Sáhara libre (de periodistas)
Reporteros sin Fronteras denuncia en un informe las dificultades a las que se enfrenta el periodismo en el Sáhara, entre el muro de represión marroquí y la propaganda del Polisario
El saharaui Salah Labsir fue detenido el 6 de junio de 2015. Hacía dos años que huía de las autoridades marroquíes, refugiado en los campos de Tinduf, en Argelia. Se entregó aquel día de junio de 2015 cansado del exilio, según él mismo admitió en un vídeo. Estaba acusado de participar junto a otros jóvenes en manifestaciones en la ciudad de Smara, en la zona del Sáhara Occidental controlada por Marruecos. Marchaban en favor de la autodeterminación de su tierra. Labsir trabajaba además como reportero de la RASD TV, televisión controlada por el Frente Polisario, enemigo de Rabat. Así lo recoge el informe presentado este martes por Reporteros Sin Fronteras (RSF) bajo el título "Sáhara Occidental: un desierto para el periodismo". Labsir fue puesto en libertad en Smara hace tan solo cuatro días, el pasado viernes, 7 de junio.
Uno de los pocos y pequeños ejemplos que se salen de este desierto descrito por RSF es el medio digital Equipe Media, último premio de periodismo Julio Anguita Parrado. En su cuenta de Twitter, Equipe Media difundió el viernes una foto de Labsir ya en libertad. Barba poblada y más delgado que cuando grabó aquel vídeo hace cuatro años, el joven aparece sonriente y haciendo la señal de la victoria. Equipe Media, un proyecto nacido en 2009 de la mano de activistas y reporteros, ha difundido desde ese día varias grabaciones en las que muestra el despliegue hecho por la policía marroquí ante la llegada de Labsir a su domicilio. En una de las grabaciones aparecen varios hombres sin uniforme sacando a porrazos a dos personas de un vehículo y moliéndolos, casi literalmente, a palos. El digital los identifica como "paramilitares marroquíes".
Edith R. Cachera es la autora del informe. "No hay libertad de información en el Sáhara, no existe", dice la corresponsal de RSF en España, durante la presentación del trabajo celebrada en Madrid. Cachera señala como primer responsable de este silencio periodístico a los "tentáculos" marroquíes, que como explica el informe no solo imposibilitan el trabajo de reporteros en el Sáhara Occidental sino también el realizado sobre esta región en disputa por prensa extranjera.
La responsabilidad del Polisario
Pero no es el único culpable. Cachera apunta además al Frente Polisario, que controla el territorio saharaui al otro lado del muro levantado por Rabat, de unos 2.700 kilómetros. "Son emisores de información ideologizada, monolítica y politizada", dice la autora del informe. O sea, no sirven de fuente de información creíble. El Polisario controla tanto RASD TV como RASD Radio. RASD son las siglas de la República Árabe Saharaui Democrática, proclamada por el Polisario en febrero de 1976, tras la retirada a las bravas de España de su excolonia y tres meses después de que Marruecos lanzara la Marcha Verde para ocupar el territorio. Desde entonces, los esfuerzos para celebrar un referéndum de autodeterminación, auspiciados con poca fortuna por la ONU, han fracasado.
Hay más nombres que siguen al de Salah Labsir: El Bachir Khadda, Hassan Dah, Abdellahi Lakhfawni y Mohamed Lamin Haddi, detenidos en noviembre de 2010 durante el brutal desmantelamiento de los campamentos de Gdeim Izik, a 15 kilómetros de El Aaiún, capital del Sáhara Occidental. En ese pedazo de tierra se habían instalado 20.000 personas en unas 7.000 jaimas para protestar contra el desierto económico en el que viven los saharauis. Los cuatro están condenados a penas de entre 20 años y la cadena perpetua.
También está Mohamed Bambari, detenido en agosto de 2015 por participar en los altercados entre marroquíes y saharauis tras un partido de fútbol disputado cuatro años antes en Dajla. Según recoge el informe de RSF, Bambari estuvo allí como informador para Equipe Media. Rabat le culpó de participar en los disturbios. Su caso, especialmente llamativo para la comunidad internacional, ha llegado a la UE y ONU, que han expresado sus quejas a Rabat. Fue condenado tras su arresto a 12 años, pena que fue rebajada a la mitad posteriormente.
"Cualquier saharaui que quiera informar", dice Ahmed Ettanji, confundador de Equipe Media y colaborador en el informe de RSF, "es víctima de malos tratos, torturas o privación de su libertad y materiales de trabajo". Ettanji, que admite que en el Sáhara Occidental, como en otros contextos de conflicto, "es muy difícil distinguir entre periodistas y activistas", describe el círculo vicioso que sufren los reporteros sahararuis: ellos no reconocen la autoridad de Marruecos al considerarse en una tierra ocupada y, por tanto, informan sobre la territorialidad, un tema absolutamente tabú para Marruecos que, asumiendo la autoridad y soberanía sobre la región, castiga con prisión.
Según el trabajo de RSF, seis reporteros saharauis permanecen todavía en cárceles de Marruecos. A los cinco ya identificados se suma uno más, Walid el Batal, otro joven de Smara, apresado precisamente en el operativo marroquí establecido en esa localidad saharaui tras la liberación de Salah Labsir el pasado día 7. Esto es lo que El Batal dijo a RSF durante la elaboración del informe: “Los periodistas sufrimos constantemente ataques. Encajamos insultos, torturas, agresiones, detenciones y encarcelamientos, además de amenazas de asesinato por parte de las autoridades marroquíes. Toda esta represión tiene un único objetivo: impedir a los reporteros saharauis documentar las violaciones de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental”.
RSF afirma que ha preguntado a las autoridades de Marruecos sobre la situación de los presos sin obtener respuesta por el momento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.