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Un barco humanitario desafía a Salvini y entra en aguas italianas

La nave se dirige a Lampedusa y se enfrenta a la posibilidad de encarar un proceso penal y sanciones de hasta 50.000 euros

La nave 'Sea Watch 3' entrando a aguas italianas para desembarcar en la isla de Lampedusa.
La nave 'Sea Watch 3' entrando a aguas italianas para desembarcar en la isla de Lampedusa.AFP

Los 42 inmigrantes rescatados por el barco Sea-Watch 3 de la ONG alemana homónima llevan 14 días a bordo, desde el pasado 12 de junio, a la espera de que se les asigne un puerto seguro para desembarcar. Italia les había prohibido expresamente adentrarse en sus aguas y han estado todos estos días surcando en zigzag el límite invisible del mar territorial. Este miércoles, cuando la situación comenzaba a ser crítica, la capitana de la nave, Carola Rackete, de 31 años, tomó la decisión de desafiar la férrea política de puertos cerrados del ministro de Interior Matteo Salvini y poner rumbo a Lampedusa, el puerto más cercano. “Basta, entramos. No por provocación, sino por necesidad, por responsabilidad”, anunció la organización a primera hora de la tarde. Es la primera vez que sucede algo así. El lunes habían apelado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que rechazó intervenir para forzar el desembarco.

Con la nueva ley antiinmigración italiana, el llamado Decreto seguridad bis de Salvini, los barcos humanitarios que se adentren en aguas nacionales sin autorización se enfrentan a un proceso penal y a sanciones de hasta 50.000 euros. Ante la desesperación y la situación precaria física y mental de los inmigrantes, la capitana decidió desoír la prohibición del ministro y líder de la ultraderechista Liga y asumir las consecuencias. “He decidido entrar al puerto. Sé a lo que me arriesgo, pero los 42 náufragos a bordo están al límite. Los llevo a salvo. Espero que las autoridades europeas e italianas entiendan la situación”, anunció en Twitter.

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El ministro Salvini, que el día anterior había dicho que los inmigrantes podrían quedarse en el barco “hasta Navidad”, reafirmó el miércoles su negativa a permitir el desembarco. “No desembarca ninguno, me han tocado las pelotas”, bramó en un vídeo retransmitido en Facebook, como “aviso” para “la fanfarrona” de la capitana, para los Gobiernos de los Países Bajos y de Alemania —bandera de la nave y origen de la ONG respectivamente— y para las autoridades europeas, contra las que también ha cargado. “Por un juego político están poniendo en riesgo a los inmigrantes. Ocupémonos de los italianos con dificultades, no de las tres cuartas partes del mundo que quieren ser mantenidas a costa de los italianos. No acogemos a clandestinos”, añadió.

El ministro expresó su deseo de que los Países Bajos “se hagan cargo de los inmigrantes a bordo” y calificó su falta de respuesta como “una provocación y un acto hostil”. El ministro de Exteriores de Italia, Enzo Moavero di Milanesi, solicitó a su embajador en La Haya que dé un “paso formal” inmediatamente ante el Gobierno neerlandés por este caso.

Durante horas, el Sea-Watch 3 estuvo parado frente a las costas de Lampedusa custodiado por varias embarcaciones de las autoridades italianas, que controlaron la documentación del barco y de la tripulación a la espera de instrucciones. Mientras tanto, Salvini pedía que las autoridades judiciales emitieran una orden de arresto contra el personal de la nave por este “flagrante delito”. Se desconoce el destino que aguarda a los inmigrantes una vez que bajen a tierra. “La culpa: haber sido rescatados por una ONG. El castigo: Asarse sobre la cubierta de una nave durante semanas [estos días en Lampedusa se han registrado unas temperaturas medias de 30ºC] Rechazados y abandonados por Europa”, señaló la ONG. E indicó que los días pasados habían desembarcado en los puertos italianos más de 200 inmigrantes, —312 según los datos del Ministerio de Interior—, llegados a bordo de barcazas.

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El Sea-Watch 3 rescató el 12 de junio a 52 personas que habían partido de Libia —durante estas semanas, 10 fueron evacuadas por motivos médicos— y rechazó las indicaciones de las autoridades italianas de devolverlos a un puerto del país africano, porque, como gran parte de la comunidad internacional, no lo considera un puerto seguro. Libia es un Estado fallido sumido en su tercera guerra civil, que se desató el pasado 4 de abril, cuando el mariscal Jalifa Hafter lanzó su ofensiva sobre Trípoli. Desde entonces, se calcula que más de 60.000 personas han sido desplazadas. Numerosas investigaciones e informes de las Naciones Unidas han certificado además que los inmigrantes de paso en el país sufren torturas y todo tipo de violencias en los centros de detención, a menudo gestionados por milicias que también trafican con personas hacia Europa.

Según los últimos datos de la Organización Internacional de las Migraciones, en lo que va de año han arribado a Italia a través del mar 2.252 personas y al menos 597 han muerto en el Mediterráneo. Hace unos días, unos pescadores sicilianos encontraron el cadáver de un hombre joven enmarañado en las redes junto a los peces. Probablemente era uno de los centenares de inmigrantes que han perdido la vida intentando llegar a Europa.

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