May lucha por su supervivencia y los ‘tories’ le exigen que dimita ya
La primera ministra considera presentar su dimisión este viernes, según el periódico 'The Times'
El único sentido de que Theresa May se aferre al cargo de primera ministra es que la voladura de su mandato sea controlada. Su último órdago, la posibilidad de un segundo referéndum sobre el Brexit a cambio de que el Parlamento aprobara su plan, ha desatado una revuelta interna en el seno del Gobierno británico que anticipa el final del camino. May se echó este jueves atrás y no registró el texto en la Cámara de los Comunes. Durante el viernes, se reunirá con la dirección del grupo parlamentario, el poderoso Comité 1922, y algunos medios apuntan a que salga de ese encuentro un anuncio de dimisión, o al menos una fecha.
Una consulta sobre Europa forzó la dimisión de David Cameron, y unas elecciones al Parlamento Europeo, en las que los sondeos pronostican una debacle para el Partido Conservador, pueden ser la antesala de la renuncia de May. La primera ministra ha acudido a votar, acompañada de su marido, a uno de los colegios electorales de su distrito de Maidenhead. Fue su único momento de tranquilidad en una jornada en la que tuvo que escuchar una retahíla de reproches de varios de sus ministros más leales. También ellos creen que en esta ocasión, al ofrecer a los diputados la posibilidad de un segundo referéndum sobre el Brexit, ha cruzado la raya. El ministro del Interior, Sajid Javid, y el de Exteriores, Jeremy Hunt, le han pedido expresamente que no registrara ante la Cámara de los Comunes la Ley del Acuerdo de Retirada que había presentado 48 horas antes como un “nuevo acuerdo del Brexit” capaz de sumar consenso.
Pero el principal golpe lo había recibido poco antes de Andrea Leadsom. Su ministra para las Relaciones con la Cámara le envió una carta con su dimisión. “No creo que el Reino Unido pueda mantenerse como un país verdaderamente soberano con el nuevo acuerdo que se acaba de proponer”, escribía Leadsom, incapaz de defender en sede parlamentaria un texto que, según ella, iba en contra de todos sus principios.
En su nombre, el diputado Mark Spencer ha anunciado al Parlamento que, de momento, la ley no sería registrada para su debate y votación a principios de junio, aunque el Gobierno se reservaba el derecho a cumplir ese trámite el próximo día 7, una vez concluido el receso previsto justo después de las elecciones al Parlamento Europeo. Una nueva patada hacia adelante al balón del equipo de May, que presagiaba para muchos el final de la primera ministra. Este viernes se reunirá con la dirección del Comité 1922, y sus miembros confían en que la primera ministra exponga finalmente la fecha de su dimisión. Por iniciativa de algunos diputados euroescépticos, el grupo parlamentario ha llevado a cabo, por tercera vez, una votación secreta para cambiar las reglas internas y permitir una nueva moción de censura interna contra May. Ya sobrevivió a una en diciembre, y las normas impiden que sea sometida a otra antes de que pase un año. En teoría, contaba con un periodo de tranquilidad, pero la paciencia de los conservadores se ha agotado mucho antes.
Los resultados de esa votación permanecen en un sobre cerrado, que el comité pretenda entregar a May en el caso de que la primera ministra no exprese una fecha concreta para su renuncia. “Queremos acordar con ella un calendario de su retirada. Creo que las negativas sobre su posible dimisión surgidas de Downing Street son solo una cortina de humo porque no quiere influir en el resultado de las elecciones europeas. Quizá veamos su dimisión mañana mismo [por el viernes]“, ha dicho el tesorero y miembro de la dirección del grupo, Geoffrey Clifton-Brown.
Ni siquiera está claro cuál será la modalidad escogida por May para iniciar su retirada, en el caso de que se cumplan los vaticinios. Ningún conservador desea en estos momentos unas elecciones generales, a pesar de que el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, las diera casi por convocadas. ”Este Gobierno ya no puede durar mucho. Preparaos para unas nuevas elecciones”, ha dicho a sus seguidores en la localidad de Worthing, uno de las circunscripciones donde los laboristas redoblaron sus apoyos en las recientes elecciones municipales.
Es muy probable que la primera ministra fije la fecha de su retirada como líder del partido después de la primera semana de junio, una vez haya recibido al Presidente de EE UU, Donald Trump, cuya visita oficial al Reino Unido está preparada entre el 3 y el 5 de ese mes. May se mantendría al frente del Gobierno durante el tiempo necesario para que los conservadores puedan llevar a cabo ordenadamente el proceso de su sustitución, que podría prolongarse hasta ocho semanas. Son más de diez los candidatos con alguna posibilidad de alcanzar la recta final, en la que deberán someterse a la votación de 125.000 afiliados al partido. La dirección de la formación confía en poder tener un nuevo liderazgo antes del receso veraniego previsto para finales de julio, y que el congreso del partido que se celebrará en octubre pueda ser un borrón y cuenta nueva. Todo un ejercicio de voluntarismo, si se tiene en cuenta que la nueva fecha acordada con la UE para el Brexit es el 31 de ese mes, y que en el estado de provisionalidad en el que amenaza con permanecer la política británica durante los próximos meses será difícil instalar algún tipo de orden.
La única posibilidad de que el Reino Unido sea capaz de capear estos tiempos revueltos, creen algunos diputados conservadores, sería permitir a May seguir adelante, desde una posición de provisionalidad, con sus planes del Brexit, y que lograra sacar adelante algún tipo de texto legal que ofreciera claridad a medio plazo mientras sus correlegionarios deciden quién le sustituye, porque después de una batalla que ha paralizado al Parlamento durante casi tres años, ha quedado claro que, como ocurrió en el caso de Margaret Thatcher, todo se ha convertido en una cuestión personal. La dimisón de May es condición sine qua non para que los conservadores decidan qué quieren ser en el futuro.
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