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El niño refugiado que aspira a gran maestro

Adewumi, de 8 años, acaba de ganar en su categoría el torneo anual de ajedrez del Estado de Nueva York

Tanitoluwa Adewumi durante el torneo de ajedrez
Tanitoluwa Adewumi durante el torneo de ajedrez

Tanitoluwa Adewumi tenía siete años cuando tuvo que escapar de Nigeria junto a sus padres en busca de una vida segura en Estados Unidos. Los terroristas del grupo islamista Boko Haram arrasaron el poblado donde vivía al norte del país. “Querían matarlos por ser cristianos”, cuenta Shawn Martínez, su instructor de ajedrez. El niño, que reside ahora con su familia en un centro de acogida neyorquino —tras haber probado suerte antes en Tennessee—, acaba de ganar en su categoría el campeonato anual de ajedrez en el Estado de Nueva York.

Adewumi, de ocho años, es estudiante de segundo grado en el colegio público PS116, situado en la zona este del Midtown de Manhattan. Martínez enseña en ese centro en el marco del programa de ajedrez que se imparte durante las horas de clase, como la asignatura de matemáticas, de música o de arte. La de este niño, dice, es una de esas historias que refuerzan la imagen de la ciudad de los rascacielos como lugar de refugio y que invita a soñar con un futuro mejor, más próspero.

Los familiares y amigos le llaman Tani. Su instructor, de origen puertorriqueño, comenta durante una conversación telefónica que ganó pese a que solo lleva prácticamente un año jugando al ajedrez. “En el colegio enseñamos a los niños de su edad cómo mover las piezas y las reglas básicas”, explica, “pero él entendió muy bien cuál era el objetivo del juego”. Así que le propuso que se sumara a su club los jueves por la tarde para practicar y así poder mejorar en el juego.

Tani luciendo el trofeo
Tani luciendo el trofeo

Para otro niño neoyorquino no habría sido un problema. Pero la familia de Tani no tenía recursos para costearse las clases privadas. Así que decidieron darle una especie de beca. “Notamos enseguida que tenía una pasión por el juego”, señala su instructor, “él estaba buscando más el juego que el juego a él”. Esas horas de prácticas y el esfuerzo dieron fruto: se impuso en cinco de las seis rondas del campeonato anual del Estado, disputado el 9 y el 10 de marzo. En la que no ganó, firmó tablas.

En el torneo participaban niños en edad preescolar hasta tercer grado. Los responsables del PS116 esperan que el caso de Tani sirva de ejemplo para inspirar a otros niños que atraviesan dificultades. “Los retos”, comenta Jane Hsu, responsable del colegio público en declaraciones a The New York Times, “no deben definir la vida de una persona”. “Va a cambiar la vida de muchos niños”, añade Shawn Martínez, “porque va a motivarlos a tirar hacia delante”.

Russell Makofsky, que dirige el programa de ajedrez en el PS116, asegura que nunca tuvieron un caso así, refiriéndose al origen del niño. Las clases de ajedrez del colegio y del club la completaron los fines de semana con las lecciones privadas que imparte Martínez en Harlem (norte de Manhattan). El instructor señala que Tani practicaba 10 veces más juegos que el resto. “Tiene pasión”, afirma.

Tani con sus padres
Tani con sus padres

El menor vive en el centro de acogida para personas sin hogar junto a su padre, Kayode; su madre, Oluwatoyin, y su hermano mayor. Pronto podrán dejarlo. La historia de la victoria de Tanitoluwa en el campeonato llevó a que se lanzara una campaña de recaudación de fondos para poder ayudar a la familia. El objetivo inicial era recaudar 50.000 dólares. En horas no solo superó la marca, sino que tocó los 90.000 dólares en el momento de la conversación.

Tras coronarse en el torneo anual estatal de Nueva York, está ahora clasificado para competir en el ámbito nacional en mayo. Y aunque su gran sueño es llegar a convertirse en el maestro más joven del ajedrez, antes espera que su victoria sirva para que su familia pueda permanecer legalmente en EE UU. Porque su gran miedo es la deportación. “Hay abogados que están tratando de ayudarlos”, comentan en su entorno. En agosto tienen una audiencia para tramitar su petición de asilo.

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