedar pactados —y por tanto, su capacidad destructiva, acotada—, eso siempre y cuando Boris Johnson alcance una mayoría parlamentaria en Westminster que respalde el texto asumido por sus todavía socios de la Unión Europea (UE).

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No lo tiene fácil. La solución para sustituir la “salvaguarda” irlandesa supura resquemores entre los más patriotas y los unionistas norirlandeses. Supone eliminar lo que May pactó (mantener todo el reino dentro de la unión aduanera europea) y fue boicoteado por Johnson y sus amigos. Y sustituirlo por una fórmula anterior, que también había sido descartada antes, y denigrada mucho más enfáticamente, por los brexiteros radicales: básicamente, colocar una frontera marítima entre el norte de Irlanda y el resto del Reino Unido. Alegaban que suponía la ruptura de la unidad del Reino Unido, es decir, que atentaba contra su esencia nacional. No quisieron asumir entonces, y habrán de utilizarlo ahora en su propaganda, que había precedentes europeos similares: el de las islas Canarias. En efecto, al ingresar España en la Europa comunitaria, las islas afortunadas no se integraron en la unión aduanera, por lo que sus mercancías debieron pasar controles aduaneros y sus productos agroalimentarios, los correspondientes exámenes fitosanitarios antes de entrar en el resto de España.

Así que la UE no renuncia a nada con esta modificación del Acuerdo de Retirada, porque lo que ahora asume, ya lo había aceptado antes, y fue la otra parte quien lo rechazó. Y en cambio, el Gobierno británico sudará en el trámite parlamentario. Pero también le pasó a De Gaulle cuando abrió paso a la independencia de Argelia: tuvo que tragarse su famosa frase “Je vous ai compri”, os he comprendido, dirigida a los colonos y pieds noirs para asegurarles su apoyo eterno. Pero dos no pueden si uno no quiere. Y al menos se ha evitado un desenlace sin pacto, caótico, económicamente recesivo y cívicamente muy perjudicial para los ciudadanos europeos residentes en la isla desafortunada. Good bye.

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