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Guaidó hace equilibrios con la posibilidad de una intervención

La oposición concentrará de momento sus esfuerzos en el frente interno. Algunos sectores de la disidencia comienzan a impacientarse

Juan Guaidó, durante un acto en Caracas. En vídeo, declaraciones de Guaidó el martes.Vídeo: CARLOS GARCIA RAWLINS (REUTERS) / REUTERS-QUALITY

La complejidad de la crisis política, la resistencia que ha ofrecido Nicolás Maduro al asedio disidente, la represión del aparato policial chavista, y las calamidades cotidianas de la vida en Venezuela, están produciendo un nuevo recalentamiento en las filas de la oposición venezolana. Juan Guaidó sigue siendo un fenómeno de masas, pero las iniciativas legales de Maduro, que buscan apartarlo de la política y estrechar el cerco judicial, y la dificultad para lograr un desenlace han torpedeado su estrategia en estos días.

Los sectores más radicales de la oposición piden abiertamente a Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, que no pierda más tiempo y se apoye en la interpretación del artículo 187 de la Constitución, que en su apartado 11 faculta a la Asamblea Nacional a “autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior, o extranjeras en el país”. Con esta acción buscan el sustento legal para hacer posible una intervención internacional. El presidente del Parlamento, reconocido como mandatario interino por más de 50 Gobiernos, no lo descarta y el pasado fin de semana aseguró que está abierto a invocar ese artículo, aunque recordó que su aplicación no depende solo de la oposición, sino también de la llamada comunidad internacional.

Las presiones a Guaidó han dejado colar los primeros cuestionamientos a su liderazgo. Algunas personas en la calle expresan abiertamente que están cansadas de salir a manifestarse si luego no sucederá nada en el país. Una de las etiquetas visibles en las redes sociales venezolanas desde la semana pasada es “Guaidó es puro blablá”. A esa situación se suma el hartazgo en el que está sumida la población venezolana por la sucesión de apagones y cortes de suministro de agua, lo que obliga a millones de personas a dedicar sus días a la logística cotidiana.

Mientas aumenta la inquietud, el Gobierno de Maduro sigue construyendo en silencio un tejido legal para cercar al presidente encargado. Roberto Marrero, jefe de Gabinete de Guaidó, fue sido enviado a prisión sin la menor dificultad. La televisora estatal, Venezolana de Televisión, tiene desplegado un fuerte operativo propagandístico para presentar a Guaidó como un líder antinacional, que participa en un complot con fuerzas extranjeras para producir los fallos eléctricos masivos que han causado el caos en el país. El ministro de Comunicaciones de Maduro, Jorge Rodríguez, responsabilizó directamente a Guaidó de los dos apagones nacionales de marzo, y el Contralor General del chavismo, Elvis Amoroso, procedió a inhabilitarlo políticamente durante 15 años.

Acción extranjera

El equipo político que acompaña a Guaidó ha dejado la posibilidad de solicitar una intervención internacional como último recurso. Todos han hecho un especial énfasis en que de ningún modo es una opción que esté descartada. No obstante, Guaidó y su entorno creen que la medida puede ser muy traumática, y que, además, para hacerla efectiva será necesario crear en torno a ellas un nivel de consenso que todavía no existe, ni dentro ni fuera de Venezuela. Los dirigentes políticos opositores insisten en que siguen completamente abiertas las opciones en el frente interno —incluyendo el apoyo del Ejército venezolano— para lograr una transición pacífica en el país, y prefieren agotar estas alternativas.

En paralelo, el entorno más cercano a Guaidó ha dado a conocer, con los límites que impone la censura, los detalles de la denominada Operación Libertad, proceso en el cual, presumiblemente, descansa el último eslabón para provocar el cese de la usurpación en el país. La oposición está llamando a la ciudadanía a organizarse en comités locales y seguirá convocando a movilizaciones nacionales de protesta. El objetivo final de estas manifestaciones, según ha explicado Guaidó, es movilizar a la ciudadanía hacia Caracas y llegar al Palacio de Miraflores, sede del Gobierno, en una fecha aún no determinada. Un objetivo que deberá encararse con la resistencia que pueda presentar el chavismo.

Los primeros señalamientos de importancia hechos a Juan Guaidó, sin embargo, han sido todavía zanjados de momento claramente a su favor. La semana pasada, Guaidó presentó, acompañado de personalidades políticas y sociales, el Plan País, su programa para la reconstrucción de Venezuela, que cuenta con amplio apoyo del estamento político local. El presidente encargado de Venezuela sigue organizando, sin publicidad, y casi siempre por sorpresa, encuentros vecinales de asistencia masiva. Los últimos han tenido lugar en las poblaciones de Anaco, El Tigre y Barcelona, en el estado Anzoátegui (norte), y la urbanización Montalbán, en Caracas. Las zanjas legales abiertas por el régimen de Nicolás Maduro y el riesgo de que el agotamiento y el escepticismo se extiendan en la población, conspiran en estos momentos contra su capacidad de convocatoria y sus posibilidades de éxito.

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