La ofensiva del Ejército sirio sobre Idlib echa de sus hogares a 80.000 personas
Damasco anuncia la apertura de un corredor humanitario para que los civiles puedan huir
Más de 80.000 personas han abandonado sus hogares en las últimas 72 horas huyendo de los combates que libran las tropas regulares sirias y los grupos yihadistas hacia el noroeste de Idlib, última provincia insurrecta del país, según el recuento de varias ONG sobre el terreno. Damasco anunció este jueves la apertura de un corredor humanitario por el que los civiles puedan escapar “de las áreas bajo control de los terroristas” a zona leal, anunciaron fuentes gubernamentales. Por su parte, Moscú intenta reducir la escalada de tensión entre Ankara y Damasco, que se ha sustanciado en dos incidentes en menos de una semana, el bombardeo de un convoy militar turco el lunes y el ataque el jueves a un puesto de observación de Ankara en Idlib.
“Los civiles huyen del norte de Hama y del sur de Idlib hacia el noroeste del país, hacia la frontera con Turquía”, explica vía WhatsApp el doctor Jad, de la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y Socorro (UOSSM). Entre estas dos urbes y en la autopista M5, que conecta Damasco con Alepo, capital económica del país, se sitúa el epicentro de los enfrentamientos. Las tropas regulares lograron hacerse el martes con la estratégica localidad de Jan Sheijún (sur de Idlib), que hoy peinan los soldados en busca de insurgentes y minas que desactivar.
“La ciudad está vacía. Solo han quedado unas pocas familias sin medios para huir”, lamenta por teléfono Abdelsalim Jabour, responsable de la ayuda a los desplazados en el consejo local de Idlib, órgano vinculado al Gobierno opositor sirio. Varios de los 80.000 habitantes de Jan Sheijún, de los cuales una cuarta parte proceden de otras zonas, explican que han ido abandonando la ciudad a medida que se intensificaba la ofensiva terrestre que las tropas sirias lanzaron a finales de abril.
“Tan solo este jueves recibimos a unas 300 familias. La mayoría están durmiendo bajos los olivos porque solo disponemos de 30 tiendas de campaña”, relata Jabour al tiempo que enumera una lista de 30 poblados al norte de Jan Sheijún de los que siguen saliendo desplazados. “Una tienda iglú es ahora mismo el sueño de miles de familias”, añade el responsable local, cuya conversación zanja el estruendo de un bombardeo. Con esta última oleada, el número de desplazados desde el inicio de la ofensiva se eleva a una cifra que oscila entre medio millón, según la ONU, y un millón, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH, con base en Londres y una amplia red de colaboradores sobre el terreno). La cifra de bajas civiles va de 500 a 1.000.
El miedo y la incertidumbre vuelven a llamar a la puerta de los más de 2,5 millones de personas que viven en Idlib —la mitad de ellas, desplazadas a su vez de otras regiones— después de que un acuerdo alcanzado en Sochi (Rusia) entre Ankara, Moscú y Damasco lograra frenar en septiembre de 2018 una ofensiva del Ejército regular sirio. Desde entonces, las sucesivas treguas han caído en saco roto. Al menos medio millón de personas se agolpan en campos levantados a lo largo de la frontera con Turquía, cuyo Gobierno ha sellado todo paso terrestre ante lo que teme se convierta en una estampida hacia su territorio, en el que ya alberga a 3,6 millones de refugiados sirios.
“La gente ya no sabe adonde ir, no queda adonde ir”, lamenta Um Rauda, profesora en Idlib. “Algunos están llegando a la ciudad, pero la mayoría van camino de la frontera con Turquía y muchos están acampando bajo los árboles o en sus coches, los que tienen uno”, resume en mensajes de voz Rauda.
Escalada de tensión
Entre las líneas del frente, al sur de Idlib, ha quedado encallado uno de los 12 puestos de observación donde Turquía ha desplegado 400 efectivos en virtud del acuerdo sellado en la ciudad rusa de Sochi, con el objetivo de crear una zona desmilitarizada en torno a Idlib que pasa por Hama, el norte de Latakia y el oeste de Alepo.
El lunes, el Ejército sirio bombardeó un convoy turco al sur de la provincia de Idlib, un ataque que causó la muerte de tres civiles y heridas a una docena, según el Ministerio de Defensa turco. El titular de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, aseguró entonces que “Turquía no tiene intención de mover su noveno puesto de observación”, toda vez que la toma de Jan Sheijún ha cercado el norte de la provincia de Hama, así como el puesto de observación turco atacado, sito en Morek.
El Gobierno de Ankara defiende que el convoy se dirigía hacia Morek para reforzar el puesto, mientras Damasco acusa a Turquía de prestar apoyo y avituallamiento a las milicias yihadistas que combate.
“Los soldados turcos pueden transitar libremente por Idlib, pero habrán de atravesar los puestos de control del Ejército sirio”, dice desde Damasco una fuente militar. “Por el momento, las negociaciones entre Moscú y Turquía no están dando sus frutos”, apostilla. El del jueves fue el segundo encontronazo en una semana.
Minicumbre regional en septiembre en Ankara
Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin; Irán, Hasan Rohani, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se reunirán en Ankara el 16 de septiembre en una minicumbre consagrada a Siria y, entre otros asuntos, al acuerdo suscrito en 2018 en Sochi.
Rusia sigue respaldando al Gobierno de Bachar el Asad en su lucha contra los terroristas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una alianza de grupos armados insurgentes afines a Al Qaeda y que constituyen la fuerza dominante en Idlib, que sobrevuelan también los cazas rusos. El Kremlin calificó la toma de Jan Sheijún por Damasco de “importante victoria sobre los terroristas”.
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