Johnson y Hunt se reprochan sus flaquezas en un tenso debate
El exalcalde de Londres evita condenar a Trump por sus ataques a Theresa May
Se trataba de la primera oportunidad que tenían ambos candidatos para debatir cara a cara y la han aprovechado. Especialmente Jeremy Hunt, que se enfrenta en las últimas semanas al arduo esfuerzo de desarbolar la carismática personalidad de su rival, Boris Johnson. "No tener claro los detalles técnicos de una decisión política no tiene ninguna importancia para un columnista de periódicos, Boris, pero puede resultar fatal para un primer ministro", le ha reprochado el ministro de Exteriores al exalcalde de Londres, quien una y otra vez esquivaba dar respuestas concretas a todo lo relacionado con el Brexit.
Los dos candidatos a suceder a Theresa May han acudido al plató de la cadena ITV para responder las preguntas del público, previamente seleccionadas por los organizadores pero desconocidas para Johnson y Hunt. Pero sobre todo, han usado los cincuenta minutos televisivos para interrumpirse mutuamente y reprocharse sus respectivas flaquezas. La de Johnson, según Hunt, un "optimismo que no va acompañado del necesario realismo, que le llevará a no ser capaz de cumplir sus promesas". La de Hunt, según Johnson, "su habilidad para cambiar de opinión" —le ha recordado que en 2016 hizo campaña a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE— y "un derrotismo que conducirá de nuevo a retrasar la fecha de salida de la Unión Europea", prevista oficialmente para el 31 de octubre.
Donald Trump, y su andanada de improperios contra el embajador del Reino Unido en EE UU y contra Theresa May por su torpe manejo del Brexit, se han colado inevitablemente en el debate. Hunt jugaba con ventaja. Apenas unas horas antes había calificado de "inaceptable" el comportamiento del dignatario estadounidense, y en el debate se ha comprometido a mantener en su puesto hasta final de año —cuando tiene previsto retirarse— al embajador. Johnson se ha enredado en un discurso balbuceante sobre la "gran amistad de ambos países" y ha torcido la conversación hacia lo que le resultaba más beneficioso: condenar al responsable de la filtración de los correos del diplomático sin entrar a valorar las palabras de Trump. "Esa es la gran habilidad de Boris", ironizaba Hunt. "Le preguntas algo, consigue esbozar una sonrisa de su interlocutor con alguna broma, y se olvida de la pregunta que le han hecho".
Hunt era consciente de que tenía ante sí la oportunidad de desmontar el discurso optimista de su rival, que se limita a elogiar una y otra vez la grandeza del Reino Unido y a prometer que el Brexit llegará, a vida o muerte, el próximo 31 de octubre. También el ministro de Exteriores se comprometió a respetar esa fecha, pero mientras él resaltaba una realidad insoslayable —el Parlamento británico ya se ha expresado en contra de un Brexit sin acuerdo, y no lo respaldará— y centraba sus esfuerzos en explicar cómo podía darle la vuelta a la situación, Johnson se limitaba a repetir que no podía desvelar sus bazas negociadoras, y que mostrando dureza y determinación, Bruselas se plegaría a los deseos del Reino Unido. "Si nos dirigimos a la Unión Europea con un discurso duro e inflexible, nos devolverán la misma moneda", le recordaba Hunt.
El público presente se componía de una mezcla de votantes conservadores y laboristas, y los aplausos, a diferencia de los actos de partido que han realizado hasta la fecha ambos candidatos, se han repartido con mayor respeto y equidad. Es muy probable que Johnson haya salido intacto de la prueba, pero por primera vez ha escuchado a alguien reprimirle con seriedad y exigirle "que deje hablar a los demás cuando los demás le han dejado hablar a él".
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