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“Está en juego el futuro de Polonia como país y miembro de la UE”

Aleksandra Maria Dulkiewicz, alcaldesa de Gdansk, Princesa de Asturias de la Concordia, promueve en su ciudad un modelo europeísta y tolerante

Aleksandra Maria Dulkiewicz, alcaldesa de Gdansk, ayer en Oviedo.
Aleksandra Maria Dulkiewicz, alcaldesa de Gdansk, ayer en Oviedo. PACO PAREDES
Tommaso Koch

La solidaridad y la integración también traen votos. Y ganan elecciones. Aleksandra Maria Dulkiewicz, la alcaldesa de la ciudad polaca de Gdansk, está empeñada en demostrarlo: su modelo de urbe acogedora, donde cualquiera es bienvenido, recibió el 82% de apoyos en los últimos comicios municipales. Y, además, el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, que recoge mañana viernes en Oviedo, en nombre de Gdansk. Mientras su país vuelve a entregarse al extremismo de Ley y Justicia (PiS), ella cultiva un oasis a orillas del Báltico. Frente al partido ultraconservador y xenófobo que volvió a ganar —con mayoría absoluta en la Cámara baja— las elecciones en Polonia el pasado domingo, Dulkiewicz insiste en hablar de democracia e inclusión. Si el Ejecutivo rehúye la diversidad, Gdansk pretende abrazarla. 

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Así que la alcaldesa (Gdansk, 40 años) se muestra crítica con su Gobierno, en una entrevista con EL PAÍS: “Me opongo sobre todo a su desprecio de los valores que fundamentan la UE”. Se refiere a las reformas de Varsovia para reducir la independencia del poder judicial o limitar la libertad de prensa, entre otras. Aunque Dulkiewicz también trata de mirar hacia la esperanza: “No estoy sola. Hay muchos alcaldes, políticos o líderes de ONG que comparten lo mismo. Es importante que ahora estamos más unidos”. En eso, su ciudad es maestra: la historia ha enseñado a Gdansk —Dánzig en alemán— a caer y levantarse. Aquí empezó la invasión nazi que dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial; las protestas del sindicato Solidaridad en sus astilleros encendieron la resistencia polaca en los setenta. E incluso hoy la ciudad se rebela: ante el aluvión extremista de su país, ofrece un paraguas de inclusión a refugiados o colectivos LGTB.

Lo que explica en parte el triunfo electoral de Dulkiewicz, primera mujer al frente de la ciudad. Aunque, como ella matiza, hay una razón más poderosa: los comicios se celebraron de forma adelantada, en un clima conmocionado por el asesinato en enero de Pawel Adamowicz, alcalde durante dos décadas, apuñalado en un acto de beneficencia por un exconvicto de 27 años, que afirmó buscar venganza. “Fueron unas elecciones muy difíciles. Las principales fuerzas políticas no presentaron candidatos alternativos, una situación que nunca se había dado en la historia de Polonia. A la vez, ese apoyo significa para mí un gran compromiso, para no defraudar a los ciudadanos”, asegura la regidora. De alguna forma, cree que en los comicios los ciudadanos buscaron abrazarse frente al duelo. Aunque el voto también le pide reafirmar y reforzar el legado de paz social y conciliación que Adamowicz puso en marcha.

“Hemos decidido sacar conclusiones de esta trágica muerte. Puede ser algo que nos una. La solidaridad para nosotros no es solo historia, hay que buscarla en nuestra vida diaria. Hace tres años empezamos el primer modelo de integración de migrantes en Polonia. El año pasado, lanzamos un plan por la igualdad. Se trata de decidir qué tipo de ciudad queremos ser: libre, abierta y amigable para todos”, defiende Dulkiewicz. Hoy en día Gdansk, principal puerto y sexta ciudad de Polonia, con unos 460.000 habitantes, presume de ser casa y cobijo para cualquiera. En un país que en 2015 cerró las puertas en la cara a refugiados e inmigrantes, Gdansk cuenta con unos 22.000 residentes extranjeros: sobre todo, rusos, chechenos o ucranios en busca de asilo, pero también unos cuantos huidos de Siria o Ruanda. La propia alcaldesa, en todo caso, reconoce: “Es pronto para decir si nuestro modelo es exitoso. De momento recibimos una mayoría de migrantes de zonas cercanas y contextos parecidos”.

“El lenguaje del odio en el debate político en Polonia es muy fuerte, se ve a diario. Se intenta meter miedo a la población ante los diferentes, los otros”, insiste Dulkiewicz. El líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Aleksander Kaczynski, critica duramente el feminismo, dijo que el país “debe resistir al teatro ambulante de las marchas del orgullo” y uno de cada cuatro ciudadanos se muestra preocupado por la ideología LGTB. Tanto que la flamante Nobel de Literatura polaca, Olga Tokarczuk, advirtió la semana pasada que en las elecciones se escogía “entre la democracia y el autoritarismo”.

“Estoy de acuerdo”, tercia Dulkiewicz. “Está en juego el futuro de Polonia como país y miembro de la UE. No se puede buscar solo el beneficio económico de la pertenencia a Europa”, agrega. ¿No le parece que su discurso y el del Gobierno son exactamente opuestos? “Sí, es cierto. Todo el mundo sabe que el Ejecutivo tiene posturas rígidas, contrarias a la de mi ciudad, respecto al Estado de derecho o la solidaridad”. Pese a ello, el apoyo al PiS siempre se mantuvo en torno al 40% durante su gobierno, ayudado por el crecimiento económico del país, por un subsidio a las familias de 100 euros por cada hijo hasta los 18 años, y por un discurso lleno de enemigos: los jueces, la prensa, la casta, los extranjeros, Europa.

Música para muchos oídos, aunque no para los de Gdansk. “Hicimos una encuesta recientemente sobre la identidad: los ciudadanos tienen una de las tasas de europeísmo más altas del país, se sienten muy vinculados a ser polacos, europeos y de su ciudad, pese a que la mitad no ha nacido allí. La gente se implica en formar parte de la sociedad civil”, sostiene Dulkiewicz. Tanto que, el domingo, la ciudad registró la mayor tasa de afluencia a las urnas de su historia: 72,5%. Ahora, una vez más, se prepara para la resistencia.

¿Consejos de convinvencia para Cataluña?

La alcaldesa de la ciudad Princesa de Asturias de la Concordia llega a España en un momento en que la cuestión catalana vuelve a arder, junto con las calles de Barcelona. ¿Qué opinión le merece? ¿No tendrá alguna sugerencia para la convivencia? “La situación en Cataluña es muy interesante: me lleva a preguntarme por la mejor manera de convivir en Europa decenas de años después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Subrayar las diferencias es bueno? Hay ejemplos de naciones donde la mezcla de orígenes y religiones diferentes ha podido convivir, como Polonia o en su momento Yugoslavia. Pero requiere sabiduría por parte de los lideres, y eso hoy en día falta en muchos sitios”.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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