Macron avisa a Johnson de que no hay margen para renegociar el Brexit
El presidente francés ve "indispensable" la salvaguarda irlandesa para preservar el mercado único y la estabilidad en Irlanda
El envoltorio era amable: elogios a la amistad franco-británica y un gesto de buena voluntad para escuchar las alternativas de Londres ante la anunciada marcha del Reino Unido de la UE. Pero en la reunión que mantuvieron ayer en París, el mensaje del presidente francés, Emmanuel Macron, al nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, era el mismo: no hay margen para renegociar el acuerdo del Brexit. Y todos los cambios que se hagan hasta el 31 octubre, fecha de salida, deben mantener abiertas las fronteras interiores de Irlanda, principal escollo de la salida, y preservar el mercado único europeo.
Un baile sutil ha empezado entre Londres y las capitales europeas. Uno de los primeros capítulos se ha desarrollado esta semana en Berlín y París; proseguirá este fin de semana en Biarritz, donde se reúnen los líderes del G7, y puede continuar hasta la noche del Brexit. Se trata de buscar la fórmula para una salida lo menos abrupta posible.
El problema es que el acuerdo que debía garantizar un Brexit controlado ha sido rechazado por el Parlamento británico, y Johnson, primer ministro desde el 24 de julio, también lo rechaza. Queda la alternativa del Brexit duro, un divorcio a las bravas cuyo impacto económico en el Reino Unido y en el resto de Europa puede ser considerable. O, como desea Johnson, de una revisión del acuerdo ya pactado.
“Por supuesto que yo quiero un acuerdo, y podemos alcanzar un acuerdo”, dijo en una breve comparecencia antes de almorzar con Macron. “Las conversaciones en Berlín con nuestros amigos nos han animado”, afirmó. El primer ministro reiteró su mantra sobre la salida de la UE el 31 de octubre “haya o no haya acuerdo”. Ahí coincide con el presidente francés, contrario a aplazar de nuevo la fecha de salida.
Además del Brexit duro, que Francia asume como un escenario cada día más verosímil, y la renegociación del acuerdo, que rechaza como sus socios de la UE, Macron señaló otra vía: que se produzca “un hecho político nuevo” en el Reino Unido. Es decir, unas elecciones generales, que podrían dar una mayoría parlamentaria que aprobase el acuerdo del Brexit, o un referéndum sobre este acuerdo. El centro de la discusión es la llamada salvaguarda irlandesa (backstop, en inglés). Este mecanismo permitiría mantener abierta, tras el Brexit, la frontera entre Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, y la República de Irlanda, miembro de la UE.
El presidente francés insistió en que el backstop es “una garantía indispensable para preservar la estabilidad de Irlanda y la integridad del mercado único”. La salvaguarda evitaría que vuelva a erigirse una frontera entre los dos territorios, después de que fuera suprimida en los Acuerdos del Viernes Santo de 1998. Eso mantendría a Irlanda del Norte dentro del mercado europeo.
Londres teme que esa medida sea una manera de anclar al Reino Unido en la unión aduanera y dentro de la UE, en contra de la voluntad de los británicos expresada en el referéndum de 2016. El británico sugirió la posibilidad de establecer controles aduaneros entre las dos Irlandas con nuevas tecnologías, lo que evitaría imponer una frontera tradicional.
Hasta el último minuto
La canciller alemana, Angela Merkel se ha mostrado, en las negociaciones, más conciliadora que Macron. Ya sea porque el impacto del Brexit duro podría ser mayor en la economía exportadora alemana, o también porque haya algo similar a un reparto de papeles en el esquema de poli bueno (Merkel) y poli malo (Macron).
El miércoles, Merkel sugirió un plazo de 30 días para escuchar la alternativa de Londres al backstop. Ayer, Macron lo suscribió, pero subrayó que el resultado no puede ser “muy distinto del que hay”. “Si hay cosas que, en el marco de lo negociado por Michel Barnier [el negociador europeo], puedan ser adaptadas y estén conformes con los dos objetivos mencionados, la estabilidad en Irlanda y la integridad del mercado único, deben encontrarse en el mes que viene”, abundó.
El margen es estrecho y el tiempo apremia. Si en su propuesta de alternativa al backstop Londres no respeta los objetivos mencionados, significará, según el presidente francés, “que el problema es más profundo, que es más político”. “Y, en este caso, no es la negociación lo que lo arreglará, sino que es una decisión política que debe tomar el primer ministro británico. No nos corresponde a nosotros”, añadió.
El nuevo plazo puede interpretarse como una señal de flexibilidad de Macron y Merkel. Pero también como un movimiento táctico en el pulso, que probablemente se intensificará cuanto más se acerque la fecha límite, para eludir la culpa del Brexit duro y echársela al contrario. Que nadie diga que no se ha intentado hasta el último momento.
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